Las Zonas Francas constituyen una herramienta trascendental para el desarrollo económico de un país. En el mundo, 135 países nuclean a 3500 y generan 70 millones de empleos, lo que significa el uno por ciento de la población mundial. Allí, las mercaderías, productos e insumos pueden ingresar y permanecer sin tributar derechos, tasas o impuestos de importación y exportación. Sin embargo, no ha logrado cubrir las expectativas generadas con su creación.
En Argentina, se rigen por la ley 24.331, sancionada en 1994 y ya son más de 20 años de funcionamiento efectivo. En 1996 se puso en marcha la primera: la Zona Franca La Plata. Durante este tiempo se contó con la oportunidad de habilitar una por Provincia, de acuerdo a la letra de la legislación.
Sin embargo, hoy no son más de 15 los estados provinciales que las pusieron en funcionamiento, de las cuales siete lo hacen en forma deficitaria y dos, La Plata y Córdoba, tienen un equilibrio que les permite desarrollarse en forma razonable.
Uno de los motivos para explicar el fracaso se puede encontrar en la asimetría respecto a los regímenes de los países limítrofes. A raíz de ello desde el sector reclaman modificar la norma para lograr suficientes beneficios que permitan atraer inversiones.
Es que el régimen de Zonas Francas atrae a los inversores en la medida de las exenciones impositivas que contemple la ley. Así, al ofrecer escasas ventajas, se torna poco atractivo para captar inversiones, sobre todo desde el extranjero, ya que los países de la región tienen ofertas más beneficiosas. Es por eso que las posibilidades de captar inversionistas, naturalmente se alejan de Argentina.
Ante esto es necesario es agregar una serie de ventajas adicionales para asemejarlo con los países de la región y de esa manera competir en términos de igualdad frente a la atracción del ingreso directo de capitales extranjeros.
La ley 24.331 dice que todo lo que uno produce debe ser exportado. Como los países destino pueden poner trabas arancelarias, quien produce dentro de la Zona puede quedar atrapado en el momento en que no puede exportar. Con la reforma se busca permitir que pagando todos los impuestos, los productos puedan ingresar al territorio. Hoy la legislación lo impide.
Sin embargo, por ejemplo, cuando un producto terminado que viene del exterior llega a la Zona Franca la ley permite que ingrese al territorio. Ahora si ese mismo producto es elaboramos en el país, con mano de obra y energía argentina, la ley impide su ingrese al territorio. De forma tal, que se beneficia al trabajo extranjero sobre la nacional.
Referentes del sector aseguran que por ahora, las Zonas Francas funcionan como almacenamiento y en algunos pocos casos se realiza proceso productivo, que en su totalidad se debe exportar. Pero resulta muy difícil hacerlo con todo lo que se produce porque se debe tener garantizado el comprador en el exterior y eso no es simple. Esta coyuntura deja afuera de la cancha a un montón de empresas y sobretodo Pymes que producen y no logran colocar en el exterior todo lo que tienen y en forma permanente.
Para mostrar la trascendencia de las Zonas Francas a nivel mundial, vale citar el ejemplo de Irlanda, que luego de la explosión de la burbuja económica, volvió a generar desarrollo mediante ellas apuntando al desarrollo de servicios y tecnología.