Por Raúl Podetti (padre e hijo)*- El día de la industria naval argentina se conmemora desde el 12 de septiembre de 1961 cuando se lanzó el ambicioso “Plan Esteverena” para construir 38 grandes buques en el país.
El contrato inicial fue firmado con Astilleros y Fábricas Navales del Estado (AFNE, ahora Astillero Río Santiago) para construir el mercante “Almirante Stewart”.
El presidente de ELMA, Horacio Esteverena falleció al día siguiente de firmar el contrato en un accidente de aviación en Brasil. Así, sin su impulsor principal, este ambicioso proyecto naval se canceló antes de tener un año de vida.
Así, a pesar de las altas intenciones de la época, la fecha del 12 de septiembre terminó conmemorando una gran frustración nacional. Y este es el mismo sentimiento que agobia hace tiempo a quienes elegimos a los astilleros como ámbitos para construir un país mejor.
El desarrollismo de los sesenta impulsó a la industria naval que en 1983 alcanzó un máximo de 60.000 empleos y 400MMusd-año (0,26% del PBI).
Pero en 1984, el Estado suspendió los factores indispensables para esta actividad: el Crédito Naval fue eliminado y nunca más se reactivó, la importación de barcos usados sin impuestos paso a ser la regla en vez de la excepción y el Estado dejó de comprar barcos en el país, ni siquiera para cumplir sus funciones esenciales de defensa y seguridad
Esta antipolítica mantenida por más de 30 años empeoró aun más desde fines del 2015. Además de no hacer ningún aporte significativo al desarrollo naval en los últimos tres años, el Estado (Ejecutivo + Legislativo) tomo algunas decisiones muy irritantes para el sector :
Aprobó dos pésimas leyes para la “destrucción” de la Marina Mercante y la Industria Naval. Contra las buenas prácticas internacionales, estas normas de diciembre de 2017 fomentan la importación de barcos usados sin impuestos que pueden construirse en el país, manteniendo grandes negocios para los importadores y asegurando el desempleo y el atraso naval.
Importó en forma muy dudosa e inconveniente, barcos de investigación pesquera (INIDEP), remolcadores de puerto (ENARSA) y patrulleros fluviales (PNA) y oceánicos (ARA) por 500 MMusd, que pueden construirse en el país en mejores condiciones. Las fundadas denuncias muestran sobreprecios de hasta el 100% y compras groseramente orientadas para favorecer a astilleros extranjeros reconocidos como los más corruptos del mundo.
Mientras no haya una buena política industrial naval, todos los 12 de septiembre los argentinos seguiremos conmemorando la misma frustración nacional.
*Ingenieros navales. Autores de Industria Naval Argentina – 100 Años (1937-2036).