Todas las organizaciones deberían contar con una serie de activos conceptuales que, puestos en funcionamiento ordenada, sistemática y conjuntamente, las deberían conducir al éxito. Estos activos son las 8C: conocimiento, comportamientos, conducción, creatividad, calidad, clientes, comunidad y continuidad.
Cada una de ellas deben funcionar en forma conjunta y continua, alimentándose entre sí. Sin embargo, conocimiento y comportamientos son las bases constitutivas: no hay organización que pueda llegar a ser exitosa si, comenzando por sus líderes y de allí descendiendo, carece del conocimiento y de los comportamientos adecuados.
El conocimiento implica que la gente tenga el bagaje técnico para desarrollar su actividad de acuerdo con las mejores reglas del arte. A nivel organizacional, importa el conjunto, es decir, que cada uno desarrolle su actividad de acuerdo con ciertos estándares y de la mejor forma posible. Significa no sólo el conocimiento traído desde la educación formal, sino la capacitación continua y la demostración y transmisión a los integrantes de la organización. Si no hay excelencia individual trasladada a la excelencia del conjunto, el desempeño organizacional será mediocre.
Asumiendo que son altos los conocimientos, se deben trasladar a la materialización en el producto y/o servicio. Esto no se logrará si la organización no tiene adecuados comportamientos, materializados en los demostrados por su gente. Los comportamientos que los integrantes de toda organización deberían no sólo portar, sino hacerlos vivir”, en cada uno de sus integrantes, son: ambición, honestidad, proactividad, respeto, empatía, responsabilidad, rendición de cuentas, tomar decisiones, coaching, asertividad, trabajo y espíritu de equipo, comunicación, perseverancia, flexibilidad, cooperación, transparencia, relacionamiento interno y externo, construcción de redes, autoconocimiento, constancia y capacidad de liderazgo.
Todos estos comportamientos, vividos, practicados, transmitidos y ejemplificados, constituyen la cultura organizacional. Desde aquí se pueden construir las otras C, que se pueden corregir y mejorar.
Conducción es el conjunto de normas y procedimientos que hacen que la organización sea adecuadamente estructurada, gobernada y controlada. No puede dejar de enfatizarse la relevancia de un buen liderazgo: cualquier organización va a tomar forma y desempeñarse, en función de la calidad de sus líderes.
Creatividad nos refiere a la capacidad de la organización para detectar las necesidades, conocidas o por conocer, y transformarlas en productos o servicios que las satisfagan. Aquí entra el concepto de emprendedorismo: los prototipos de entrepreneurs modernos son creadores como Steve Jobs (Apple), Jeff Bezos (Amazon) y Bill Gates (Microsoft). Pero existe un tipo de emprendedor, el intrapreneur, que es parte de una organización y que en ella desarrolla su emprendedorismo. Cuantos más intrapreneurs tengan las organizaciones, mayor será el potencial de creatividad en beneficio de ellas y de la comunidad en general.
Detectada la necesidad y transformada en producto o servicio, hay que hacerla bien (calidad). El cliente es la última razón de ser de las organizaciones. El producto o el servicio, público o privado, es lo que le confiere a la organización el permiso del mercado o la aceptación del público.
Comunidad se relaciona con la dimensión empresa, ya que hoy es un concepto aceptado la necesidad de que es beneficioso que las sociedades logren un mayor nivel de equidad. Los clientes prefieren comprar a compañías socialmente responsables, los colaboradores prefieren trabajar en ellas y el Gobierno las aprecia debido a que el gasto gubernamental no puede cubrir la totalidad de las necesidades de la población. Todo lo que puedan hacer las empresas en beneficio de la comunidad y el medio ambiente es hoy un factor altamente valorado.
Continuidad es la capacidad de una firma de plantearse objetivos más ambiciosos y movilizar a todos sus recursos para ser cada día mejor.
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