Este 10 de diciembre coincidieron dos eventos relacionados con nuestros colores patrios y la Armada. Mientras que en Buenos Aires un nuevo presidente, y por lo tanto Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, recibía la banda presidencial, en un puerto francés un buque para la Armada Argentina recibía por primera vez el pabellón nacional.
El último día del gobierno saliente coincidió con la primera incorporación de una serie de buques comprados para la Armada en forma directa, ilegal e inconveniente, al astillero estatal francés, líder del ranking mundial de corrupción naval. Esta compra por más de 400 millones de dólares –y 70% de sobreprecio-, debió haberse hecho a nuestra industria naval pública y privada de probada capacidad y competitividad. Pero no, nuestros funcionarios civiles y militares eludieron leyes, informes y la obvia realidad de una sociedad capacitada y necesitada de trabajo y oportunidades de desarrollo.
La administración saliente hizo las mayores compras navales estatales de la historia. En forma directa, oscura, a precios excesivos y negándonos toda posibilidad de participar a los argentinos, el Estado compró sus barcos sólo en el exterior.
Y si bien el caso de la Armada es el más grave, no es el único. Han sido también escandalosos los casos de barcos para INIDEP, Prefectura y remolque para ENARSA, que beneficiaron a Francia, España, Israel y Dinamarca, pero nunca a los argentinos, que nos quedamos con la deuda pero sin el trabajo ni el desarrollo.
¿Será distinto de ahora en más? ¿Se evitará que ahora nuestros almirantes sigan avanzando a toda marcha con la tan inconveniente compra en Finlandia por 150 millones de dólares, de un buque polar que debemos diseñar y construir en el país como hicimos antes y hacen hoy nuestros vecinos?
*Por Raúl Eugenio Podetti, Ingeniero naval.