Con el lanzamiento del satélite argentino BugSat-1, ya están en el espacio las memorias electrónicas desarrolladas especialmente para afrontar condiciones adversas, como radiación, cambios abruptos de temperatura y presión. Su diseño es fruto del trabajo conjunto del INTI, la CNEA y el Conicet.
“Pudimos comprobar que la placa se encuentra en condiciones y el primer informe que recibimos está dentro de los parámetros estimados, lo que nos sirve para confirmar que la placa electrónica y la comunicación con tierra funciona”, explicó Federico Golmar, responsable del proyecto por parte del laboratorio de Micro y Nanoelectrónica del Bicentenario del INTI (CMNB).
El proyecto “MeMOSat01” es un desarrollo interinstitucional que va a permitir evaluar el desempeño de memorias electrónicas no volátiles (capaces de conservan la información almacenada, son consumo de energía, durante cierto tiempo) en ambientes espaciales. Se trata de una placa electrónica desarrollada especialmente para probar el desempeño de las memorias, que a diferencia de las convencionales hechas de silicio, se construyen con óxido de metales de transición.
El desarrollo de este tipo especial de memorias surge a través de un trabajo conjunto realizado entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Conicet y el INTI.
“Son memorias resistivas: dos placas de metal con un óxido entre medio, con propiedades de resistencia eléctrica que pueden guardar un bit de memoria. Una de las ventajas que tienen estos dispositivos es que son muy factibles de miniaturizar y poseen gran robustez, por eso se los está probando para aplicaciones satelitales.”, explica el doctor Pablo Levy, investigador de la CNEA y uno de los responsables de este proyecto.
Dichas memorias fueron desarrolladas y probadas, a escala de laboratorio, en la sala limpia del Laboratorio de Micro y Nanoelectrónica del Bicentenario del INTI (CMNB). Lo que se busca es que puedan ser utilizadas en ambientes hostiles, soportar movimientos bruscos, golpes, radiación y cambios de temperatura y presión.
Si bien en estas pruebas los dispositivos demostraron soportar condiciones extremas, esta es la primera vez que serán utilizadas en el espacio. “El lanzamiento del microsatélite argentino, el BugSat-1 permitió poder enviar una placa de control electrónica con memorias basadas en esta tecnología al espacio” comentó el doctor Federico Golmar, responsable del proyecto por parte del laboratorio CMNB del INTI.
“Poder probar las MeMOSat en órbita es muy importante porque allí van a estar expuestas a ciclados térmicos y radiación”, explicó Golmar. El objetivo es comunicarse una vez por día con el satélite BugSat-1 para que envíe información sobre el funcionamiento de la placa y de las memorias. “Aunque el microsatélite se envió al espacio en junio, el trabajo final de investigación que estamos realizando es a tres años. Actualmente pudimos comprobar que la placa se encuentra en condiciones y el primer informe que recibimos está dentro de los parámetros estimados, lo que nos sirve para confirmar que la placa electrónica y la comunicación con tierra funciona”.