Ningún país del mundo, que se haya definido como soberano, tiene una industria naval que no haya surgido de una decisión política.
La celebración del Día de la Industria Naval Argentina, no fue un acto protocolar ni un evento para cumplir con la fecha. En una muestra de unidad monolítica, el sector dijo presente a través de la Mesa Nacional de Concertación para la Industria Naval. La misma está integrada por su ocho entidades más representativas: la Asociación Argentina de Ingeniería Naval (AAIN), Asociación Bonaerense de la Industria Naval (ABIN), Consejo Profesional de Ingeniería Naval (CPIN), Federación de la Industria Naval Argentina (FINA), Sindicato de Obreros Navales y Servicios Industriales de la República Argentina (SAONSINRA), Talleres Dársena Norte (Tandanor), Universidad de Buenos Aires (UBA) y Universidad Tecnológica Nacional (UTN).
De los discursos de los oradores, puede trazarse una hoja de ruta sobre el camino recorrido y lo que aún falta transitar para consolidar el despegue de este rubro clave para la economía y el desarrollo argentino.
Deseamos volver a la tranquilidad y la paz que tuvo el pueblo argentino en algún momento con capacitación, trabajo, y tecnología. Sumamos mayoritariamente la defensa del interés nacional a través de un proyecto que encolumne a empresarios, trabajadores, fuerzas militares, y funcionarios políticos para la construcción de una comunidad productiva que tanta satisfacción le dio a la Argentina. Fue clara la presidente de la Nación en Tecnópolis en el día de la industria. Habló de la industria nacional, de los capitales que vienen y apuestan en serio, de la identidad nacional que nos dio el principio cultural de abrazar un proyecto de nación, señaló Juan Speroni, Secretario del Sindicato Argentino de Obreros Navales (SAON),
Bomba atómica
Tras definir a la década del 90 como una bomba atómica que arrasó con el sector, Speroni resaltó que supimos recuperar esa matriz productiva que hoy está de pie, con técnicos y profesionales, y esa capacidad que tienen los trabajadores con el talento del recurso humano. Ahí está depositada la esperanza de volver a ver grande y poner a la vanguardia a nuestra industria naval para. Por eso hoy es impensable un modelo de desarrollo que no contenga a la industria naval, y a la logística que en nuestro país es una piedra angular por su extenso litoral marítimo y fluvial.
Miguel Ángel Sánchez, presidente de la Asociación Bonaerense de la Industria Naval y coordinador de la Mesa Nacional de Concertación de la Industria Naval ratificó que hemos tenido buenas ideas y seguro que tendremos muchas más, pero hay una idea y una acción que ha sido y es superadora: unirnos. Hacer la unión que hemos hecho desde que conformamos hace casi tres años la Mesa Nacional de Concertación de la Industria Naval Argentina es entender que la industria naval es el otro, como el país. Construir una industria naval es, en definitiva, una construcción política, es definirnos políticamente primero. Vivimos en un sistema mundial aún marcado por una división internacional del trabajo impuesta que implica industrializar o desindustrializar pueblos, países, regiones, y hasta continentes. La historia de la humanidad e incluso la actualidad de las principales economías del mundo así lo demuestran. No hay empresas sin Estado ni economía de mercado sin empresas. La presencia y el apoyo del Estado siempre han sido clave. No se nos cae nada por decir esto. Al contrario, es entender cómo funciona el sistema. Los Estados no pueden ni deben dejar de tener la necesaria capacidad regulatoria para defender efectivamente el interés público, el desarrollo nacional y la soberanía.
Nosotros, la industria naval, somos y debemos ser parte de las próximas plataformas electorales de todo partido político, de las principales políticas de Estado, de los planes estratégicos municipales, provinciales y nacionales. Somos parte de las soluciones y no de los problemas.
Otro eslabón
El subsecretario de Puertos y Vías Navegables de la Nación, Horacio Tettamanti, consideró que este acto de unión y consenso era un eslabón más en esta marcha. Es una marcha de convicciones, compromisos, y básicamente de lealtades. La industria naval no es solamente un proceso económico, es mucho más.
El funcionario reconoció que como comunidad productiva somos complicados, porque resistimos, existimos, y no vamos a bajar los brazos. Porque no trabajamos solamente por lo básico, sino que abrazamos una forma de vida. Es difícil imaginar un trabajador naval que se piensa a sí mismo alejado del taller, del torno. No nos imaginamos como ingenieros navales lejos del codo a codo con el trabajador, con esa chapa caprichosa que no se acomoda a la forma del casco. Es difícil pensar en un embarcado que se piensa a sí mismo fuera del agua. Por eso esta marcha es trascendente.
A juicio de Tettamanti, la industria naval es una decisión política. Ningún país del mundo que se haya definido como soberano, con contrato social de desarrollo, tiene una industria naval que no haya surgido de una decisión política. Aquellos que dicen que es un emergente del mercado, en realidad están diciendo que no quieren industria naval, que quieren consolidar un país pastoril exportador de materia prima, En esa marcha tenemos que estar cuidadosos de no cometer dos grandes pecados, el de la torpeza o la traición. La torpeza sería anteponer una visión particular que enfrente a un compañero con otro. Por eso es difícil comprender como un dirigente sindical que dice representar a los embarcados declara que la marina mercante se puede hacer con barcazas y remolcadores usados.
Tampoco se entiende como un representante del empresariado naval diga que la industria naval argentina no está en condiciones de fabricar nada. Ellos agreden los más profundos sentimientos de todos aquellos que, como en mi caso, ingresó de joven como aprendiz en una capitanearía naval. A ellos les decimos que podemos construir plataformas petroleras, buques militares, grandes embarcaciones de transporte y más.