Más de un centenar de ex empleados de la planta Gándara de Chascomús, la que fuera una de las más importantes fábricas lácteas del país, siguen esperando el pago de la totalidad de sus indemnizaciones, luego de la quiebra en 2008.
Tras el fracaso de diversas tratativas para concretar ofertas de inversores en la ex Parmalat y uno de los principales activos, la marca Gándara, e iniciativas como la de realizar una cooperativa, un clima de incertidumbre envuelve el conflicto, máxime luego de las irregularidades que se desarrollaron en el último intento de venta de las instalaciones ubicadas en Chascomús.
De la venta de este inmueble, depende que los trabajadores puedan percibir el total del dinero adeudado por la firma, ya que al momento solo recibieron un 23 por ciento de la indemnización.
El Secretario General de ATILRA-Chascomus, Ricardo Pecotche, explicó que el último remate fue interferido por una de las habituales maniobras que efectúa la denominada “Liga de Compradores”, cuyo propósito es adquirir a un bajo costo el bien que se subasta e inmediatamente transferir el boleto por una suma mayor y de tal modo obtener ganancias.
“Era la quinta vez que se organizaba una subasta. A diferencia de otras veces hubo un comprador interesado. Pero estas Ligas, que son un grupo de profesionales de todo el país, iniciaron los aprietes para que no hagan la oferta”, contó el dirigente del sector y agregó “el remate fue un escándalo, en dos oportunidades tuvo que intervenir la policía judicial porque el comprador pidió seguridad”.
En este marco, finalmente el interesado decidió retirarse y la planta fue subastada en U$S 2.310.000: pero luego de bajarse el martillo, quien resultó comprador, se manifestó insolvente para abonar el 30 % de contado establecido como seña, comisión y reposición fiscal.
“Esta gente no pensó que iba a llegar a estos valores. Son especuladores. Hoy la planta, solo de terreno las 58 hectáreas, deben estar valiendo un millón de dolares”, dijo Pecotche a esta agencia y cuestionó que “el juzgado y la sindicatura deberían haber tenido una garantía de que iba a ser solvente” ya que esta persona tendría tres causas penales por realizar esta clase de episodios.
Así las cosas, nuevamente el conflicto permanece en la incertidumbre: “el remate está en stand by, están buscando a este señor que se retiró, si es que aún tiene interés”, contó y se lamentó al indicar que presuntamente este señor tenía interés de poner nuevamente en marcha la fábrica.
Presumiblemente, la planta salga nuevamente a remate judicial con la base primigenia de U$S 1.000.000 por cuanto no se lo puede declarar postor remiso ya que ni siquiera cumplimentó la suscripción del boleto de compraventa.
En este punto, precisó cómo esta situación afecta a los trabajadores: “de la venta depende que cobren. Este conflicto viene desde 2008, es increíble cuanto hace que están esperando. Y más pensar cuanto valía en esa época tener 30 mil pesos de indemnización y cuanto hoy”, señaló.
El sindicalista no dudó en volver a apuntar al empresario Sergio Taselli, tristemente recordado en Chascomús por haber comprado a la quebrada Parmalat para implementar luego el cierre definitivo de Gándara y Lactona, tras la quiebra a nivel mundial de la firma italiana.
“Hemos hecho infinidad de intentos por solucionar el conflicto pero siempre hemos tenido trabas. No sé en este remate en particular, pero es probable que Taselli siempre estuvo detrás de las compras de lo que quedó. Incluso, llevamos a un remate un interesado pero también lo corrió esta persona”, dijo Pecotche.
Una historia sin final
Los problemas comenzaron en 2004 cuando un grupo empresario liderado por Sergio Taselli compró la firma a la que rebautizó como Compañía Láctea Argentina, lo que incluyó el traspaso de los activos la firma en Argentina: las plantas en Pilar, Chascomús y Lamarque (Río Negro), donde en total trabajaban 1.200 personas.
Pese a lo prometido, el proceso de inversiones jamás se concretó y, años después, se presentó en concurso de acreedores tras alcanzar una deuda de 230 millones de pesos.
Desde entonces, han fracasado diversas iniciativas. Lo que sí había corrido con mejor suerte en la última licitación fueron las marcas Sandy, Yogurbelt, Saavedra y Lactona, que fueron adquiridas por Baggio y La Serenísima.
Además, en 2009 un grupo de inversores chinos, junto con socios de la Cámara de Autoservicios y Supermercados Propiedad de Residentes Chinos de la República Argentina, pagaron $ 7 millones y se quedaron con la marca Gándara. Previamente se habían rematado otras ocho fábricas, entre las cuales se encontraban las de Pilar, Carapachay y Chubut. En tanto, las intalaciones de Chascomús siguen esperando correr la misma suerte.