“La clase política no está viendo la dimensión de la crisis”

20 abril, 2021

Lo afirmó César Litvin, contador público nacional y profesor titular de Impuestos de la Universidad Nacional de Buenos Aires, al referirse al “círculo vicioso” que conjuga “impuestos excesivos, menor actividad económica, menor consumo, más pobreza, más gasto público, más planes sociales”.

Consideró además que la inflación no se reduce “con control de precios ni presión en la cadena productiva”, sino que la causa es “el excesivo déficit fiscal que hay que financiar”. Dijo que se está repitiendo “la fórmula del fracaso que se ha intentado muchas veces y no ha funcionado”.

Litvin sostuvo en Ser Industria Radio que también que se necesita de la política “coraje y valentía” para encarar cambios duros y traumáticos que se deben encarar “porque no podemos permitirnos tener tanta pobreza en un país productor de alimentos”.

La inflación parece incontenible y tuvo un fuerte crecimiento en marzo. ¿Es posible ponerle freno?

La inflación no depende tanto de los medicamentos que se están usando, del control de precios, de presión en la cadena productiva… Me parece que la causa que la genera es el excesivo déficit fiscal que tiene Argentina y que hay que financiar.  Hoy se alinearon todos los planetas malos porque tenemos alta inflación, un gasto público récord del PBI, presión fiscal récord y récord de pobreza. Entonces da la sensación de que algo se está haciendo muy mal. Si la emisión va a financiar el exceso de gasto público, donde una parte es superfluo e improductivo. Nadie habla de eso, que genera emisión porque no tenemos crédito público externo ni interno. Los impuestos no dan para más, aún cuando quieren aumentar pero no va a aumentar la recaudación. Entonces es preocupante porque la inflación es el impuesto de los pobres, porque quien más la sufre es la gente más necesitada cada vez que quiere comprar sus necesidades básicas, que son exclusivamente alimentos.

¿A su criterio qué la origina?

No depende de un control de precios, ni de una situación coyuntural donde hay alguien que quiere ganar un poco más. Las causas que generan inflación son muchas, pero básicamente una muy significativa es la gran emisión monetaria, el gran déficit fiscal que hay que financiar y genera circulación de moneda donde cada vez el peso vale menos. No es que aumente el dólar, baja la cotización de nuestra moneda. Entonces no nos preocupemos por el dólar sino por nuestra moneda. Además, la inflación es un tóxico en toda la economía y en los impuestos distorsiona todo, incluso cómo se debe medir la verdadera capacidad económica de quienes pagan impuestos. Porque básicamente el sustento teórico para cobrar impuestos, es cobrarle a los que tienen capacidad económica. La inflación mensual está en niveles alarmantes y la proyección del año está lejos del 29% prometido. Esto también distorsiona todas las capacidades contributivas y obviamente repercute en la confianza, en la seguridad jurídica y en la toma de decisiones para invertir.

Históricamente incrementar la carga positiva genera mayor desocupación y pobreza. ¿Por qué se insiste con esta fórmula?

Es la fórmula del fracaso, la que ya se ha intentado muchas veces y no ha funcionado.  Sólo hay que mirar 10 países que en los últimos 20 años han hecho una marcada reducción de sus impuestos para atraer inversiones. En el mediano plazo eso les generó mayor recaudación por el movimiento que tiene la actividad económica. Es el círculo virtuoso de impuestos razonables que generan inversión, más actividad económica, más consumo, también más empleo, menos pobreza y menor gasto público. Nosotros vamos en el camino inverso. Tenemos impuestos excesivos y es un verdadero espanta inversiones, porque en lugar de generar más recaudación, la baja y se van fortunas, talentos, emprendedores, empresas. Queda menor cantidad de gente para sostener con más esfuerzo el gasto público. Para que se entienda: no es lo mismo levantar una sola persona 100 kilos que levantarlos entre 10. Entonces cada vez son menos los que van a sostener el enorme peso del gasto público donde no vemos voluntad política de apuntar al gasto improductivo, a los puestos de trabajo que no aportan valor, donde existen muchos ñoquis, muchos gastos de viáticos y parece que estamos de fiesta, cuando en realidad enfrentamos una situación de crisis.

Hay muchos más egresos que ingresos…

De alguna manera el Estado es como la familia. Si vos ganás 100, gastás 150 y no asumís que tenés que bajar los 150 porque no te alcanza, en algún momento te dejan de financiar. El Estado tiene la maquinita. Pero impuestos excesivos, menos inversión y entramos en un círculo vicioso: menor inversión, menor actividad económica, menor consumo y esto va a generar más pobreza, más gasto público, más planes sociales y de nuevo se retroalimenta con aumento de impuestos. Es la fórmula que no funciona. Fijémonos, por ejemplo, en Irlanda. Hizo un plan económico en la década del 80 donde estaba con parámetros macroeconómicos peores que la Argentina. Mucho caos social, endeudamiento. Los impuestos a las rentas estaban en el 58%, nadie iba a invertir, porque hay que tener en cuenta que los capitales son mimosos, van donde mejor lo tratan. Entonces Irlanda, hizo un plan económico y social que consistió en decir “sacrificio ahora y beneficio a largo plazo”.  ¿En qué consistió el sacrificio? Una austeridad muy significativa del gasto público, una baja contundente de los impuestos, del 58% bajaron al 12,5%. Una década después, porque esto no se hace de un día para otro, se instalaron Google, Apple, todas las tecnológicas. Hoy Irlanda, los “Tigres verdes”, es uno de los países europeos más importantes, más ricos, por la cantidad de valor agregado que genera, las inversiones que se instalaron. Entonces creo que hay que definir.  ¿Queremos generar más actividad económica? Para eso debemos dar seguridad jurídica y un atractivo sistema tributario. 

¿Hay inversores interesados en nuestro país?

Cuando se acercan inversores del exterior, ya hace un tiempo que no vienen, lo primero que nos preguntan es cómo es el sistema tributario en Argentina. Y confieso que me da pudor decir que hay más de 170 tributos entre nación, provincias y municipios y lo que es peor, es que parte de ellos son distorsivos. Por ejemplo, ingresos brutos, que ya no existe en el mundo. Es el peor de los impuestos, de la edad media, que empobreció a España en su momento. Nosotros lo tenemos, le estamos dando vía libre a los gobernadores para seguir cobrándolo. 

¿Por qué es el peor impuesto? 

Porque se va repotenciando y trasladando en cada una de las etapas. Tiene si se quiere, lo digo irónicamente, una sola virtud: el que lo paga no lo ve y está cuando consumís o a pagás un servicio. Si se le da un cheque en blanco a los gobernadores suspendiendo el pacto fiscal, lo que se está haciendo es perjudicar el bolsillo a los contribuyentes. Considero que ingresos brutos debería discriminarse para que el consumidor sepa cuánto se lleva el Estado y cuánto le queda a la empresa.

¿Este esquema tributario es un error inadvertido o un modelo para sostener los privilegios políticos y un estado cada vez más grande e inviable?

Creo que la clase política no está viendo la dimensión de la crisis ni la urgente necesidad de que hay que poner a las finanzas públicas en terapia intensiva con respirador. Porque algunos siguen gastando como si el Estado son otros y desde ese punto de vista hay que tener en cuenta que hay que hacer un plan de austeridad, gastar exclusivamente lo indispensable. Dejemos viáticos, choferes… Fui hace unos años a Dinamarca y a Suecia. Allí los legisladores van en bicicleta, los funcionarios públicos son austeros en sus gastos y a sus países les va bien. Entonces acá hay que atraer inversiones, pero dar el ejemplo con un gasto público adecuado a las necesidades. En una familia si no nos alcanza la plata no vamos a ir a comer afuera, contratar un chofer, viajar al exterior… Hay que adecuarse y lo primero que viene antes de hablar de cualquier reforma tributaria es qué le vamos a exigir al Estado, que tendrá que financiar, de que se tendrá que hacer cargo. Por el otro lado, un contenido muy importante es qué hacer con la pobreza. Este tema afecta a la dignidad humana y no veo nada que se esté haciendo en el sentido correcto. Me parece que faltan ideas superadoras. 

¿Por ejemplo?

Me alejo de mi especialidad. Nosotros tenemos aglutinada en el conurbano bonaerense mucha pobreza, gente desocupada que no vive en condiciones dignas. Por el otro lado, hay muchos lugares del interior para cultivar, sacar riqueza del suelo. Se podrían formar cooperativas de trabajo, como han hecho otros países, para que esta gente no esté hacinada en el conurbano. Darles una vivienda digna, enseñarles a trabajar la tierra, a   agregar valor, formar cooperativas agrícolas ganaderas y darles la posibilidad de que tengan buena alimentación, buena educación para sus hijos. Hoy se gasta en planes sociales sin contraprestación de trabajo. Hay nietos que nunca vieron trabajar a sus abuelos y un país puede ser viable si hay espíritu de trabajo, no espíritu de vivir del Estado. El Estado se tiene que hacer cargo de necesidades esenciales, no de las individuales, pero para ello hay que crear una serie de trabajos organizados. Con lo que se gasta en planes sociales, se pueden hacer determinados asentamientos. A la Argentina, a diferencia de otras partes del mundo, le sobra tierra productora de alimentos. ¿Cómo puede ser que haya gente pobre que no tiene para comer? Es un contrasentido. Hay que trabajar con la pobreza y hay fórmulas para hacerlo, pero no estamos utilizando el camino más adecuado. 

¿Respecto a esa reforma tributaria, cuáles serían los principales aspectos a considerar? 

Lo primero es la estabilidad fiscal. Un inversor que viene a poner dinero necesita normas estables. Si le cambian el arco todos los días y se lo agrandan cada dos meses, se va. Segundo, formular un sistema tributario que atraiga inversiones. Hay herramientas que se pueden usar para motivar determinadas conductas, actividades. Por ejemplo, si queremos que las empresas inviertan en tecnología, hagamos un sistema de amortización acelerada. ¿Qué significa? Que todo lo que es una inversión en lugar de deducirlo en 10 años, lo deduzcamos en un solo año. ¿Qué haría con ganancias? Primero trataría de contemplar bien la inflación, bajar la alícuota en sentido contrario de lo que están haciendo. Cambiar la ley de coparticipación que está obsoleta, es de la década del 80. Además, no estamos cumpliendo con la manda constitucional, venció el 31 de diciembre de 2016, la reforma que debería haberse hecho régimen de coparticipación. Entonces una vez que cambiemos el régimen de coparticipación, será más justo, más equitativo.

Y algo muy importante, que el inversor lo puede ver rápido, es reducir la cantidad de impuestos. De los poco más de 170 tributos, sólo 11 recaudan el 90%. Están sobrando un montón. Siento, como tributarista, de más de cuatro décadas, que hay una anarquía en el tema tributario. Los gobernadores hacen lo que quieren con los impuestos provinciales y los intendentes hacen con las tasas, cobran verdaderos impuestos disfrazados de tasas. Básicamente la tasa se cobra por la prestación de un servicio y la relación del monto, tiene que ver con el costo de la prestación del servicio. Pero se está cobrando en función de la capacidad económica. Algunos municipios cobran en función del ingreso de la empresa. ¿Qué tiene que ver con el servicio que se recibe el ingreso de la empresa? Esto va para la política. Me parece que hay que modificar la ley de coparticipación y limitar la voracidad fiscal que tienen muchos políticos para gastar a mansalva. Si no tomamos noción de esta situación, vamos a seguir con la fórmula de más inflación, más pobreza, más decadencia. Creo que el político tiene que ver más la realidad de lo que necesita la gente y tener todo el coraje y la valentía para encarar estos cambios que son duros, traumáticos, pero hay que empezar porque no podemos permitirnos tener tanta pobreza en un país productor de alimentos.

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