Los ciudadanos de esta histórica Nación nos quieren y siguen con atención lo que le pasa a nuestro país y a nuestro pueblo. Basta de decir que cuando la escuadra “azzurra” queda afuera en los mundiales de fútbol, la amplia mayoría de la población alienta al equipo de Argentina. Esto no se da, en muchos otros países. Creo que, últimamente, también suecede en Bangladesch, por la simpatía y admiración que despierta Lionel Messi.
Pero el sentimiento italiano no se vincula a un jugador. Responde a que de norte a sur y de este a oeste, de sus 20 regiones, han emigrado italianos a la Argentina y en nuestra tierra, en la mayoría de los casos, pudieron desarrollar sus vidas.
Hoy ven con tristeza y asombro, lo que nos pasa. No pueden entender cómo, con tantos recursos, estamos tan mal. Esto ya no es novedad, conocen bien la situación, porque lo ven en todos los medios a los que todos tenemos acceso. Es algo coincidente.
El Papa Francisco dijo alguna vez que “somos el país de las oportunidades perdidas”. La responsabilidad es nuestra. El problema es que muchas veces se le quiere echar la culpa a alguien y por lo general, el que vive echando la culpa a otro, lo hace porque quiere sacar provecho del mismo.
El ciudadano italiano, en su amplia mayoría, es muy criterioso. Pero nosotros le mentimos al médico. Queremos que nos cure, pero le ocultamos el diagnóstico, porque sabemos que somos parte del problema. El sector empresario, el sector sindical, el sector gobierno, todo el mundo, tiene miedo a perder algo de lo que “conquistó”. Nadie quiere ceder, cada uno tiene su “quintita” y no está pensando en el país como tal. Lo raro sería que funcione.
Eso acá es advertido por la gente común, de la calle, que sabe lo que significa el sacrificio. En Italia la gente no se retira de la actividad, porque la jubilación también es insuficiente. Entonces cultivan si tienen un metro cuadrado, abonan la tierra con la cáscara de los huevos, el que puede cría gallinas. Algo de trueque existe, pero lo hacen por cosas de calidad. Buscan a quién hace la muzzarella como nadie y lo cambian por el aceite que producen.
Esta forma sigue funcionando, no es mal vista. Creo que la diferencia la marcó que este pueblo pasó guerras, hambre y si bien la juventud no lo ve de la misma manera, todavía se conserva esa cultura. Los hermanos de mi padre tienen 80 años y siguen trabajando, yendo a pescar.
Desde esta parte de Europa, son muy pesimistas respecto a Argentina y, lamentablemente, comparto esa visión. Porque nuestro problema ya es profundamente humano, no sólo económico o moral, sino de los valores que están trastocados.
Quisiera equivocarme y que se equivoque toda la gente de acá. Pero creyendo que la vida es luchar para imponerse al otro porque piensa distinto, será imposible avanzar.
Darle dinero al que no trabaja, es un método que no funciona en ningún lado.
Por Roberto Pennisi, empresario argentino en Italia.