Esta producción contó con el apoyo de los Centros de Desarrollo Vitícola, en el marco de un convenio entre el INTA y la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), mientras que las uvas fueron seleccionadas por los enólogos del Laboratorio de Enología del INTA Mendoza para representar al país.
Según explicó el enólogo Santiago Sari, la cepa es de una riqueza aromática importante, con descriptores de aromas florales y representativa de los vinos blancos tradicionales de nuestra tierra.
De esta forma, se reemplazará la tradicional variedad utilizada para la elaboración del vino papal, la Moscatel de Alejandría -un cepaje muy antiguo y aromático del Norte de África- por una más representativa de la Argentina: el Torrontés Riojano.
La iniciativa se enmarca en un acuerdo logrado tras una visita de la Presidenta de la Nación Cristina Fernández y el titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez al Vaticano.
En esa oportunidad, los funcionarios nacionales entregaron al Papa la primera partida del vino especial que las provincias vitivinícolas argentinas elaboraron especialmente para que el Sumo Pontífice celebre la misa.
“El Papa argentino ya tiene su vino nacional, elaborado por bodegas argentinas, por ingenieros del INTA, con los mejores productos de nuestro suelo. Las mejores capacidades del país están puestas en este producto”, aseguró Domínguez, y explicó que “la Argentina cuenta con una excelente producción vitivinícola, tanto en cantidad como en calidad. Llevarle al Papa Francisco nuestro vino, además de contribuir a su promoción, es un homenaje para el Sumo Pontífice”.