La Central Nuclear, alcanzó hoy el 100% de su potencia, entregando energía al Sistema Interconectado Nacional (SIN) para más de 3 millones de argentinos.
Este logro es el hito máximo en el inicio de la operación de la central, que comenzó el 27 de junio del año 2014, con los primeros megavatios entregados a la red, luego de haber alcanzado el 3 de junio la primera criticidad en el reactor. Desde esa fecha, ha ido incremento su aporte en forma escalonada.
Según el Gobierno Nacional, en la actualidad el Estado argentino es propietario del 45 por ciento del sistema energético nacional y la propiedad en manos de privados extranjeros se redujo del 80 al 23 por ciento. Otro de los datos vertidos por el Gobierno fue que la Argentina regresó al “selecto grupo de once países que pueden producir uranio enriquecido”.
La Central Nuclear Atucha II, es una planta nucleoeléctrica con una potencia bruta de 745 MW eléctricos a base de uranio natural y agua pesada.
Al respecto, el Ministro De Vido recalcó que la central nuclear: “Significa soberanía nacional, significa desarrollo tecnológico nacional, significa la vuelta de los científicos a la argentina, la formación de nuevos científicos y fundamentalmente una matriz energética de raigambre popular, al servicio del desarrollo industrial y de la calidad de vida de la gente”.
El Ministro indicó que “Argentina está presente en el mundo, con el manejo del uranio enriquecido, del agua pesada, y ahora del agua liviana”, y subrayó que “el desafío ahora son dos centrales nucleares más”. “Atucha II, Néstor Kirchner, pasó a la historia, ahora hay que pensar en la (central nuclear) III y en la IV.
Esto lo haremos nosotros o quienes, en la continuidad histórica, piensen y sientan dotar al país de un sistema energético autónomo, propio”, afirmó el titular del área de Planificación Federal.
La piedra fundamental se colocó en 1982, y entre 1994 y 2006 estuvo paralizada, hasta el relanzamiento del Plan Nuclear Argentino impulsado por el Gobierno Nacional y gestionado a través del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios.
El reinicio de la obra representó la recuperación de técnicos y profesionales especializados, así como contratistas y proveedores, formación de soldadores, cañistas, montadores de calidad nuclear, entre otras especialidades que habían desaparecido, recobrando las capacidades nacionales para el diseño y construcción de centrales nucleares de potencia en el país.
La finalización de la central tuvo un impacto socioeconómico positivo en la localidad de Lima, al ser el empleador principal de la región. La planta llegó a ocupar a más de 6.900 personas, de las cuales un 10% fueron mujeres, una proporción inusual en la industria de la construcción. El agua pesada y los elementos combustibles necesarios para la central son producidos en el país.