Luiz Inácio Lula da Silva decretó la intervención de las fuerzas de seguridad de Brasilia, al reaccionar enérgicamente ante las acciones desplegadas por los seguidores de su antecesor, Jair Bolsonaro. Cientos de personas habían invadido las sedes del Poder Ejecutivo, la Corte Suprema y el Congreso.
La medida tendrá vigencia hasta el 31 de este mes. El intento golpista recibió el inmediato repudio de los gobiernos de América y Europa. En el mismo se expresaron dirigentes de todo el arco político argentino.
Los manifestantes, que pedían una intervención militar para derrocar a Lula, quien asumió su cargo hace apenas una semana. Sorprendieron al superar la barrera policial y subir la rampa de acceso a los edificios de las cámaras de Diputados y Senadores, los jardines del Planalto y los Tribunales.
Lula, quien visitaba el interior del estado de Sao Paul, designó como interventor a Ricardo Capelli, secretario general del ministerio de Justicia, quien ejercerá la máxima responsabilidad en el área de Seguridad, subordinado directamente al presidente.