“Estamos a pocos días de Navidad y Año Nuevo. Por eso elegimos una mesa navideña para ilustrar cómo nos afecta la inflación. Incluye pan dulce, budín, garrapiñadas, sidra, gaseosa, almendras con chocolate, postre y turrón de maní, productos típicos de las fiestas. Analizamos que ese momento en familia, calculado para 10 personas, nos cuesta 25 veces lo que costaba en 2017. Perdimos un total de 368 brindis”, explica Natalia Ariño, Economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA).
Estos son algunos de los datos que surgen del “Changómetro Fiestas”, el informe especial de FADA. Según lo publicado por INDEC, la inflación interanual de noviembre llegó al 160%, con una acumulada para 2023 de 148,2% y un diciembre que se estima con piso del 20%.
“El déficit fiscal es la madre de la emisión monetaria y de la inflación. Para bajar la inflación es necesario apuntar a eliminar ese déficit fiscal y acompañarlo de un plan económico consistente y credibilidad en el gobierno y el equipo económico”, afirma Nicolle Pisani Claro, economista de FADA.
¿Cómo pueden ser en los próximos meses?
“Los salarios vienen muy golpeados, han perdido el 25% del poder de compra desde diciembre de 2017. Esto significa que, si una persona podía comprar cuatro paquetes de algún producto, hoy solamente puede comprar tres con su salario”, ejemplifica Pisani Claro.
Ante las medidas anunciadas por el Ministerio de Economía, la finalización del programa Precios Justos, el sinceramiento de distintos precios de la economía que estaban pisados y la reducción de subsidios a transporte y energía, se espera un verano muy caliente en términos de inflación.
Se estima que en diciembre tiene un piso del 20% de inflación y se esperan para enero y febrero valores que rondarán también el 20%, con estimaciones que incluso llegan al 40%.
“Si se consigue el éxito de las medidas, la inflación podría comenzar a desacelerarse en los meses siguientes, aunque seguiría en niveles elevados”, sostienen las economistas.
La mesa navideña golpeada por la inflación
Explica Ariño que “por la fecha, nos concentramos en productos clásicos de las fiestas y descubrimos que armar una mesa dulce para el brindis de medianoche en 2017 nos salía $650 y ahora $16.400”.
“Es ya un ritual cuando llegan las 12, levantar las copas y comer dulces en las fiestas. Desde el típico pan dulce hasta las garrapiñadas, ¿cómo golpeó la inflación en estos últimos seis años?”, se preguntan las economistas.
Con $5.000 en 2017 podíamos comprar 78 panes dulces, hoy solamente nos alcanza para 2. Perdimos 76, en seis años. Si lo vemos en el turrón de maní, antes comprábamos 284 y hoy sólo 10, terminamos con 274 paquetes menos. En el caso de las garrapiñadas pasa igual: antes nos alcanzaba para 322 paquetes y ahora tan solo 9.
“La situación se repite con el postre de maní, las almendras con chocolate, el budín. Cada producto de nuestra mesa dulce se ha visto afectado por la inflación. Con $5.000 hace seis años comprábamos 133 postres de maní o 52 paquetes de almendras con chocolate o 119 budines. Hoy nos alcanza solamente para 4 postres o 3 paquetes de almendras o 7 budines”, analizan desde FADA.
¿Es posible bajar la inflación?
El Changómetro demuestra que la inflación afecta a todo tipo de productos y rubros. Suben los alimentos, los productos de limpieza, la nafta, la ropa, los servicios y así se podría seguir.
En relación a la ropa y el calzado, las mismas prendas que en 2017 salían $1.000, hoy nos cuestan $27.000, 27 veces lo que costaba.
Pasa igual con una compra de súper. El mismo changuito, con los mismos productos que hace cuatro años costaba $1.000, hoy asciende a $26.740, 26 veces lo que costaba.
Desde FADA afirman que se puede controlar la inflación si se tienen en cuenta tres focos claves, “si alguna de esas no se cumple, ya no va a tener resultado”, sostienen. Las medidas son: reducir la emisión de pesos, gastar menos de lo que se recauda (equilibrio fiscal) y la confianza en la economía del país.
Hay que dejar de imprimir pesos. Esto es algo que países vecinos han entendido y han mantenido a lo largo de las últimas décadas, permitiéndoles tener una inflación bajo control. El Changómetro muestra que el problema no son los precios, son los pesos y su pérdida de valor.
Para dejar de imprimir pesos es necesario contar con equilibrio fiscal. Los gobiernos tienen que dejar de gastar más de lo que recaudan por impuestos. No hay otra opción que controlar el gasto público para controlar la inflación.
Otro punto indispensable es generar confianza en nuestra moneda: “Los pesos, al igual que cualquier moneda, no son más que un papel impreso, por lo que su valor está determinado por la confianza que genera el país que lo imprime.”, explica Ariño.
“Por esto, la solución pasa también por generar confianza, en la salud y el rumbo de la economía de un país. Para ello, es necesario un plan económico consistente que sea capaz de ir solucionando los grandes desequilibrios macroeconómicos del país”, concluyen.