El 80% de las emisiones mundiales de carbono son generadas por la energía utilizada en el transporte e industrias. Por ese motivo, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima de 2023 (COP28), más de 120 países acordaron duplicar la eficiencia energética y triplicar el despliegue de energías renovables para 2030.
Un compromiso que no sólo pretendió impactar a nivel ambiental, sino también, procuró crear argumentos empresariales a favor de la eficiencia energética y particularmente, hacia la transición a fuentes renovables.
¿Qué quiere decir esto? La optimización del uso de la energía genera un triple impacto de valor: impacto en costos: al minimizar costos relacionados con la energía y optimizar las inversiones; impacto en emisiones: reducción delas emisiones generadas por las operaciones mediante iniciativas con retorno sobre las inversiones; impacto reputacional, Promover prácticas de sustentabilidad tangibles para afianzar inversores, clientes y cumplir con las regulaciones.
Todas las grandes compañías necesitan trabajar en su transición energética, comenzando a consumir fuentes renovables y sostenibles. Este proceso implica la transformación de la infraestructura energética, la eliminación gradual de los combustibles fósiles y la adopción de tecnologías y prácticas más limpias y eficaces.
En esta línea, un informe del Word Economic Forum dio a conocer que alrededor del 60% de la electricidad de América Latina y el Caribe proviene de fuentes de energías renovables, lo que, en comparación, representa el doble del promedio mundial. En este sentido la región y, especialmente países como Argentina, Brasil, Chile y México, se presenta como un lugar de gran potencial para el desarrollo de una transición sostenible hacia la energía limpia. Esto colaborará en el camino hacia una nueva economía energética mundial.
Hoy las tendencias del mercado energético demuestran la necesidad de reducir la demanda y descarbonizar el suministro de energía. Esta visión resulta ser económicamente viable para las empresas y atractiva para los inversores, lo cual convierte al camino hacia la eficiencia energética en un proceso real, integral y sostenible.
Transición
Asimismo, es una realidad que gracias a los avances tecnológicos y al mejor uso y análisis de los datos, las organizaciones tienen más oportunidades para lograr mayores ahorros y acelerar su transición a cero emisiones. Pero la clave está en la eficiencia operativa digitalmente habilitada, es decir, en la capacidad de utilizar la inteligencia para optimizar procesos y costos, tanto energéticos como operacionales, repercutiendo en la rentabilidad de la compañía.
“El desafío está en buscar, concebir y convertir a la eficiencia energética en una capacidad integrada para el negocio. De esta forma, la conciencia de ahorro hacia la transición energética será parte integral de las estrategias y planes de toda la compañía con beneficios significativos, alcanzando una transición justa y completa”, destaca Nicolás Ruiz Moreno, Senior Manager de Eficiencia Energética de Accenture Argentina.
Agrega que “hemos investigado y determinado que se puede reducir entre un 20 a un 30% el uso de energía mediante la implementación de mejores prácticas de eficiencia energética”. Asimismo, explica que, para alcanzar este objetivo, las organizaciones deben de pensar en un Sistema de Gestión de la Energía (SGEn) integral y sostenible.
Objetivos
El mismo, debe estar basado en un conjunto de herramientas orientadas a la mejora continua del desempeño energético y planteando objetivos de corto, mediano y largo plazo.
Corto plazo (6-12 meses): el foco estará en la recolección de datos, identificación de anomalías y oportunidades inmediatas para crear un panorama general del uso de la energía, así como el impulso de campañas y acciones que ayuden a modificar el comportamiento de los colaboradores y, consecuentemente, ahorrar energía.
Mediano plazo (1-2 años): las empresas deben centrarse en la optimización a partir de mejoras continuas y la incorporación de decisiones de eficiencia energética en controles y procesos automáticos en sus edificios, transportes y operaciones, incluso extender la mirada a clientes, proveedores y colaboradores.
Largo plazo (2 años en adelante):con un enfoque de Reinvención Total de la Empresa, las compañías tienen que ir un paso más allá y transformar de dónde proviene su energía.
Oportunidad e impacto en los negocios
Un ejemplo de cómo Accenture colaboró con una estrategia para alcanzar la eficiencia energética se convierte en realidad, es el caso del Metro de Madrid. Allí, mediante el desarrollo de un sistema de ventilación basado en IA, se logró mejorar el sistema de ventilación reduciendo el costo de operación en un 25% y evitando la emisión de 1,800 toneladas de CO2. Sin embargo, no solo las industrias de gran uso energético se pueden ver beneficiadas.
También puede aplicar a un negocio minorista promedio: si logra reducir los costos energéticos en un 20%, este puede aumentar tanto su rentabilidad como las ventas hasta en un 5%, según investigaciones de Accenture.
En este sentido, “implementar procesos y herramientas para lograr eficiencia trae múltiples beneficios a las empresas de todos los sectores. Sin embargo, aún existe la percepción de que las medidas para la eficiencia energética son un programa aparte, cuando en realidad deberían estar integradas en la estrategia y operaciones diarias de la compañía”, concluye Ruiz Moreno.