Durante su disertación ante las Naciones Unidas (ONU), el Presidente Javier Milei, apuntó contra el organismo internacional y rechazó el Pacto del Futuro firmado por 143 países que establece 56 puntos, además de un plan de acción para abordar los desafíos globales. La postura del liberal libertario generó preocupación e incertidumbre, además de sumar un obstáculo a la intención que el propio gobierno tiene de sumarse a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

En este sentido, Elisabeth Möhle, investigadora en Fundar, remarcó en Ser Industria Radio que para ingresar en el organismo internacional es necesario contar con “una agenda ambiental sólida. Realmente no se entiende cómo queremos insertarnos en el mundo ni a quienes queremos como aliados. Tampoco qué agenda de desarrollo queremos promover. Es muy confuso”.

Al referirse al discurso de Milei en New York, la licenciada en Ciencias Ambientales señaló que “se pueden tener muchas opiniones sobre cómo funciona la ONU y cómo se implementan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero rechazarlos de plano y alejarse así de las posiciones que tienen los países democráticos, liberales, desarrollados, donde la gente vive bien, es preocupante”.

En este sentido, consideró que el mundo va en dirección a reducir los impactos ambientales, al desarrollo sostenible y la adaptación al cambio climático. “Es una cuestión moral de proteger el planeta y también económica”. Asimismo, manifestó su preocupación respecto a cuáles son nuestras alianzas políticas y nuestra inserción internacional.

Contradicciones

“Si los ODS, que entre otros plantean erradicar el hambre, garantizar el acceso a la salud, a la energía, no son los objetivos de desarrollo de este gobierno, entonces, ¿cuáles son?”, se preguntó la especialista.

A su vez, Möhle sostuvo que la postura del Milei puede ser un grave error incluso para sus alianzas con inversores extranjeros. En ese sentido, señaló a Elon Musk, quien tiene entre sus principales empresas la fabricación de autos eléctricos con Tesla.

“Si pensáramos en las inversiones de Musk, tendríamos que tener una narrativa más inteligente respecto de la transición ambiental. Esto no significa después que uno se da vuelta y por suscribir esos objetivos, tiene que cerrar Vaca Muerta, no funciona así. Cada país decide cómo implementarlos“, afirmó.

Al respecto, consideró que “hay preguntas para hacerse que tienen más que ver con el desarrollo y la cooperación internacional. Hay muchas cosas sobre las cuales hacer un doble clic desde una mirada progresista respecto del orden global. Pero para eso no hay que ir a votar en contra de objetivos que son nobles”.

En la ONU, Milei señaló que la “Agenda 2030” había fracasado. Para Möhle eso no es así. “Es una agenda relativamente novedosa. Originalmente existían los objetivos del milenio, que eran solo sociales a cumplir con el año 2000, a los cuales después se adosaron otros que tienen que ver con cuestiones ambientales, como la protección del clima y de los ecosistemas. La humanidad está en proceso de intentar cumplir esos objetivos. No es fácil, pero tampoco fracasaron”.

Desarrollo verde

La investigadora de Fundar consideró que es necesario debatir sobre cómo el desarrollo sostenible impacta en los países del sur global. “Hay una carrera tecnológica verde entre Estados Unidos, China y Europa. Estamos viendo quién es el dueño de todos los autos eléctricos, quién va a vender los paneles solares, etc. Y ahí hay muy poco espacio para el sur global. Pero eso no significa que fracasó la agenda. Hay que tener esas discusiones, pero no decir que firmar un objetivo respecto del cambio climático es intervencionista y que eso fracasó. Eso es mezclar muchísimo los términos”.

El discurso de Milei, causó preocupación en el sector privado, sobre todo entre los actuales y futuros exportadores. A partir del 1 de enero de 2025, la Unión Europea prohibirá la importación de materias primas provenientes de zonas deforestadas después de 2020 y China estudia medidas similares. En este contexto, Möhle explicó que “las empresas serán las responsables de demostrar que sus productos no provienen de zonas deforestadas. En principio, no deberían recibir un castigo por ello”.

Sin embargo, aseguró que hay aspectos cruciales relacionados con la gestión de los ecosistemas, la transparencia y la accesibilidad de los datos que permiten validar dónde se produce la deforestación y dónde no. “Eso requiere un soporte estatal“, acotó.

Por eso, consideró que el Estado debe desempeñar un papel fundamental, brindar herramientas y apoyo para que las empresas puedan demostrar la trazabilidad de sus productos y cumplir con las regulaciones internacionales. “Si el Estado pierde sus capacidades, ignora estos temas o no se prepara para las nuevas regulaciones, corremos el riesgo de quedarnos rezagados y hacerle la vida más difícil a las empresas”, advirtió la investigadora.