El río Paraguay, columna vertebral del transporte fluvial del vecino país, atraviesa uno de los peores momentos en décadas debido a la prolongada sequía que afecta a la región. Esta situación no solo impacta en el ecosistema y la navegabilidad, sino también en la competitividad del comercio exterior paraguayo, que depende en gran medida de este recurso hídrico.
Uno de los efectos críticos que genera la bajante se vincula al transporte de mercancías. Gran parte de lo que Paraguay compra y vende en el exterior se desplaza a través del río y las complicaciones en la navegación elevaron los costos de las importaciones, como en el caso de los combustibles, que impacta directamente en los precios finales de muchos productos de consumo básico.
De prolongarse, esta situación podría generar complicaciones económicas que profundicen la preocupación del país, cuyo acceso al mar está limitado por ser una nación mediterránea.
La sequía
Julián Báez, director regional de América de la Organización Meteorológica Mundial, afirmó a lanación.com.py que la sequía es la principal causa de la extrema bajante del río Paraguay. Esta situación se ha visto agravada por la disminución de las lluvias en el Pantanal, principal fuente de agua del río y los cuatro años consecutivos de precipitaciones por debajo de la media en esa región.
La falta de lluvias afecta el caudal del río, que actualmente registra niveles alarmantemente bajos. El comportamiento hidrológico del río Paraguay también se ve afectado por las escasas precipitaciones en su cuenca media, entre los ríos Apa y Pilcomayo.
Normalmente, estas lluvias ayudan a mantener un caudal adecuado al sur de Concepción, lo que no ha ocurrido en los últimos tiempos, contribuyendo al rápido descenso del nivel del agua. Cuando estas precipitaciones ocurren en exceso, son las causan inundaciones en Asunción y sus alrededores.
El Paraguay es un río de llanura, con una pendiente muy baja y amplias planicies de inundación. Estas características lo hacen particularmente sensible a los cambios en los niveles de precipitación. A lo largo de su curso, el río se divide en cuatro zonas, desde su origen en el Pantanal hasta su confluencia con el río Paraná.
En tiempos normales, su caudal medio varía entre los 3.000 y 4.000 metros cúbicos por segundo, con máximos de 12.000 y mínimos de 800. Sin embargo, la falta de lluvias ha reducido estos flujos considerablemente, afectando tanto a la vida acuática como a las actividades humanas que dependen de este recurso.
El cambio climático y el uso del suelo también tienen un impacto significativo en el comportamiento del río. La deforestación y el cambio de uso del suelo han reducido la capacidad de las zonas aledañas al río para retener humedad, lo que agrava los efectos de las sequías y acelera los procesos de erosión. Esta situación genera que las lluvias intensas se conviertan rápidamente en caudales aumentados, causando desbordes que afectan tanto a las poblaciones como a la biodiversidad.
Impacto económico
La bajante del río Paraguay no solo afecta al medio ambiente, sino que también tiene repercusiones económicas graves. Uno de los sectores más perjudicados es el de la navegación, que enfrenta dificultades para movilizar las embarcaciones por la falta de profundidad en varios tramos del río. Esto ha obligado a muchas barcazas a detenerse en puertos como el de Pilar, encareciendo los costos de transporte y afectando la cadena logística de exportación e importación.
Una solución a corto plazo ha sido el dragado de los tramos más críticos del río, lo que permite aumentar la profundidad y garantizar el paso de las embarcaciones.
Sin embargo, los expertos advierten que esta no es una solución permanente. Si bien el dragado puede aliviar temporalmente los problemas de navegabilidad, existe preocupación sobre el impacto en la geomorfología del río. Modificar el fondo del cauce podría acelerar aún más el descenso de los niveles de agua en ciertos puntos, lo que agravaría la situación a largo plazo.
Cambio climático
El cambio climático es, sin duda, uno de los factores clave detrás de las fluctuaciones extremas en los caudales de los ríos. Los gases de efecto invernadero, emitidos principalmente por la quema de combustibles fósiles y la deforestación, alteraron el equilibrio, causando tanto sequías más prolongadas como lluvias más intensas.
Estas alteraciones no solo afectan al río Paraguay, sino también a otras cuencas hídricas importantes de la región, como el río Paraná.
Los expertos coinciden en que es necesario implementar tanto medidas de mitigación como de adaptación. Por un lado, es crucial reducir la emisión de gases de efecto invernadero para frenar el calentamiento global.
Por otro, es urgente adoptar estrategias que permitan a las comunidades adaptarse a los cambios inevitables en el clima, como la construcción de infraestructuras sostenibles y la reforestación de áreas clave.