La industria argentina enfrenta un complejo escenario donde múltiples factores se combinan para poner en riesgo su existencia. A la falta de reformas estructurales que desde hace años vienen reclamando como la elevada presión impositiva, se le sumó la caída del consumo interno y la amenaza de la apertura de importaciones.
Ante este contexto, Martín Rappallini, presidente de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA), habló en Ser Industria Radio sobre la urgente necesidad de “nivelar la cancha” para que el sector fabril pueda competir en igualdad de condiciones a nivel global.
“Es un error decir que la industria fue beneficiada en los últimos años. La presión fiscal llegó a un 51% y hay sectores, como el automotriz, donde el 70% del costo de un vehículo corresponde a impuestos. Esto no es sostenible”, afirmó, poniendo sobre la mesa un dato alarmante al indicar que Argentina lidera el ranking mundial de impuestos a las exportaciones. Señaló que el Estado debe promover la industria, fomentar la inversión y la exportación. “Somos el país con récord de impuestos sobre la exportación”.
El presidente de la última Conferencia Industrial, que organiza la Unión Industrial Argentina (UIA) enumeró diversos factores que incrementan los costos en la industria. Más allá de los impuestos directos, destacó las distorsiones que afectan a la economía en su conjunto. “Estamos hablando de una cadena de costos: impuestos nacionales, provinciales, municipales, burocracia, regímenes laborales antiguos, costos logísticos… Todo eso se traduce en los precios finales”, explicó. Estas barreras no solo afectan a la industria, sino también al consumidor, quien termina pagando productos más caros debido a esta acumulación de sobrecostos.
Rappallini insistió en la necesidad de eliminar estas distorsiones para que los precios sean más competitivos. “Otros países han trabajado arduamente para reducir este tipo de cargas porque saben que, al final del día, todo eso impacta en los precios. No podemos competir globalmente si seguimos arrastrando estas trabas”, advirtió.
Ante este marco, pidió tener las mismas “condiciones que tiene nuestra competencia. Vamos a estar a la altura de las circunstancias, pero es un proceso de adaptación a este nuevo escenario. Como industriales, queremos competir e integrarnos, pero también queremos tener las mismas condiciones que hoy tiene el mundo, porque, si no, es muy injusto”.
El empresario remarcó que la actualidad del sector industrial es complicada en cualquier latitud del planeta. “Todo el mundo está a full, trabajando y mejorando su productividad porque acecha China con una agresividad muy grande. No podemos quedar exentos de eso. Todos los países están trabajando fuerte para ser competitivos y, al mismo tiempo, para integrarse al mundo”.
Apertura de importaciones: ¿una amenaza inminente?
La apertura del mercado a productos extranjeros sin una estrategia de adaptación, preocupa al sector industrial. “Esto impactaría sobre todo en sectores que dependen de la mano de obra intensiva, como el textil, el calzado y el mueble”, sostuvo. Rappallini destacó que, aunque el gobierno ha avanzado en ordenar la macroeconomía, todavía queda un largo camino para mejorar la competitividad sistémica.
“Este año ha sido un año para ordenar la macroeconomía y en el que viene debemos trabajar muy fuerte para ver cómo mejoramos la competitividad interna de la industria argentina”, afirmó.
“No estamos en contra de la integración internacional, pero tiene que ser gradual y coordinada. Abrir la economía sin nivelar la cancha es una receta para el desastre”, dijo, reiterando que el sector necesita tiempo y condiciones para adaptarse.
En la reciente Conferencia Industrial de la UIA, Juan Pazo, secretario Coordinación de Producción del ministerio de Economía, manifestó que “las empresas no competitivas deberán reconvertirse”.
Ante esto, Rappallini planteó un enfoque más equilibrado. Citó al economista liberal Juan Carlos de Pablo, cercano al presidente Javier Milei, quien afirmó recientemente que es un error que una empresa cierre porque su falta de competitividad se debe a problemas del Estado y no a su ineficiencia interna.
Infraestructura y cooperación público-privada
Otro aspecto crítico es la falta de infraestructura adecuada, que eleva los costos logísticos y dificulta las exportaciones. “Nuestros puertos son mucho más caros que los de Brasil o Chile. Esto no solo afecta nuestra competitividad, sino que también limita nuestras posibilidades de integración global”, dijo Rappallini.
Ante este problema, se mostró a favor de un modelo de colaboración entre el Estado y el sector privado. “Brasil ha renovado su infraestructura mediante alianzas público-privadas. Es un modelo que debemos considerar, especialmente para obras de gran envergadura como puertos y autopistas”, sugirió.
El presidente de la UIPBA utilizó una comparación que ilustra la situación de la industria argentina. “Es como pedirle a Messi que juegue con una mochila de piedras sobre su espalda. Así no hubiéramos ganado el Mundial de Qatar. Lo mismo sucede en la industria: no pedimos subsidios, medidas proteccionistas, ni ventajas, solo condiciones justas para competir en igualdad”.