El 1 de enero de 2025 se conmemora el 30° aniversario de la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), un hito significativo en el comercio internacional. Sin embargo, la integración de la agricultura al sistema multilateral, iniciada en 1995, ha sido incompleta y aún enfrenta desafíos cruciales.
A lo largo de tres décadas, el comercio agrícola ha sido testigo de avances, pero también de obstáculos que reflejan las tensiones políticas y económicas que configuran el escenario global.
La OMC, surgida tras la Ronda Uruguay, marcó un punto de inflexión en la liberalización del comercio agrícola. Los Acuerdos sobre Agricultura (AsA) y la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (AMSF) constituyeron avances clave, especialmente considerando las deficiencias regulatorias del GATT, el sistema comercial previo.
Estos acuerdos pusieron en marcha compromisos en tres áreas clave: Ayuda interna: se impusieron límites a los subsidios distorsivos, pero dejaron ciertos resquicios que han permitido su crecimiento. A pesar de las restricciones, los subsidios continúan creciendo, alcanzando los US$610.000 millones anuales, en gran parte por programas que no están sujetos a topes.
En segundo lugar, Acceso a mercados: se redujeron aranceles y se implementaron contingentes preferenciales para ciertos productos. Sin embargo, las barreras arancelarias para los productos agrícolas siguen siendo elevadas, con valores máximos que superan el 50% y en muchos casos, superiores al 100%.
Finalmente, Subsidios a la exportación: sólo 16 países tienen permiso para subsidiar exportaciones, pero con límites estrictos.
Por otro lado, el AMSF establece que los países pueden aplicar medidas sanitarias para proteger la salud, pero estas deben basarse en evidencia científica y no deben ser discriminatorias ni un obstáculo injustificado al comercio.
Aunque se reconocen ciertos avances, la situación sigue siendo compleja y la distorsión del comercio persiste, especialmente a través de barreras no arancelarias, algunas de las cuales se camuflan bajo excusas ambientales.
Un proceso que se diluyó
La ambiciosa “Ronda de Doha” se inició en 2001 con la intención de llevar la liberalización del comercio agrícola un paso más allá. A pesar de ciertos avances en las primeras fases, la negociación se estancó rápidamente, en gran parte debido a las divergencias entre los países desarrollados y los en desarrollo, así como a las dificultades para encontrar consensos en temas clave como la reducción de subsidios y aranceles.
Aunque la Declaración Ministerial de Nairobi de 2015 prohibió los subsidios a la exportación y limitó algunas distorsiones, no hubo avances sustantivos en la liberalización agrícola desde entonces.
El estancamiento se intensificó con la adopción de la “cláusula de paz” en 2013, que protegió las medidas de algunos países para mantener existencias públicas con fines de seguridad alimentaria. Sin embargo, este acuerdo fue considerado un retroceso por muchos analistas, ya que reforzó medidas distorsivas del mercado, en lugar de avanzar en su liberalización.
Desafíos actuales
A medida que la OMC cumple 30 años, el panorama internacional se ha vuelto más complejo y volátil. Las tensiones geopolíticas y económicas, exacerbadas por la pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania, han puesto en evidencia la fragilidad de las cadenas globales de suministro.
En este contexto, el multilateralismo enfrenta un serio debilitamiento, y las grandes economías buscan adoptar estrategias de “desacoplamiento” o “de-risking”, buscando reducir su dependencia de mercados externos para productos clave, como los agrícolas.
Este cambio de paradigma ha llevado a algunos países a argumentar que las medidas proteccionistas y los subsidios son necesarios para garantizar la seguridad alimentaria.
Este argumento ha chocado con aquellos que abogan por una mayor liberalización y un sistema agrícola más orientado al mercado. La falta de consenso sobre el camino a seguir es uno de los mayores obstáculos para avanzar en las negociaciones dentro de la OMC.
Argentina y los retos futuros
Para países como Argentina, la negociación multilateral sigue siendo esencial. La OMC sigue siendo el único foro donde se pueden abordar cuestiones clave como la reducción de subsidios distorsivos, temas que no se pueden resolver en los acuerdos bilaterales o regionales.
Además, la OMC involucra a 166 países que representan el 98% del comercio mundial, lo que le otorga un peso decisivo para la economía global.
Sin embargo, el futuro cercano no es alentador. Las negociaciones agrícolas enfrentan obstáculos estructurales y políticos que dificultan avances significativos. A pesar de ello, hay propuestas que podrían ser útiles para desbloquear el proceso. Entre ellas, la creación de alianzas con organismos internacionales que compartan la visión de una mayor liberalización y el fortalecimiento del Grupo Cairns, el bloque de países que aboga por un comercio agrícola más libre de distorsiones.
Además, algunos sectores proponen cambiar el enfoque de las negociaciones, poniendo en el centro la sostenibilidad y la transformación de los sistemas alimentarios y no solo la liberalización del comercio.
También se barajan alternativas como las negociaciones plurilaterales, que involucren sólo a un grupo selecto de países dispuestos a avanzar en cuestiones específicas como el acceso a mercados.