El comercio exterior es un pilar fundamental para el crecimiento económico de Argentina, representando una herramienta clave para generar divisas, diversificar mercados y fortalecer la competitividad internacional. Superado el primer año, la gestión de Javier Milei alcanzó avances importantes en la simplificación y normalización de las operaciones, como la eliminación de trámites redundantes y el impuesto PAIS, junto con la reducción de los plazos para acceder al mercado cambiario.
Estos cambios han contribuido a sostener 13 meses consecutivos de superávit comercial, un indicador positivo aunque condicionado por la contracción de las importaciones y el consumo interno.
En este contexto, Yanina Lojo, especialista en Comercio Internacional, destaca que las reformas han mejorado ciertos aspectos operativos, pero advierte que persisten desafíos estructurales. Entre ellos, la presión tributaria, el cepo cambiario y las carencias en infraestructura logística siguen limitando el potencial exportador del país.
Además, en dialogo con Ser Industria, la licenciada hizo hincapié en que el tipo de cambio puede ofrecer una competitividad efímera, pero es fundamental avanzar en reformas de fondo para lograr una inserción internacional sostenible en el tiempo.
El panorama global también juega un rol central en la estrategia comercial de Argentina. Brasil, como principal socio comercial, continúa siendo un mercado estratégico, mientras que China sigue consolidándose como un destino clave para las exportaciones nacionales. Sin embargo, Lojo subraya el potencial de India como un mercado emergente con gran proyección para los productos argentinos, especialmente en sectores como alimentos y energía.
Asimismo, resaltó la importancia de avanzar en acuerdos de libre comercio, como el proyectado con Estados Unidos, aprovechando la presidencia pro tempore del MERCOSUR. La especialista consideró que es una oportunidad clave para que el país pueda consolidar un desarrollo económico sostenible.
¿Cómo evaluás los cambios en el comercio internacional?
Podemos hacer una evaluación positiva en muchos aspectos, pero todavía tenemos desafíos por delante que esperemos que en 2025 se solucionen. Por un lado, tenemos una fuerte simplificación y desburocratización del comercio exterior. Había trámites que debían realizarse dos veces en distintos organismos. Eso se fue eliminando y claramente, tiene un impacto en la reducción de tiempos y se traduce en menores costos. Queda camino por recorrer: convivimos aún con el cepo. Hubo una fuerte reducción de los plazos para el acceso al mercado para el pago de las importaciones. En diciembre de 2023 teníamos las famosas cuatro cuotas y bienes que se pagaban a 180 días de la fecha de oficialización. Hoy, toda la mercadería que ingresa se puede pagar a 30 días, pero todavía el pago anticipado o el pago a la vista, salvo en condiciones particulares o con dólares propios, no se puede realizar y se requiere una financiación del exterior. Eso genera trabas y costos extra. La eliminación del impuesto PAIS fue clave, porque en Argentina principalmente importamos insumos y bienes de capital para las cadenas productivas. El campo, antes de cada cosecha, tiene que traer insumos, semillas y maquinaria. La eliminación de ese impuesto tiene un impacto enorme en los costos y en la productividad. No solo mejora la competitividad local, sino que también permite pensar en una posible internacionalización.
¿Para esa internacionalización, se necesita una política de Estado o se da solamente por el mercado?
Depende de las propias empresas. Más allá de que existan políticas de Estado que puedan acompañarlas durante el proceso y busquen fomentar la apertura de nuevos mercados mediante acuerdos entre países, la decisión de salir a vender al mundo, es propia de cada compañía y debe formar parte de su cultura. Implica asumir un compromiso muy fuerte. Es un proceso que lleva mucho tiempo y requiere que toda la organización participe del proyecto. Un alivio tributario facilitará que las empresas no solo mejoren su posición local, sino que también puedan salir a vender al exterior. Sin embargo, si la empresa, incluso con un alivio tributario, no logra optimizar sus procesos ni enfocarse en lo necesario para exportar, no lo logrará, aunque existan políticas de Estado.
Una empresa láctea comentó que por el tipo de cambio no es rentable exportar, ¿es un factor determinante?
La discusión sobre si el tipo de cambio nos da o no competitividad es algo recurrente en Argentina, pero debemos empezar a pensarlo de otra manera. El tipo de cambio nos da una competitividad efímera, lo que hoy nos hace competitivo, mañana no, porque el resto del mundo también registra fluctuaciones en sus monedas. Por ejemplo, Brasil recientemente pasó de cotizar por encima de los 6 reales frente al dólar a perforar el piso de ese valor. Entonces, definir la competitividad solo en términos del tipo de cambio no es suficiente. Si se logran reformas estructurales que impacten verdaderamente en los costos, el nivel del tipo de cambio tendrá un efecto menor en la ecuación. En el caso del sector agrícola, por ejemplo, enfrentan un grave problema con la caída de los precios internacionales. Una devaluación podría permitirles ganar algo de competitividad en el corto plazo, pero si los precios internacionales vuelven a bajar, ¿qué haríamos? ¿Otra devaluación? Además, la contracara de tocar el tipo de cambio es que los precios internos se disparan, impactando nuevamente en los costos. Se genera un círculo vicioso. En lugar de insistir con ajustes del tipo de cambio, deberíamos enfocarnos en cuestiones como la reforma tributaria y reducir la presión impositiva sobre las empresas para mejorar sus costos.
Más allá del agro, el sector energético y los servicios basados en el conocimiento, ¿ves otros sectores con potencial para insertarse en el mundo?
Argentina a menudo nos sorprende con su diversidad exportadora. Además del agro, exportamos una gran variedad de productos. Existen manufacturas de origen industrial producidas en el interior del país que llegan a Europa, y muchas veces ni siquiera lo sabemos. Aunque el sector energético está en pleno auge y el de los servicios tiene gran potencial gracias a nuestros profesionales altamente capacitados, también hay otros sectores con oportunidades. Por ejemplo, exportamos productos textiles y franquicias; no es raro encontrarse con locales de marcas argentinas en Europa o Estados Unidos. Hay muchas posibilidades de negocio que, con las condiciones adecuadas, podrían desarrollarse aún más.
Argentina acumula 13 meses consecutivos de superávit comercial. ¿Es sostenible?
Tenemos dos factores principales en juego. Por un lado, cuando cae la demanda interna, como la matriz de importaciones argentinas se enfoca en insumos, bienes intermedios y bienes de capital, también cae la actividad industrial, lo que reduce las importaciones. Además, al inicio del año se combinaron la contracción de la demanda interna, las dificultades heredadas del sistema de SIRAs y la deuda acumulada con proveedores del exterior. Otro factor fue que, debido a la incertidumbre, muchos agentes se habían abastecido previamente y no necesitaron reforzar sus compras externas durante un tiempo. Sin embargo, a medida que la demanda interna se reactive, las importaciones crecerán, como ha sucedido históricamente. Aunque confío en que el superávit comercial se mantendrá en 2025, probablemente no sea tan amplio como en 2024. También dependerá de factores externos, como las decisiones económicas en Estados Unidos y las posibles tensiones comerciales globales. Argentina debe continuar aumentando sus exportaciones, mientras las importaciones inevitablemente crecerán junto con la actividad económica interna.
¿Cómo podría impactar la política de Trump sobre los combustibles fósiles y el desarrollo de no convencionales en Arabia Saudita?
Es pronto para saberlo. Por ahora son solo declaraciones y no se han materializado medidas concretas. Estados Unidos, como productor, exportador e importador en el mercado energético, tiene un comportamiento muy dinámico. Dependiendo de las decisiones que tome, los países productores de petróleo, como los de la OPEP, podrían ajustar su producción para sostener el precio del barril. Ya hemos visto esto antes: si hay un excedente global, los países recortan su producción para mantener el equilibrio. En cuanto al desarrollo de energías alternativas, el precio del petróleo afecta directamente al litio. Si Trump elimina el cupo obligatorio de fabricación de vehículos eléctricos en Estados Unidos, podría haber un impacto negativo en los países del corredor del litio en el corto plazo. Sin embargo, la transición energética mundial es inevitable y en el mediano y largo plazo, el mercado se equilibrará. Argentina está bien posicionada en este sector e YPF probablemente genere frutos significativos en los próximos años con sus exportaciones de energía.
¿Un acuerdo comercial con Estados Unidos sería positivo para nuestro país?
Todos los acuerdos de libre comercio que la Argentina pueda celebrar son positivos. No tenemos muchos acuerdos porque el MERCOSUR no los ha negociado. Es una oportunidad muy interesante, aunque llevará mucho tiempo de negociación. Todos los que estamos en comercio exterior sabemos que un acuerdo de libre comercio no se suscribe de un día para el otro. Además, después tiene un proceso de ratificación largo porque deben aprobarlo todos los parlamentos de los países miembros del MERCOSUR y luego entra en vigencia con un cronograma de desgravación. Eso lleva todo un tiempo. Tenemos una oportunidad histórica también por el hecho de que estamos ejerciendo la presidencia pro témpore del bloque. A su vez, tanto Paraguay como Uruguay tienen voluntad de apertura y Brasil no tendría muchos motivos para rechazar este acuerdo, teniendo presente que tiene una mejor relación comercial con Estados Unidos que la nuestra. Ellos tienen un mayor volumen de exportaciones a Estados Unidos. Sería una muy buena oportunidad, más aún después del anuncio en diciembre del avance con la Unión Europea. Hay que aprovechar la oportunidad.
¿Qué papel juega la infraestructura logística para mejorar la competitividad de las empresas argentinas?
La infraestructura logística es clave para mejorar la competitividad exportadora y reducir los costos de abastecimiento interno. No se trata solo de pensar en exportaciones, sino también en los precios que paga el consumidor final. Las estadísticas de CAME, que muestran cómo se multiplica el precio de un producto desde su origen hasta la góndola, son un reflejo de esta problemática. Es crucial invertir en el desarrollo de rutas, puertos y vías fluviales como la hidrovía. Si el Estado no puede asumir estas inversiones, debería facilitar la participación del sector privado. Esto es parte de las reformas estructurales que necesitamos para mejorar tanto la economía local como nuestra competitividad en los mercados internacionales.