Con el inicio del ciclo lectivo 2025 en nuestro país, miles de niños, niñas y adolescentes regresan a las aulas en un contexto socioeconómico marcado por grandes desafíos. La educación, más que nunca, se erige como una herramienta esencial para construir su futuro.
En Argentina, la vuelta a clases llega en un escenario complejo, con dificultades económicas que afectan a muchas familias y comunidades en diversos ámbitos, incluido el educativo. En este contexto, garantizar el acceso a una educación de calidad se vuelve un desafío aún mayor, pero también una necesidad urgente para brindar oportunidades equitativas y fortalecer el desarrollo de infancias y adolescencias.
Esta delicada realidad impacta directamente en la continuidad y calidad del aprendizaje. Un informe del Observatorio de Argentinos por la Educación revela que, de cada 100 estudiantes que ingresaron a primer grado en 2011, solo 13 lograron completar la secundaria en el tiempo estipulado (2022) y con niveles satisfactorios de aprendizaje en Lengua y Matemática. Estos datos, correspondientes al período posterior a la pandemia, reflejan un retroceso en comparación con cohortes anteriores, como las de 2005-2016 y 2009-2020.
Frente a esta problemática, la educación debe ser un espacio que fomente el pensamiento crítico, la creatividad y la participación activa; que prepare a los niños, niñas y adolescentes para los desafíos actuales y futuros. Pero para que esto sea posible, es imprescindible garantizar el acceso universal a una educación de calidad que trascienda las brechas sociales, económicas y culturales.
Un análisis reciente de Chequeado, basado en datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del primer trimestre de 2024, revela que el 42,3% de los estudiantes universitarios pertenece a los cuatro deciles de ingresos per cápita más bajos. De ese grupo, el 91% asiste a universidades públicas. El estudio destaca que la proporción de jóvenes provenientes de hogares con menores ingresos que acceden a la universidad prácticamente se triplicó en las últimas décadas. En el quintil más pobre, pasó del 8,3% en 1996 al 21,2% en 2023, mientras que en el segundo quintil aumentó del 12,9% al 34% en el mismo período.
Estos datos reflejan el poder transformador de la educación: no solo mejora la calidad de vida, sino que también genera un impacto positivo en la reducción de la pobreza y la violencia, abriendo las puertas a nuevas oportunidades y a una ciudadanía plena.
Desde Aldeas Infantiles SOS Argentina, entendemos que la educación es un derecho habilitador: a partir de ella, las personas pueden acceder al ejercicio de otros derechos fundamentales, como la participación, la vida digna y el cuidado de la salud, entre otros. Por ello, trabajamos incansablemente para garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes bajo nuestro cuidado accedan a una educación de calidad, brindándoles el apoyo necesario para su desarrollo académico y personal.
En un contexto socioeconómico complejo, es vital que la sociedad valore y apoye el sistema educativo. La inversión en educación no solo beneficia a los/as estudiantes, sino que también fortalece el tejido social y promueve el desarrollo económico sostenible.
La educación abre puertas. En tiempos de incertidumbre, reafirmemos su importancia y trabajemos para superar las dificultades y asegurar que infancias y adolescencias accedan a la oportunidad de aprender, crecer y desarrollarse integralmente.