En un rincón industrial del nordeste brasileño, una central termoeléctrica se prepara para hacer historia. La planta Suape II, ubicada en las afueras de Recife, será el escenario de la primera prueba mundial a gran escala de generación de electricidad con etanol, un biocombustible tradicionalmente asociado al transporte, no a las turbinas eléctricas. El ensayo, impulsado por una alianza entre el grupo tecnológico Wärtsilä y la empresa Energética Suape II S.A., comenzará en el primer trimestre de 2026 y podría marcar el inicio de una nueva era para las energías renovables.
“Brasil es el segundo más grande productor de etanol en el mundo”, explicó Adriano Marcolino, gerente general de desarrollo de mercado para contratos y mejoras de Wärtsilä. “Ya tiene la distribución del etanol ubicada en todas las ciudades del país, entonces es posible encontrar etanol en cualquier sitio. Eso te da una flexibilidad enorme para desarrollar proyectos cerca de la carga o de líneas de transmisión.”
La iniciativa aparece en un momento clave para la transición energética global. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), el uso de biocombustibles como el etanol deberá casi duplicarse para 2030. Aunque su participación aún es marginal —apenas un 2,4% del total de generación eléctrica en 2023—, su potencial como fuente limpia y despachable despierta cada vez más interés.
Hasta ahora, los motores de la transición en Brasil habían sido el gas natural y las fuentes renovables intermitentes como la solar y la eólica. Pero el etanol empieza a reclamar un lugar en esa matriz. “Los mercados están buscando optimización de cómo hacer con la capacidad que falta cuando no hay sol ni viento. Ahí entra el etanol como una opción más, una buena opción”, dijo Marcolino.
Wärtsilä ya había desarrollado motores duales capaces de operar con metanol, un combustible con propiedades similares al etanol. Lo que faltaba era una oportunidad real de probar esa tecnología en tierra firme. “Teníamos el motor desarrollado para metanol, y el etanol es muy similar. Solo necesitábamos una prueba para saber cómo los componentes soportan el etanol. El motor ya es una realidad”, aseguró Marcolino.
En 2024, esa oportunidad se materializó. El gobierno brasileño anunció una licitación que abre las puertas a proyectos de generación con combustibles sostenibles como el etanol. La sorpresa fue mayúscula. “Estábamos buscando hacer pruebas, pero no sabíamos si el gobierno incluiría o no el etanol. Fue una buena sorpresa”, dijo Marcolino.
La prueba durará 4.000 horas y utilizará un motor de nueve cilindros con una potencia de 4 MW, una fracción de lo que podría llegar a ser. “Estamos hablando de una planta que despacharía por ejemplo dos horas por día, no más de 2.000 horas al año. Eso es muy poco para impactar la producción de caña de azúcar. Nos aclararon que se necesita apenas 1 o 2% de la producción total para cubrir la demanda de energía”, afirmó.
Si la tecnología demuestra su eficacia, Wärtsilä aspira a escalar el proyecto a 250 megavatios o más. “Tenemos espacio para una planta de 250 megas. Cuatro megas no es nada, es solo una prueba”, dijo Marcolino. “Si no es en esta licitación, será en la próxima.”
Pero la mirada de la empresa no se limita a Brasil. “Estamos ansiosos aguardando los próximos pasos del gobierno argentino acerca de la licitación. Muy importante pensar y revisar toda la matriz. Wärtsilä siempre participa de las licitaciones en Argentina. Es un mercado importante para nosotros”, señaló.
¿Y si Argentina abre esa puerta? “Sí, seguro que sí”, respondió sin dudar Marcolino ante la posibilidad de construir una planta en el país vecino.
El motor a etanol también encaja dentro del programa global WISE de Wärtsilä, enfocado en acompañar el crecimiento de las renovables con soluciones flexibles y sostenibles. “Es imposible pensar en tener 100% de renovables sin tener algo que soporte. El etanol está 100% en acuerdo con nuestra visión de un futuro renovable”, dijo el ejecutivo. Entre otros combustibles en desarrollo, mencionó el hidrógeno y el amoníaco.
El ensayo que está por comenzar podría cambiar el paradigma. “El etanol es sostenible, con bajas emisiones de carbono y cero azufre. Si la prueba sale bien, será un paso importantísimo para Brasil y para el mundo”, concluyó Marcolino.
Y si todo sale como se espera, el biocombustible que alimenta autos en las rutas brasileñas podría muy pronto estar iluminando ciudades enteras.