La única fábrica privada de aviones de Argentina, Petrel, anunció a través de la red social X, el cierre definitivo de sus planta. La empresa, que surgió en 2005, lleva un año sin producir. Entre las razones que llevaron a tomar esta drástica decisión, sus directivos mencionaron la imposibilidad de competir con las naves importaciones, debido a la gran carga impositiva que afecta a la industria local.
“El avión que se importa, que es mano de obra extranjera en un 100%, solamente pagaba 10,5% de impuestos porque lo importaban como ‘avión de trabajo aéreo’. En cambio, en Petrel, por cada insumo que importamos pagamos 21% de IVA, más 20% adicional. Además ingresos brutos, ganancias, seguro, flete y despachante. Todo eso sumaba un 59% de costo”, explicó Carlos Antonietti en Ser Industria Radio.
El titular de la empresa, instalada en Gowland, partido de Mercedes, provincia de Buenos Aires, indicó que los problemas vienen desde hace varios años. “La mayoría de nuestros competidores son europeos, donde el Estado les aporta miles de millones de euros anuales. Esto se lo explicamos a nuestro gobierno hace varios años porque queremos tener igualdad de condiciones”.
Asimismo, refirió que problemas con la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) les impidieron exportar seis naves a Colombia. Al respecto, el empresario señaló que “se le dio una visión política a una venta que hizo una empresa nacional y la autoridad aeronáutica hizo todo lo posible para que no se concretara la operación. Todo eso hizo que nos quedáramos sin capital de trabajo”.
Ante esa suma de dificultades, se agregó la recesión que golpea a la economía de nuestro país. “Nadie compra repuestos, tampoco aviones. Nos llevaron a tener que tomar decisiones porque en ese marco no se puede seguir. Estamos sufriendo, pagando impuestos y no tenemos para pagar los salarios. Por eso hemos tomado la decisión de cerrar”, dijo el presidente de la única fábrica certificada del país para aviones en la categoría liviana de hasta 565 kilos.
Sin embargo, Antonietti, mostrando un alto nivel de resiliencia, dejó lugar para encender una luz de esperanza. Relató que para no bajar las persianas, necesitan una inversión para capital de trabajo y afrontar las deudas corrientes que “no son muchas”, aseguró.
Polémica por el avión eléctrico
A mediados de 2020 se conoció la noticia de que la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), con el Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA) de la Facultad de Ingeniería, construiría el primer avión eléctrico argentino.
“Teníamos un acuerdo y de un día para otro la universidad nos dice que no tienen posibilidad de seguir con el proyecto. A los pocos meses aparece una publicación en redes sociales donde la Secretaría de Innovación Tecnológica anuncia que a Petrel le dieron millones de pesos para desarrollar el avión eléctrico”, dijo el empresario.
Pero, inmediatamente, aclaró que nunca recibieron un peso. “Quisimos comunicarnos, pero fue imposible. Nuestros abogados nos recomendaron que fuéramos muy cautos porque mucha gente estaba robando millones de pesos”, afirmó en lo que constituye una grave sospecha.
Antonietti aseguró desconocer si usaron la información técnica que la empresa había obtenido a través de análisis, estudios e investigaciones que les llevaron años y mucho dinero invertido. Asimismo, contó que desde Petrel trabajaron en otro avión eléctrico y continúan con eso porque reconoce que el futuro es la movilidad eléctrica. “Tenemos requerimiento del exterior para producir ese avión. Tenemos que certificar afuera porque en Argentina no hay capacidad para algo así”, afirmó.
Por último, recordó que en el continente americano hay cuatro países que tienen la capacidad de certificar móviles aeronáuticos: Estados Unidos, Canadá, Brasil y Argentina. Tanto la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) como la Federal Aviation Administration de Estados Unidos, que es rectora en este sector debido a sus mayores recursos y número de industrias, han hecho observaciones. Una de ellas es la falta de capacitación del personal de la ANAC.
“Sería una pena perder también la capacidad de certificación debido a la falta de personal capacitado y la inexistencia de fábricas. ¿Qué sentido tiene tener la capacidad de certificación si no fabricamos nada? Es como si no tuviéramos capacidad, aunque esta existe porque los ingenieros, mecánicos y técnicos son muy buenos. El material humano está, pero la especulación y las malas decisiones políticas nos han dejado en esta situación”, concluyó.