El director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano, Víctor Beker, dialogó con Ser Industria Radio sobre el panorama que se abre en Argentina tras la asunción de Silvina Batakis, al frente del ministerio que dejó vacante Martín Guzmán.
Al respecto, el economista expresó que “estamos asistiendo a un final de ciclo” y que la gestión del ministro renunciante estaba agotada. “Se dedicó a resolver el problema de la deuda privada y luego llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI)”, afirmó.
Asimismo, consideró que la primera cuestión que debe resolver Batakis es “cómo cumplir los acuerdos pactados con el FMI” y que , más allá del cambio de nombres, “al gobierno le sigue faltando un plan integral antiinflacionario”.En ese sentido, dijo que los optimistas proyectan para 2022 una inflación del 80% y los pesimistas la ubican cerca del 100%.
¿Cuál es su análisis de los cambios producidos en el ministerio de Economía de la Nación?
Estamos asistiendo a un final de ciclo. Los que tenemos canas ya lo hemos vivido en otras ocasiones, el final de Isabelita, el de De la Rúa, para mencionar dos casos… Ahora estamos más o menos recorriendo esta película que ya hemos visto. El ciclo de Guzmán también estaba agotado, se dedicó a resolver el problema de la deuda privada y luego llegó a un acuerdo con el FMI. Logró hacer algunos malabarismos, mostrar que había cumplido los acuerdos con el Fondo en el primer trimestre. En el segundo se dio cuenta que no había más posibilidades de continuar y optó por renunciar. Ahora veremos cómo se las arregla la nueva Ministra, cuyo fuerte, evidentemente, no es la comunicación porque debutó mal con sus declaraciones. Se confundió o la traicionó el inconsciente, porque acá nadie está discutiendo su derecho a viajar, sino el derecho a usar las reservas del Banco Central. Esperemos que la economía sí sea su fuerte, porque le va a demandar un enorme esfuerzo.
¿Cuál es el primer frente que debería resolver?
La primera cuestión es cómo hace para cumplir los acuerdos pactados con el FMI. El primer y segundo trimestre de este año más o menos se acomodaron los números. Lo que está en duda es que va a pasar en el segundo semestre y ahí se abren dos posibilidades. En agosto viene la misión del Fondo y ahí o dice que va a tratar de cumplir ese acuerdo o replantea las metas y rediscute el acuerdo. Las fuentes cercanas a la ministra dicen que va a elegir el rumbo de decir que cumplen y en todo caso, cuando llegue fin de año y no haya cumplido, pedirá perdón, que es lo que se hace normalmente cuando un país incumple este tipo de acuerdos. Otra tarea es definir cómo sigue el tema de las tarifas. Todavía estamos dando vueltas con el aumento, que es precisamente uno de los acuerdos convenidos con el Fondo. Va a haber segmentación, aumentos significativos de tarifas, porque buena parte ya se los comió la inflación. Si el FMI mira la variación de tarifas en términos reales o sea descontando la inflación, se va a encontrar con que todavía ese ajuste, lamentablemente para nuestros bolsillos, no se ha producido.
La segmentación se anunció como una política de estado. ¿Se puede modificar?
Se hizo lo que la lógica indicaría. La nueva Ministra, puede ver qué estrategia sigue, habida cuenta de que hay fuertes sectores de la coalición gobernante que piden un “Plan platita 2”, que se da de patadas con el ajuste tarifario. Concretamente, hasta ahora no tomó ninguna medida y escasamente pudo anunciar la integración de su equipo. Otro tema que está ahí planteado es la conversión de los planes sociales en un ingreso básico universal. Sería ingreso para los sectores que no tienen trabajo. No es un salario, porque el salario es una contraprestación por el trabajo.
Si se establece un salario básico, ¿los beneficiarios dejarán de buscar trabajo?
Todo depende en qué nivel se establezca. Desde mi punto de vista, se podrían reemplazar los planes sociales. Analizar la gente que está recibiendo uno o varios planes sociales, consolidar ese listado y depurarlo. Porque hay duplicaciones, planes nacionales, provinciales y municipales y reemplazar ese subsidio por un ingreso básico. No sería universal, porque alcanzaría exclusivamente a los que no tienen trabajo. Es otra de las cuestiones que están puestas sobre la mesa y la flamante Ministra tendrá que dar respuestas. Y la otra gran cuestión a resolver, la madre de todos los problemas, es la inflación. ¿Qué hará al respecto? Por ahora, va a seguir con los Cortes Cuidados, pero esto no es atacar la inflación, en todo caso son paliativos para salir del paso. Al gobierno le sigue faltando un plan integral antiinflacionario y sin eso la inflación sigue su rumbo. En este momento los optimistas piensan que podemos llegar a fin de año con una inflación del 80% y los pesimistas pensamos que puede estar más cerca del 100%.
Miguel Pesce, presidente del BCRA, dijo que a partir de agosto se revertirá la falta de dólares al dejar de importarse tanta energía. ¿Será así?
Supongo que está calculando que, al superarse el invierno y las bajas temperaturas, habrá menor demanda de energía. Puede ser un factor, pero no sé si eso alcanza para mover el amperímetro. Sí es cierto que a partir de agosto desaparecen buena parte de las exportaciones tradicionales o sea que posiblemente tengamos menor gasto de divisas, pero también menos ingreso de divisas. Entonces, no sé si vamos a estar mejor desde el punto de vista de las reservas del Central.
El mismo funcionario también planteó que el gasoducto Kirchner sería la solución para la falta de dólares que padece Argentina…
Seguramente va a ser la ventaja que tendrá el próximo gobierno, porque las obras, por los retrasos que ha habido en la ejecución, recién van a estar listas para la futura gestión. Es uno de los elementos que puede jugar a favor de quienes asuman el 10 de diciembre de 2023.
¿Hay riesgo de hiperinflación?
Estamos en camino. En 2003, la inflación anual era del 3%, menor incluso al registro mensual que tenemos ahora. Después fuimos avanzando. Al final del gobierno de Cristina llegó al 25%, con Macri terminamos en el 50% y ahora estamos discutiendo si vamos a llegar al 100%. Con esa marcha vamos rumbo a la hiperinflación, que generalmente se da en contextos donde también hay una fuerte crisis política. Algo de eso estamos teniendo, pero no de la magnitud que se requiere para un estallido hiperinflacionario. Esperemos que la sensatez impere y que en algún momento nos demos cuenta que no nos podemos arriesgar a tener otro episodio como el que vivimos en los finales del gobierno de Raúl Alfonsín.
¿Qué medidas habría que adoptar en medio de esta tormenta?
Se necesita un plan integral que ponga todas las variables e instrumentos de política económica, al servicio de bajar la inflación. Metas de creación monetaria, de tipo de cambio, fiscales, que se armonicen entre sí. Hoy ningún ministro de economía, sea quien sea y del signo que sea, está en condiciones de aparecer ante la sociedad teniendo respaldo político y sin ello la sociedad no le cree, le pasa por arriba. Es un poco lo que acaba de ocurrir hace una semana.
El panorama que plantea es complicado…
La sociedad tiene la sensación y no la voy a desmentir, que estamos arriba del Titanic, ya chocó con el iceberg y cada uno dice “a los botes”. Eso significa quedarse con la menor cantidad de pesos posibles y la mayor cantidad de dólares que se puedan obtener, simplemente porque la experiencia argentina indica que es la única forma de preservar el poder adquisitivo de los ahorros. Ahora bien, si todo el mundo va a los botes y nadie se ocupa de manejar la nave, la nave va a terminar hundiéndose.
¿Qué necesita Argentina para desarrollar un mercado de capitales?
En primer lugar, estabilidad monetaria. Nadie va a invertir un peso en la Argentina, sea extranjero o local, si no tiene garantías de que cuando retire esa plata, en seis meses, un año, dos, tendrá el mismo valor adquisitivo que tiene hoy. Es cierto que un país con inflación puede desarrollar algunos instrumentos como los bonos indexados por CER. Pero la incredulidad ha hecho que la gente se desprendiera de estos bonos que teóricamente son una gran inversión, porque vino la idea de que puede haber un reperfilamiento de la deuda en pesos y van a terminar devaluados, como ha ocurrido otras veces con otro tipo de colocaciones. Por lo tanto, la primera cuestión es la estabilidad monetaria y esto implica liquidar la inflación.