Para la licenciada en Administración de Empresas, Julieta Colella, el gobierno nacional “está pegando manotazos de ahogado y aplicando medidas que son parches”. Considera además que el escenario económico será muy complejo en 2023 y 2024.
En diálogo con Ser Industria Radio, la especialista que integra el staff de la consultora Salvador di Stéfano, sostuvo que la dolarización “no es el camino” para salir de la crisis y opinó sobre los cambios estructurales que deberían hacerse.
Asimismo, la analista en Economía y Negocios alertó que podría haber una devaluación en el primer trimestre del año próximo. También expresó que la ciudadanía “está tan decepcionada con la dirigencia que gobierna como con los que pueden llegar a venir”.
El presupuesto del 2022 planteaba una inflación del 33% y ya se superó ampliamente. ¿Cómo planifican las empresas sus gastos de funcionamiento y producción?
En la consultora nos reunimos con muchos empresarios y vemos que están contrayendo sus ventas, no tienen el mismo nivel que hace unos meses, no hace falta ir mucho tiempo atrás. La proyección es compleja, tanto para el 2023 como para 2024. Para el año próximo en el presupuesto nacional figura una inflación del 60%. Si uno le pregunta a la gente del gobierno, reconocen que es un pronóstico optimista. Desde nuestro punto de vista, 2022 va a terminar con una inflación en torno al 100% y creer que bajará 40% en un año, en el que encima habrá elecciones, es prácticamente imposible. Las empresas tienen que trabajar con otro tipo de proyecciones, quizás mirar más las de las consultoras privadas, porque desde ya que no tendremos una inflación del 60% en 2023.
Los presupuestos son papeles con proyecciones que no se cumplen…
Sí, la inflación y el dólar siempre son temas calientes. Si hablamos del PBI, de lo que se proyecta tanto para este año como para el que viene, muchas consultoras están viendo que este año Argentina podría crecer un 5%. Desde mi punto de vista, son bastante optimistas. Este año venimos con un arrastre positivo del 2021, donde tuvimos el rebote de la pandemia, incluso se pudo crecer un poco más. El punto está en el año que viene y el siguiente. Desde ya que el 2022 no va a dejar un arrastre positivo, sino que por el contrario será negativo. El 2023 entra con menos 2, tiene que hacerse un esfuerzo muy grande para revertir ese número y encima tratar de que sean números positivos, cuando, insisto, nos enfrentamos en un año electoral que complejiza todo el panorama, económico, social y político. Nosotros estamos atentos a lo que pueda llegar a ocurrir en el primer trimestre por un montón de situaciones. Primero y principal, aunque no se crea, depende mucho de lo que pueda pasar con el Mundial de Fútbol. Si el resultado es óptimo para Argentina y es el que todos estamos esperando, la sociedad va a estar con la cabeza en otra cosa, la atención pública en otro lado. Podría decir que es el momento ideal para que el gobierno haga algo que no querría, pero no solamente eso. También cuando arranquemos el año, van a faltar entre ocho y diez meses para las elecciones. Si hay que hacer una devaluación, seguir ajustando el gasto o tomar alguna de esas medidas, lo más probable es que lo haga en ese momento, para ya a partir de marzo tratar de revertir un poco la situación y llegar tanto a las PASO como a las elecciones generales un poco mejor parado. Creo que vamos a tener un verano complicado.
¿Las restricciones para acceder al dólar llevan a que los precios se rijan con el blue?
Una de las cosas que quiso hacer el gobierno el año pasado fue anclar el tipo de cambio para frenar un poco la inflación, pero no sólo que no funcionó, porque estamos viajando a una inflación de tres dígitos, sino que generó otros problemas. El hecho de que las exportaciones dejen de ser interesantes porque el tipo de cambio es bajo y por el contrario se incentiven mucho más las importaciones, generó que se tengan que poner restricciones. Ahora que se necesita importar insumos para producir, lo van a hacer a un dólar, como mínimo de $300, incluso el MEP estuvo a $310 y el contado con liquidación llegó a $325. La economía se empieza a manejar en niveles por encima de $300 por dólar, es algo que no va a frenar. Los dólares alternativos y el informal tienen un camino alcista.
¿El gobierno tenía otra opción a estas restricciones?
Se habla de aplicar dólares diferenciales, como fue el “soja” de septiembre, que le permitió recaudar más o menos US$ 5 mil millones. Se está pensando, por ejemplo, en que aquellas empresas que se dediquen a las economías regionales puedan exportar a un dólar diferencial. También en un “dólar tecno”, un “dólar de la energía”. Pero Argentina necesita cambios estructurales para resolver sus problemas. El dólar soja resultó, pero lo dejaron solamente un mes. En definitiva, el gobierno está pegando manotazos de ahogado y aplicando medidas que son parches.
Los controles de precios han fracasado, ¿Precios Justos puede funcionar?
Ahí se observa que el gobierno solo mira las cuestiones superficiales y no se acercar a las empresas para analizar cómo es el esquema de costos, cómo están costeando sus mercaderías, qué necesitan, qué puede ofrecer el Estado, resolver los problemas logísticos. El gobierno solamente se queda en la discusión de a qué precio tienen los empresarios la mercadería, pero hay que mirar un montón de cosas para atrás. Generalmente se le presta atención al índice de precios al consumidor. Nosotros hacemos una columna todas las mañanas, donde focalizamos en que hay que mirar la inflación mayorista porque completa toda la cadena. De esa forma se analiza lo que pasa en la parte superior de la cadena y lo que pasa en la góndola que es lo que llega al bolsillo del consumidor. Por eso es necesario tener una visión un poco más transversal y no limitada a cada punto.
¿El gobierno tiene espalda política para hacer cambios estructurales?
El gobierno está en el plan de aguantar hasta las elecciones del año que viene. Pero el contexto se está poniendo cada vez más complejo y hay que ver si puede sostener ese plan o si el mismo mercado lo empuja a realizar cambios estructurales.
¿Cuáles serían los cambios necesarios?
Uno es normalizar el tipo de cambio. Este año, si pretendemos que iguale a la inflación punta a punta de manera interanual, el dólar oficial tendría que terminar arriba de los $202 o $203, cosa que no creemos que vaya a pasar. Otro es ajustar el gasto público. Argentina, de manera estructural, tiene déficit fiscal y eso le genera un montón de problemas. Al no tener cómo financiarse, el gobierno emite y genera más inflación. Como no puede acceder a crédito externo, trata de buscar crédito interno, pero el mercado interno no le va a prestar ni a una tasa baja ni a mucho tiempo, entonces termina ofreciendo una tasa alta y a cortísimo plazo y ahí se empieza a generar una bola de deuda interna que hoy está a niveles altísimos. Se habla mucho de deuda externa, pero la interna también es muy compleja.
¿Habrá devaluación en 2023?
No lo puedo dar como un hecho, el fantasma está revoloteando. Si lo van a hacer, creemos que sería en el primer trimestre porque es el momento más lejano de las elecciones. De todas formas, van a hacer todo lo posible para no hacerlo. Hay que ver si el contexto acompaña.
¿Gastar más de lo que ingresa es algo imparable?
Hay integrantes del gobierno, como Axel Kicillof, que han dicho abiertamente que la emisión no genera inflación. Teniendo personas del oficialismo que avalan esta idea, pareciera que le da vía libre a emitir. Me parece que, como dice el dicho, “para muestra alcanza un botón”. Está a la vista que estamos pagando las consecuencias de la terrible emisión que hubo en 2020. Es verdad que fue para tratar de salvar un poco los problemas de la pandemia, pero está a la vista que por algo llegamos a tres dígitos de inflación anual.
¿Te sorprende que la oposición no tenga una idea clara sobre qué hacer y que del lado de Milei las posiciones sean extremas?
Creo que la gente está tan decepcionada de los que están como de los que pueden llegar a venir. Escuché una frase y es muy cierta: ya no alcanza con la ilusión de un cambio, no es como en el 2015. En ese momento lo que se tenía que mejorar no se hizo, incluso empeoró. Por eso se dice que la grieta ya no es más kirchnerismo o antikirchnerismo, sino casta o anticasta, términos que instaló Milei. al margen de si uno coincide o no con él, porque a veces lo que plantea es muy difícil de llevar a cabo en este país.
¿Dolarizar es una opción?
No estoy a favor de esa medida. No lo veo viable ni me parece que es el camino. Argentina no está en condiciones de afrontar una dolarización. No debería ser una opción para un país, creo que hay muchas alternativas que se pueden aplicar antes de llegar a una dolarización, que implica perder totalmente la soberanía de la moneda. Uno le dice esto a Milei y él va a responder que con la inflación que tenemos, con una devaluación del peso, nuestra moneda ya está perdida. Creo que se pueden implementar muchas otras medidas para tratar de fortalecer el peso y generar confianza. Por ejemplo, bajar el gasto público, tener superávit primario, volver a tener dólares en las reservas, sin necesidad de perder y resignar nuestra moneda.
¿Hay un desajuste entre la política y la gente que se refleja en la mirada sobre la economía?
Hay una corrida en el foco de las cosas. Evidentemente el interés político está puesto en otro lado y no en solucionar los problemas de los ciudadanos.
La incertidumbre hace que se retraiga la producción. ¿Esto afectará al empleo?
Los datos del INDEC muestran que el desempleo está cayendo, pero no tenemos que quedarnos con el dato superficial. Al analizar esos números, podemos decir que el empleo que está creciendo es el precario e informal, mientras cae el empleo registrado. Pero no solamente eso. Cuando el INDEC analiza los datos de desocupación, lo hace sobre la “población económicamente activa”. Es un grupo de personas que están ocupadas o desempleadas, pero que buscan activamente un empleo. Eso deja afuera a lo que se llama “población inactiva”, personas que no trabajan ni buscan activamente un trabajo. Hoy son más o menos 20 millones de personas. Estamos hablando del 56% de los aglomerados que toma el INDEC para hacer este cálculo. Mi pregunta es: ¿adónde escalaría el dato de desempleo si en el cálculo se tuviera en cuenta esta población inactiva, que no tiene empleo ni lo busca activamente? Por eso, insisto en que hay que tratar de ir un poco más allá del dato que se da a conocer.