La idea de exportar alimentos con valor agregado al mundo, surge del aumento en la demanda del consumo de productos elaborados y del potencial que tiene nuestro país para producirlos.
Luego de estudiar en profundidad las exportaciones de Argentina, especialmente al mercado asiático, junto al Consejo Argentino-Chino, especialmente con su Director Ejecutivo y especialista en Asia y China, Ernesto Fernández Taboada, observamos la enorme oportunidad que existe para este tipo de productos.
De ese análisis del mercado surge claramente que Argentina vende principalmente productos primarios. Entre ellos, carne, cereales, aceites y vinos, siendo el fuerte de las exportaciones materia prima a granel.
Estos estudios, encarados desde distintas aristas comerciales, se desprende que podemos exportar alimentos elaborados, que conlleven una idea de producto conceptualmente internacional. Esto significa que no requiera explicar a los consumidores de qué se trata.
A partir de ello, construimos la idea de buscar alimentos que sean reconocidos casi como un “commodity”, pero elaborados. Así se generó la oportunidad de exportar pizzas congeladas, hamburguesas de carne (burger), helados, productos veggie, etc.
No cabe duda de la importancia que tiene el comercio exterior para el crecimiento de nuestro país. Somos considerados una potencia en la producción de alimentos, pero en realidad exportamos productos primarios.
Por eso creemos que es fundamental transformar esa materia prima de excelencia (cereales, quesos, aceites y carne) en productos finales, desde nuestro país, ya que el procesamiento de alimentos genera un importante volumen de puestos de trabajo.
Tenemos la enorme oportunidad de exportar estos productos a China o al sudeste asiático, ya que la demanda crece cada día más.
Actualmente, gran parte de la enorme población china, tiene un ingreso muy alto, principalmente en las llamadas ciudades costeras; asimismo ha experimentado un crecimiento económico importante y una clase media con un alto poder adquisitivo. Además, muchos pobladores del gigante asiático son jóvenes, con una vida más cosmopolita que sus antecesores.
Ante nuestros ojos tenemos una oportunidad excepcional, porque el crecimiento exponencial y las proyecciones de China, la ubican como la primera potencia mundial de los próximos años.
Esto se traduce en un sorprendente nivel de infraestructura edilicia, puentes, trenes de alta velocidad, etc. La población ya habita una nación digital que es parte de su realidad cotidiana. En este contexto, los alimentos congelados constituyen un segmento comercial que crece impulsado por el estilo de vida actual.
Hoy resulta impensable prescindir de los productos congelados en la alimentación diaria ya que prácticamente son adquiridos en todos los hogares del mundo.
Entrar a este mercado, aumentar el volumen de exportación de alimentos terminados, implicaría un crecimiento de la industria argentina y de muchas PyMEs que buscan vender sus productos en el exterior. Abriría una puerta de crecimiento por demás importante.
Además, por sus grandes dimensiones, China es un mundo en sí mismo. Podemos decir que hay “varias Chinas” en una. Existen también otros destinos como Hong Kong o Singapur, centros de consumo muy interesantes.
Otros mercados que nos resultan atractivos son los países de Medio Oriente; también Turquía como país puente en Oriente y Occidente, con 80 millones de habitantes y una clase media muy pudiente y occidentalizada que demanda productos alimenticios congelados.
Datos
La renta per cápita en China alcanzó en 2020 los 70.724 Renminbis (RMB), 10.262 dólares, según el Banco Mundial, lo que la sitúa en la franja alta de los países de renta media. Sin embargo, existen grandes diferencias entre provincias: la más alta es Shanghái (107.960 RMB, aproximadamente 15.800 dólares) y la más baja Gansu, con 26.165 RMB, unos 3.800 dólares.
Este crecimiento en la renta ha permitido el cambio de hábitos de consumo en las últimas dos décadas.
Se espera que las familias de clase media y media-alta aumenten en 71 millones dentro de tres años. El aumento del número de hogares de ingresos medios y altos supondrá también que cada vez más familias tendrán mayor poder adquisitivo.