El flamante gobierno de Javier Milei necesita incrementar las reservas que están en US$ 21.168 millones. Para ello imperiosamente debe conseguir algún financiamiento internacional. El FMI quiere firmar un nuevo acuerdo después de ver qué medidas toma en los primeros días de gobierno, mientras que los exportadores le adelantarían US$ 5.000 millones.
Una vez más se habla de que llegarían fondos de Arabia Saudita o Qatar. Nadie sabe a ciencia cierta si esto va a ocurrir o no. Muchas veces se habló de camellos cargados de dólares, por ahora no hemos visto ni los camellos.
Otra forma de atraer dólares sería fijando un tipo de cambio alto, cuyo precio se forme en el mercado entre las libres fuerzas de la oferta y la demanda. Esto sería lo más correcto, ya que podría invitar a que los agentes económicos en algún momento le vendan dólares al Banco Central. Si se adopta esta metodología, podríamos tener un dólar cercano a los $ 1.000, con el efecto positivo sobre las exportaciones, licuación de pasivos y posible aumento de reservas y el efecto negativo de aumento de precios en la economía, incremento de la pobreza y recesión en el mercado interno.
Un tipo de cambio alto le permitiría al gobierno retirar muchos pesos del mercado, ya que los importadores deberían pagar sus importaciones al nuevo valor del dólar.
En la actualidad, el gobierno les permite a los exportadores colocar su mercadería a un dólar de $ 650, mientras que los dólares alternativos están cotizando en otro de los $ 940. Darnos un baño de realidad y dejar que el dólar sea libre sería saludable, aunque un poco bastante recesivo. El dólar futuro a diciembre se ubica en $ 770 y quedaría debajo del precio real en el mercado.
Otra alternativa que se escuchó en el mercado, es un dólar a $ 800, y la conocida versión de un dólar a $ 650. En ambos casos sería gradualismo al palo.
¿Qué pasa con los pasivos del BCRA?
El último dato disponible nos muestra que el pasivo del Banco Central es de $ 24,2 billones, de los cuales 6,8 billones están en leliq. El gobierno podría desarmar los pasivos remunerados y devolverles a los bancos los pesos que tiene en su pasivo o remunerarlos a tasa 0%, para que los utilicen para financiar al sector privado.
Si ello ocurre, esos pesos podrían ir contra el dólar y se produciría una suba del dólar a niveles desconocidos. Sin llegar a dicho extremo, el Tesoro Nacional podría colocarles a los bancos un bono en dólares a una tasa atractiva, por el equivalente al stock de leliq.
De esta forma bajarían los pasivos monetarios remunerados del Banco Central, pero dejaría a los bancos descalzados en sus cotizaciones y con un posible quebranto a la hora de valuar en sus estados contables el bono que obtuvieron.
El resto del dinero podría volver a los bancos, dejando una corriente de liquidez en el mercado que sea colocado en el sector público provincial con el fin de colaborar con el pago de aguinaldos. Probablemente deban tomarse medidas excepcionales para permitirles a los bancos tener más exposición crediticia con los estados subnacionales.
Si ello ocurre, podríamos ver un mercado de pesos más líquido y probablemente una tasa más baja en los que resta del mes de diciembre. La tasa de caución se ubica por debajo del 100% y es una excelente tasa para financiarse.
Conclusiones
Sería una grata sorpresa que el gobierno consiga financiamiento internacional para capitalizar el Banco Central y lograr menos volatilidad en el precio del dólar, controlar un poco la inflación y tener una tasa de interés que se ubique en niveles sustentables.
Sin financiamiento externo, todos los caminos conducen a una suba del tipo de cambio, que permita darle fluidez al mercado, absorber pesos de los importadores, darles competitividad a las exportaciones, comenzar un nuevo camino en materia de política cambiaria y monetaria.
No parece una feliz idea colocarle un bono de la tesorería a los bancos. Eso termina pagándolo el financiamiento a la pequeña y mediana empresa. Ese proceso será el principio de una larga recesión en la economía argentina. Ya no hablamos de estancamiento con inflación, será recesión con inflación.
Si el gobierno toma el camino de fijar el tipo de cambio en la zona de $ 650 a $ 800, invariablemente tendrá que convivir con un dólar financiero. Esto empujará a la suba el precio del dólar, que seguramente se ubicaría por encima de los $ 1.000 ya que caerán muchas regulaciones que impedían el libre acceso de los agentes económicos a la compra de dólares en el mercado.
Si el gobierno no logra armonizar un plan monetario y cambiario en las próximas horas, tampoco habría que descartar algún feriado bancario para alinear las medidas económicas frente a una herencia económica de características nunca vistas por la magnitud de quebrantos que recibe la gestión que toma las riendas del país.
Por Salvador Di Stéfano. Economista, consultor y analista de Negocios.