El viernes pasado -16 de septiembre- a pocos kilómetros de la costa bonaerense, a la altura de Punta Indio, se hundió un barco gasífero, denominado Charlton de bandera de Singapur, que ingresaba desde Montevideo, fue embestido por otro buque en la reserva Biosfera Parque Costero del Sur.
Los marinos filipinos, según relataron fuentes de Prefectura Naval, ante el temor de explosión se tiraron al agua sin esperar rescate o ir a botes salvavidas. El Charlton, para reflotarlo, antes le tiene que pasar la carga a otro barco gasífero.
La primera coincidencia de este accidente -pudo ser una tragedia- fue que ocurrió el mismo día del inicio de las audiencias públicas por el gas con los incrementos que el Gobierno busca poner en práctica para hogares. La propuesta oficial precisamente va en ascenso en el precio hasta los u$s6,78 por millón de btu para 2019 tomando de faro el costo de la importación del GNL.
La otra coincidencia es que se dio pocas horas después de que quedara detenido el extitular del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) Omar “Caballo” Suárez por orden del juez Canicoba Corral. Estaba acusado de asociación ilícita y estafar a su propio gremio. Un mensaje para otros sindicalistas, en igual situación. La interventora del SOMU, la diputada Gladys González, había presentado a Canicoba Corral los movimientos de dinero con San Jorge Marítima. El “Moyano del mar” estaba acusado de efectuar piquetes en su versión marítima, de exigir dinero a barcos gasificadores para capacitar marineros bajo amenaza de bloqueos. Ese dinero se desviaba a una fundación y a San Jorge Marítima, a cargo del tesorero del SOMU.
Y por último, el hundimiento del Charlton se da en pleno enfrentamiento del ministro Dietrich con empresarios marítimos por las acusaciones de cartelización y corrupción con remolcadores. ENARSA, de base, tenía tres mecanismos de corrupción con la importación de GNL, según una denuncia que le fuera presentada por un funcionario del área al ministro Aranguren apenas asumió. Eran el mayor costo por el servicio de remolques, algo clásico; la aparición de remolcadores “fantasmas” y por último, servicios que se contrataban a las 18.01 horas y que se pagaban, por ello, como si fuera en un día no hábil. Los costos de “in-out” del puerto de Bahía Blanca por ejemplo, pasaban de un costo de u$s160.000 hasta los u$s600.000. Las empresas remolcadoras son básicamente RUA (en sus orígenes vinculada a Lorenzo Miguel), Maruba (de la cual el “Caballo” Suárez fue su director), Trans ONA y Antares. La holandesa Smith International abandonó el país en 2011, un logro del “Caballo”. Dietrich está avanzando con la licitación de remolcadores para barcos con GNL, la que fue adjudicada hace dos semanas a la empresa Maersk. Y estallaron todos los intereses afectados. El Charlton así, se convierte en una nave insignia del sector.
Fuente: Ámbito Financiero