Hace cuatro años, un grupo de empresarios, que fueron armadores durante más de 35 años, se asociaron para fundar el astillero Aloncar, miembro de la ABIN, establecido a orillas del río Quequén, en el partido bonaerense de Necochea. Convencidos de que “con capacidad, dedicación y esfuerzo se puede salir adelante”, comenzaron a trabajar en reparaciones y a poner en valor las instalaciones.
Pocas semanas atrás, el establecimiento marcó un hito al botar el pesquero Skipper, de 29 metros de eslora, con destino a Puerto Madryn. Ese día no sólo será recordado como un símbolo de la recuperación de la industria naval en Necochea, sino porque se echó al agua un barco construido íntegramente en ese astillero.
El ingeniero naval Hugo Obregozo, es uno de los socios de Aloncar y habló con Ser Industria Radio sobre el barco, la actualidad del sector y las perspectivas. Expresó su orgullo por lo realizado, por la generación de más de 100 puestos de trabajo y se mostró confiado en el regreso de la industria pesquera al puerto necochense. Anticipó, además, que en los próximos meses botarán el primero de los tres barcos de pesca artesanal que tendrán como destino el puerto de Rawson.
¿Cómo resolvieron afrontar el desafío de involucrarse con la industria naval?
Hace cuatro años un grupo de socios de empresas que hemos sido armadores por más de 35 años, nos hicimos cargo del astillero Vanoli. Lamentablemente, en esta zona la actividad pesquera se perdió por completo. Acá trabajaban 2000 personas en la industria naval y pasamos prácticamente a cero. Entonces, recuperar la actividad para mi es algo muy importante, especialmente para mí, que soy necochense. Quequén es un puerto agroexportador, pero la diversificación es la base de todo desarrollo y por suerte hemos logrado poner en valor nuestro astillero y superamos las expectativas. Reparamos muchos barcos y pudimos concretar una embarcación que superó lo que creíamos que podíamos hacer en tan corto plazo. Botar un buque nuevo a los cuatro años de iniciado nuestro emprendimiento es algo que nos llena de alegría.
¿Es también una buena oportunidad para generar empleo en la zona?
Es lo que mucho he hablado con las autoridades locales. Estuve en muchos puertos como armador y sé del impacto laboral que genera esta industria. Actualmente en el astillero somos más de 100 personas trabajando. Creo que la comunidad lo ha visualizado. Todos sabemos que poner en marcha a las industrias es la base de desarrollo del país y la sociedad. Estamos en marcha y obviamente, sabemos que el plazo de construcción del Skipper fue más extenso de lo que demandan el mercado y nuestros clientes. El barco fue financiado por el armador, el astillero no tiene capacidad de hacerlo. Fue todo un desafío y un aprendizaje, más allá de toda la experiencia que tenemos en reparaciones, incluso de media vida. Pero un barco nuevo tiene sus particularidades. Falta la parte del alistamiento, pruebas de estabilidad y manuales de carga para que esté en pleno funcionamiento y salga a pescar, unos 25 días.
Decías que se perdió la actividad pesquera en Quequén. ¿Se puede revertir?
Sí. A veces cuesta un poco romper ciertos paradigmas, pero hay voluntad, incluso del intendente. Todavía está presente la historia, se sabe que acá hubo industria pesquera. Hay un fuerte deseo para lograr convenios y construir. También reparamos buques a flote en el puerto, pero se pueden generar actividades de descarga y hay un emprendimiento en el que estamos trabajando que se trata de recuperar y poner en funcionamiento una fábrica. El momento en que podamos decir que se recuperó la actividad, será cuando haya más de un empresario en la industria. Por el momento estamos solos, pero trabajando con las autoridades creo que se puede lograr.
Hay mucha expectativa con la actividad pesquera…
Sí, la esperanza está y la pesca pasa por un buen momento. Los commodities que tenemos, el langostino, la merluza y el calamar, están muy bien, muchas empresas están invirtiendo. El problema es que la actividad tiene poco crédito y el 70% de las obras se hace con financiamiento de los grupos empresarios. La industria naval en Mar del Plata está trabajando muy bien y no hay disputas ni celos. Estoy feliz de que estén construyendo, como ellos lo están de que empecemos a recuperar la industria acá, porque lo más importante es la recuperación de la industria naval. E estado nacional está apostando y creo que estamos en los umbrales de un buen momento para el sector.
¿No hay acceso al financiamiento para renovar la flota pesquera?
El problema que tiene la industria naval es que tenés que manejar las hipotecas navales. Con los bancos el tema es complejo, porque la construcción de un barco demanda un dinero muy importante y es muy difícil que las empresas puedan garantizarlo con propiedades. Los bancos son bastante reacios a la hipoteca naval, han existido complicaciones. Si no se cancela, la entidad bancaria no se tiene que hacer cargo de una propiedad inmueble, sino de un barco, es algo muy complejo. Hay algunos créditos a través de los bancos oficiales, pero está costando encontrarle la vuelta, tener una financiación medianamente accesible y que no sea muy onerosa.
En este contexto, ¿qué los impulsó hace cuatro años a emprender desde el astillero?
Creo que algunas personas tenemos la suerte de amar y disfrutar lo que hacemos. Eso es lo que nos mueve y en mi caso, reactivar la industria en mi ciudad natal siempre fue un anhelo. Necochea tiene el río Quequén con 3,50 metros de calado al cero. Nuestro predio está sobre la costa, a 800 metros del puerto, con posibilidad de tener un muelle privado. El lugar es vital para desarrollar la actividad. Si bien no podemos operar, porque dependemos de la marea, podemos atender y dar servicios, hacer paradas biológicas. La industria pesquera, si bien enfrenta complicaciones, se maneja sustentablemente, con proyecto de funcionar acorde a normas biológicas que garantizan que el caladero va a poder seguir sosteniéndose. A eso se suma que el mundo necesita alimentos. Todo eso nos hizo prever que, con capacidad, dedicación y esfuerzo, se puede salir adelante. Aún en el contexto de un proceso inflacionario, estábamos tan compenetrados que por momentos uno no mira la rentabilidad del negocio, sino poder llegar a buen puerto con las obras. Es un aprendizaje y ya estamos en condiciones de empezar una nueva obra con posibilidades de obtener mayor rentabilidad y mejorar los plazos. Tardamos casi dos años para hacer una obra que pensábamos terminar en diez meses.
¿Eso se debió a una cuestión macroeconómica del país?
No, de eso nos tenemos que hacer cargo nosotros. Pensá que reactivamos las instalaciones y no había gente. Tenemos trabajadores que son de Bahía Blanca, Mar del Plata, Buenos Aires… Está costando mucho porque vienen en forma temporal y hay que permitirles que vuelvan a sus hogares para garantizar la estabilidad familiar. Todavía no podemos pedirles que se muden, porque estamos surcando los caminos. Le damos mucho valor a las relaciones humanas en la empresa, apostamos mucho a formar equipos de trabajo. De eso depende que podamos ser competitivos. Lo mismo con el sistema de compras, porque para hacer un barco implica comprar cosas muy diversas y requiere muchos conocimientos. Requiere tener una logística muy compleja y en épocas de pandemia e inflación, es un desafío que nos cuesta. Pero la expectativa por concretar la obra hace que no nos amarguemos ante las cosas que nos pasan. Si bien nos consume nuestra utilidad, la ganancia va a ser que el barco salga bien y la experiencia, en términos empresarios.
¿Falta mano de obra, soldadores, por ejemplo, en la industria naval?
Hay soldadores y una fuerte demanda. Contessi está botando barcos cada seis meses o menos. SPI está construyendo un buque de 40 metros. En la industria naval perdimos la posibilidad de trabajar con todo lo que es la flota de barcazas. Paraguay nos ganó la parada, porque competitivamente estamos fuera de mercado. Ahí hay mucho por hacer con el estado, el sector empresario y los gremios. Hay una diferencia sustancialmente apreciable entre trabajar con personal calificado o gente que se está formando. Al haber una fuerte demanda de empleo, no hay personal calificado. Otro problema es que existen ciertos flagelos que carcomen la mano de obra, como la falta de formación educativa, el consumo de alcohol, drogas… Tenemos que convivir con estos temas que no pueden negarse.
¿Cuáles son los proyectos inmediatos?
Hemos logrado firmar un contrato para la construcción de tres barcos de pesca artesanal para el puerto de Rawson. Dentro de dos meses estaremos botando al primero de ellos. Hay una esperanza cierta, que motiva la pasión que cada uno de nosotros tenemos.