Funcionará en un centro del CONICET en La Plata. Cuenta con un equipo recién llegado de Alemania para el estudio de métodos más eficientes y baratos.
Hace algunas semanas el Observatorio de Mauna Loa –una de las principales estaciones a nivel mundial dedicadas al monitoreo del calentamiento global– ubicado en Hawái arrojó un dato muy preocupante: la medición de los niveles más altos de dióxido carbono (CO2) en atmósfera en toda la historia evolutiva del ser humano. Ese gas es, en gran medida, causado por la quema de combustibles fósiles, es decir aquellos generados por la explotación de la materia orgánica acumulada durante millones de años en la corteza terrestre, como es el caso del petróleo, el gas y el carbón. Una de las estrategias que postulan los expertos para paliar la mala praxis de nuestra especie es reducir inmediatamente la emisión de CO2 y acelerar el camino hacia nuevas formas alternativas de generación de energía.
Es en ese contexto que cobra especial interés la inminente instalación en nuestra ciudad del Laboratorio de Nanoelectrocatálisis que funcionará en el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA, CONICET-UNLP) que, gracias a las gestiones de la Embajada de Alemania en Argentina, contará con un equipo de última generación dedicado al estudio y desarrollo de potenciales catalizadores que reemplacen a los tradicionales y vuelvan más eficientes y menos costosos los nuevos métodos de generación energética.
El flamante laboratorio quedará inaugurado el próximo miércoles 12 de junio a las 14 en un acto que tendrá lugar en el INIFTA (Diag. 113 y 64) del que participarán, entre otros, su director Félix Requejo; la titular del CONICET La Plata Pilar Peral García; el presidente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) Fernando Tauber; el responsable del Departamento de Asuntos Universitarios y Científicos de la Embajada de Alemania en Argentina Matthias Trager; el decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP Mauricio Erben y la investigadora del CONICET Doris Grumelli, quién estará a su cargo.
Según explica Grumelli, “las tecnologías relacionadas con estas nuevas fuentes de generación de energía ya están funcionando. Ocurre que requieren de ciertas reacciones químicas que necesitan ser aceleradas mediante el uso de catalizadores, es decir compuestos o sustancias que aceleran un proceso, y hasta ahora los que se utilizan se basan en materiales muy caros y poco abundantes como el platino o el iridio. Uno de nuestros objetivos es primero entender cómo funcionan para poder encontrar otras sustancias que tengan las mismas propiedades y puedan reemplazarlos o mejorarlos”.
Dedicada desde hace años a la temática, la experta realizó sus estudios postdoctorales en el Instituto Max Planck de Investigaciones del Estado Sólido ubicado en Sttutgart, Alemania. Esa experiencia generó los lazos que derivaron primero en un proyecto binacional del que es responsable por nuestro país, y propiciaron más tarde este paso significativo que se acaba de concretar con la llegada al país de una cámara de Ultra Alto Vacío (UHV, por sus siglas en inglés), el equipo en torno al cual funcionará el laboratorio.
“La cámara ya está instalada en el INIFTA. Permite el estudio preciso de catalizadores, sin impurezas, digamos, y el análisis de superficies. En el país ya existen varias técnicas que operan con UHV, pero equipos como éste sólo hay uno en el Instituto Balseiro, en el Centro Atómico Bariloche (CAB), y otro similar en Santa Fe”, relata Grumelli, quien comparte el espacio con los becarios del CONICET Gerardo Ocampo y Federico López.
Además del potencial que el equipo ofrece con relación con las nuevas energías, la investigadora resalta otros horizontes que se abren con su instalación: “propiciará la formación de recursos humanos de ambos países y la colaboración interdisciplinaria dentro del instituto y con otras instituciones, ya que sus aplicaciones son de interés para la física y la química, como así también para la rama biológica o médica”.