Construyeron la primera planta de bioetanol del país y ahora exportan tecnología a EEUU

12 agosto, 2022

Hace diez años, un grupo de productores agropecuarios de Río Cuarto puso en marcha la primera planta de bioetanol en Argentina. No conformes con ello, siguieron trabajando y desarrollaron una novedosa tecnología que permite producir biogás a partir de vinaza de etanol. Esa innovación fue patentada en Estados Unidos, país al que llevarán el know how.

Uno de los responsables de este proceso de valor agregado a la producción primaria es Manuel Ron, quien está a cargo de Bio 4, una de las compañías que junto a Bio 5, Bioeléctrica y Carbón Neutral Plus, integran el conjunto de empresas generadas en la provincia de Córdoba por la unión de estos productores agropecuarios. 

La iniciativa derriba la dicotomía campo o industria y refuerza el papel de la agroindustria para que nuestro país pueda salir de esta extensa crisis económica y social que atraviesa. “Necesitamos políticas de largo plazo para que lleguen más inversiones”, señaló Ron en Ser Industria Radio.

El empresario también se refirió a la necesidad de modificar la ley de Biocombustibles. En ese sentido, explicó que en Brasil los combustibles fósiles tienen un corte de 27,5% mientras que, en Argentina, sólo alcanza el 12,5% e incluso podrían reducirlo. También destacó el crecimiento de la actividad en el país vecino. “En 2014 había en Argentina cinco plantas, en Brasil dos y hoy tienen 20”, dijo.

Pese a todo, Ron se mostró optimista. “El mundo necesita alimentos, energía. Hay que estar preparados”, sostuvo y alertó sobre la gravedad del desconocimiento que la clase política tiene sobre la agroindustria.

¿Cómo surgió la idea de desarrollar estas empresas?

Venimos del campo. Somos productores, comercializadores de insumos agropecuarios, acopiadores, realizamos diferentes actividades dentro del sector. Allá por el 2006, viendo que en el mundo venía una ola en energías renovables, decidimos diversificar nuestro negocio, también como una forma de agregar valor a la producción primaria. A partir de ahí empezamos, primero, un camino de asociativismo. Nos juntamos varios productores para lograr la escala y conformar la primera planta de etanol de maíz de la Argentina, donde las naftas tienen 12% de bioetanol, cuando en Brasil llega al 27,5%. También tienen “alcohol”, como ellos denominan al etanol puro. Para utilizarlo, es necesario tener un auto “Flex”. Como industria, estamos pidiendo que, en Argentina, se aumente el corte y pueda haber un combustible regional que se produce en Córdoba, Tucumán y se pueda vender en estas mismas provincias. Además de producir bioetanol, con el resto del maíz que es la proteína, la grasa y la fibra hacemos la burlanda que la mandamos a la alimentación animal.

¿Qué es la burlanda de maíz?

Es proteína vegetal que se transforma en proteína animal. Tenemos una empresa que se llama BIO 5, que es uno de los tantos feedlot que usan burlanda, pero creemos que hay un potencial enorme en la producción de carne en Argentina y está complementado con el tema del etanol. Después tenemos otra empresa que hace energía eléctrica renovable a partir del biogás. Todos los desechos orgánicos pueden ir adentro del digestor que es como una gran panza que genera biogás, que tiene adentro un 57% de metano. Ese biogás, si lo metés en un motor a gas con un alternador en la punta, genera energía eléctrica renovable. Esto se pude desarrollar claramente en el interior agropecuario argentino porque puede utilizar los residuos pecuarios, el estiércol de los feedlot, de los tambos, los criaderos de cerdos, para transformar esos pasivos ambientales en activos energéticos. También se puede usar aceite usado de cocina, residuos urbanos, toda la parte orgánica lo que se usa para hacer compost en el fondo de una casa o todos los orgánicos que uno tiran en los residuo, que son casi el 50% en una casa. Eso podría ir adentro del digestor y bajar la carga que va a los enterramientos sanitarios, disminuir la emisión de metano y transformarse en energía eléctrica o en bíometano, porque también puede purificarse e inyectar en los gasoductos y volver a consumirlo en la hornalla de la casa. En esto de la economía circular, de cómo se reciclan los pasivos de un proceso como sustratos de otros, usamos la bosta que sale del feedlot, la metemos en los digestores y ahí generamos más energía eléctrica. Es economía circular a gran escala.

¿Y Carbon Neutral Plus?

Es el último proyecto que lanzamos en este tren de descarbonización que venimos haciendo. Con Carbon Neutral Plus ayudamos a las empresas a compensar su huella de carbono con bonos de carbono o certificados de energía renovable, generando impacto local en las comunidades con más forestación. Es una startup sustentable donde las empresas, desde la comodidad de la computadora ingresan en la web y pueden medir gratis su huella. Fue pensada para industrias y empresas que no tengan insumos muy complejos en su operación. Cualquier compañía de servicios, banco, fintech, empresas de software, seguros, con la factura de electricidad, de gas, los kilómetros recorridos por los autos y algún otro indicador más que pedimos, puede calcular su huella del año, en este caso del 2021 y saber cuántas toneladas emitieron, para después ver qué hacen con esa información, porque no se puede gestionar lo que no se mide. Entonces, lo primero que proponemos, es medir y a partir de ahí tienen en la plataforma la posibilidad de compensar esa huella utilizando bonos de carbono que se pueden haber generado en Argentina o en otro lugar del mundo.

¿Cómo fueron agrupándose para compartir estos proyectos?

El mayor desafío fue armar Bio 4, porque fue la inversión más grande en términos de capital y nos llevó varios años de maceración, primero en términos de armar toda la prefactibilidad. Viajamos a Estados Unidos, India, Europa, a ver la tecnología, a conocer quiénes eran los líderes, los tecnólogos, quienes proveían los equipos. Hacer el plan de negocio llevó mucho tiempo. Y después, convencer a los productores agropecuarios de que valía la pena diversificarse e invertir en algo diferente, porque tal vez ya lo habían hecho en activos inmobiliarios y hacerlo en algo que generara trabajo muy calificado, fue el distintivo más grande. Estas empresas generan mucho conocimiento y hoy estamos exportando parte de eso a Estados Unidos. Por eso este tipo de inversiones en emprendedorismo de riesgo, generan mucho desarrollo del conocimiento en la región, que queda acá, ya es inherente a los profesionales que están trabajando, que se han sumado, que a veces están tres o cuatro años con nosotros, se van y arman su propia PyME. Diversificar la matriz agropecuaria y agregarle más valor, es lo que el país debería estar haciendo a gran escala.

¿Qué creen que podría hacerse al respecto?

Exportamos casi 30 millones toneladas de maíz como grano y nuestra propuesta es que todo debería irse como bioetanol. El cerdo, la carne, el pollo, todo empaquetado ya en porciones para que lo coma un chino. Tenemos que exportar ese tipo de productos con más valor agregado y no granos de maíz o harina de soja que tienen el valor agregado de la agricultura, de la semilla, de lo que se genera en el campo, que ya es una industria a la que podríamos agregarle más. Pasar de exportar toneladas de 200 o 300 dólares a carne premium de 8.000 mil, 9.000 mil dólares la tonelada. Sobre todo, para generar mayores ingresos de dólares y más trabajo en el interior, que es lo que necesitamos para salir del estancamiento en el que estamos.

¿Cómo se explica que el gobierno impulsa la protección del medio ambiente y al mismo tiempo redujo el corte del biocombustible? 

Una cosa es el discurso y otra cosa es la realidad. De las iniciativas que hay en la Argentina para bajar emisiones, la única importante, grande, es biocombustibles y algo de energías renovables que surgieron entre el 2016 – 2019 con los planes RenovAr que fueron muy buenos. Ahí metimos las plantas de biogás. Cada país tiene metas de descarbonización y las emisiones se bajan con eficiencia energética, cambiando todas las luminarias leds, reduciendo los consumos energéticos. Pero enun país donde la energía no vale porque está súper subsidiada, nadie va a ahorrar, ni hacer eficiencia energética, ni va a poner un panel solar, porque cuando la energía es tan barata no hay retorno, no hay incentivo para ser más renovable.

Tampoco se facilita esa transformación, no hay financiamiento ni promociones…

A nivel doméstico, si le decís a una persona que ponga un panel y lo va a pagar en 15 años…. Si lo pagara en cinco, para dejar una factura grande de Edenor grande que se achica por tener el panel, habría una motivación. Pero cuando la factura es nada, el incentivo puede ser solamente moral. Hay que revisar urgente la ley de Biocombustibles. El año pasado se bajó el biodiesel, ahora lo volvieron a subir por la falta de gasoil al 12,5%. Son todas idas y vueltas que desorientan absolutamente al inversor. Cuento una pequeña anécdota. En 2012, nosotros pusimos en marcha la primera planta. En 2014, había en Argentina 5 plantas de bioetanol de maíz de última generación y en Brasil sólo dos. Hoy ellos tienen 20 plantas y en Argentina seguimos siendo 5. Nos pasaron en la curva terriblemente, tienen una industria súper próspera, con 10 plantas más en construcción, más de US$ 1000 millones de inversión desarrollándose, producto de políticas de estado mucho más pro mercado, pro desarrollo de la industria, un mercado más liberado. Acá tenemos un mercado de cuota, de precio producto, de estas leyes que tenemos que lo único que hace se transforma en un ancla para el desarrollo del mercado. Está a la vista lo que pasa en Brasil y lo que pasa en nuestro país. Esperemos las autoridades puedan verlo y cambien.

¿Qué tecnología están exportando a Estados Unidos?

Es una tecnología inédita en el mundo que logramos patentarla. Cuando trajimos de Alemania la tecnología del biogás, pensamos replicarla con silaje de maíz y estiércol, que es la forma que se ha desarrollado en casi todo el mundo. La tarifa que los planes RenovAr plantearon para el biogás no era muy promocional, era demasiado justa. Obviamente, había un interés de las autoridades de que la energía no fuera tan cara, en esa época querían que no tuviera subsidio. Presionaron mucho para abajo la tarifa de biogás y eso hizo que agudizáramos el ingenio. Como no lo podíamos hacer a partir del estiércol y el silaje de maíz, sobre todo porque esto es muy caro ya que va de la mano del precio del grano, tuvimos que pensar qué fuente alternativa teníamos para hacerlo. Veníamos trabajando en esto de usar pequeñas cantidades de vinaza en el proceso del bioetanol y habíamos mandado unos técnicos a Estados Unidos a ver alguna planta que estaba incipientemente usándolo y nos dimos cuenta que teníamos un producto espectacular para hacer biogás, que si la tarifa era más o menos razonable podía andar. Ya llevamos seis años produciendo biogás a partir de vinaza de etanol. Es algo que, en Estados Unidos, producto de la superabundancia de gas natural que tenían, de precios muy bajos, muy competitivos y ningún incentivo a la descarbonización, nunca lo habían mirado. Entonces desarrollamos una empresa de ingeniería en Argentina y fuimos rápidamente al mercado americano a ofrecer esta tecnología. Hoy estamos posicionados y haciendo estudios de factibilidad.

¿Ven que en Argentina estas iniciativas se contagian a otros productores?

Sí, se contagian porque nosotros tenemos una política de puertas abiertas. Tenemos muchísimos grupos de productores que vienen a visitarnos todas las semanas a la planta. El tema colaborativo es fundamental. Muchísimo de lo que hacemos, podemos compartirlo y hay mucho productor interesado en diversificar sus inversiones. Hoy la macroeconomía frena mucho estos temas, porque la incertidumbre que se genera por la macro, el valor del dólar, la inflación, hace que se paren inversiones. Argentina en términos agropecuarios y de agroindustria es clase mundial, tenemos muchísimo para seguir haciendo. Si bien con el desarrollo de Brasil hemos perdido oportunidades, todavía van a pasar muchos trenes y a alguno de esos, como país. nos vamos a subir. Tenemos una visión optimista pese a que no venimos haciendo bien las cosas. Si Argentina potencia la agroindustria, la minería, la industria del conocimiento, la energía con lo que tenemos en Vaca Muerta, cuatro o cinco sectores que realmente tengan apoyos importantes de quien fije las políticas, vamos a salir mucho más rápido de lo que creemos porque es un potencial enorme.

¿Qué es lo que nos falta?

Políticas de largo plazo, que no se cambien, que fijen reglas claras, sobre todo para que la gente pueda invertir y jugársela. Casos concretos, nuestro negocio agropecuario, la exportación de carne, todas las idas y vueltas que ha tenido, los cierres a las exportaciones, desincentivan absolutamente que el productor arme rodeo de largo plazo pensando en hacer carne premium, que se abra un frigorífico de exportación, porque cierran las exportaciones y te fundís automáticamente. Como eso siempre está en vilo, desalienta. Si fuese diferente, habría un tren de inversiones.

De hecho, hay una pérdida importante de empresa y productores…

Los brasileños en estos últimos 30, 40 años duplicaron el rodeo vacuno. Nosotros tenemos lo mismo que en 1970. Lo que nos pasa es como la historia de las oportunidades perdidas, pero hay muchos trenes que van a seguir pasando. Hay que mirar el vaso medio lleno y estar listos para cuando pasen. El mundo sigue demandando alimentos, energía. Hay que estar preparados para esos momentos que sin dudas van a venir.

La ley de Biocombustibles generó una discusión pública y era evidente la inconveniencia de bajar el porcentaje de corte. ¿Qué fue lo que pasó?

Participe del debate en la cámara de Diputados. El bloque oficialista planteaba la nueva ley que venía con una reducción del biodiesel y en el etanol, lo dejaron en 12% pero con la posibilidad de bajar el etanol de maíz si los commodities, de alguna manera, volaban. Después voló todo por el aire, el petróleo, el maíz… Pero fue una ley que limitó al sector. En el caso del biodiesel lo afectó directamente. Les dije a los diputados que, si hoy fuera el año 2010, cuando decidimos hacer esta inversión de US$ 60 millones de dólares, con esta ley no la haríamos, para que les quede claro. Porque, encima, nos querían convencer de que era una ley favorable para el sector. Una cosa increíble, el relato por un lado, la realidad por el otro. En todos los países hay tensiones, la industria petrolera está en contra de la suba de los cortes porque le quita share a ellos. Eso pasa siempre, ahora tal vez, la industria de combustible fósil se está aggiornando y está viendo una posibilidad de incorporar lo verde a la matriz. La ley de Biocombustibles salió también con la absoluta imposibilidad de que las empresas petroleras participen en el sector de bioetanol. Esas prohibiciones tampoco son buenas porque generan mercados cerrados, menos competitivos, con menos posibilidades de crecer a futuro y eso es algo que, en muchas cuestiones de la economía argentina hay que revisar. Esa prevenda que a veces se busca en Argentina atenta contra el desarrollo, la competitividad y sobre todo el beneficio del consumidor final, que es el que paga más caros los productos y servicios cuando hay monopolios.

Más allá del optimismo, ¿te parece que la dirigencia política comprende lo que es y significa la producción agropecuaria?

Hay muy poco conocimiento. Tal vez un mea culpa de nuestro sector es la concientización, esto que en las charlas comento que hay un 12% de etanol en la nafta. El otro día subí a un taxi y el taxista no sabía que las naftas tenían un corte de biocombustibles. De parte de las autoridades hay mucho desconocimiento de estas cuestiones que son claves en nuestra economía. Argentina es clase mundial en temas agropecuarios. Hace pocos días estábamos hablando de los silobolsas, las retenciones y la especulación. Hay un nivel de desconocimiento brutal de los políticos sobre la industria agropecuaria y la agroindustria que sí son la ventaja competitiva más importante del país. Creo que ningún funcionario, diputado o senador podría prescindir de esos conocimientos para poder generar políticas públicas. Si un cuarto de los trabajos que se crean en Argentina tienen que ver con la agroindustria, el 70% de los dólares que ingresan al país los generan las exportaciones agroindustriales, al ser tan relevante el sector a los intereses de la Nación, debería haber un conocimiento mucho más profundo. En Córdoba tenemos la Fundación Argentina para el Desarrollo Agropecuario (FADA), que genera información y propone políticas públicas desde el sector para el país. Ese tipo de fuentes de pensamiento son claves para iluminar y ayudar a comprender la realidad del sector que debería estar mucho más comprendido por los decisores.

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