El presidente de la Federación de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires (FABA) y de la Confederación General Argentina (CGA), Fernando Savore, confirmó que en las góndolas faltan algunos productos alimenticios y denunció que algunas empresas modifican las etiquetas de sus artículos para evitar controles de precios.
En diálogo con Ser Industria Radio, el dirigente señaló que es necesario conformar una mesa entre productores, mayoristas y almaceneros para evitar el desabastecimiento y acordar márgenes de rentabilidad.
Señaló además que “cinco o seis compañías han comprado un sinfín de empresas argentinas, son los grupos económicos que están aumentando de una forma desmedida” y tras apoyar la ley de góndolas advirtió que las pequeñas empresas no tienen resto para aguantar entre 60 a 120 días para cobrar.
¿Están faltando productos alimenticios?
Nosotros somos trasladistas, compramos y vendemos. Nuestros comercios no tienen grandes depósitos y todo lo que vendemos prácticamente lo compramos a través de nuestros mayoristas y distribuidores. En este último tiempo, cuando fuimos a hacer las compras, nos encontramos con faltante de mercadería. Por ejemplo, en el caso de la yerba, que hay un sinfín de marcas, en el mayorista nos encontramos que hay muy poca variedad y las que deberían estar en Precios Cuidados hoy tienen una leyenda que dice “Flex”. De esa forma se recategoriza la yerba como un artículo nuevo que no está en Precios Cuidados. No hay nada de malo en que una empresa pueda fabricar un artículo nuevo, el tema es que siga estando el que se había negociado en el programa.
¿Pasa lo mismo con otros productos?
Los aceites de girasol, vienen con las palabritas nuevas, “Alto oleico” y son mucho más caros. También pasa con los aderezos o la cerveza, que aumentan una barbaridad. El queso cremoso acaba de llegar con un aumento del 10%, ya subió un 25%. Esto llama la atención porque el precio del queso en invierno, por la escasez que puede haber en las cuencas lecheras, tiende a subir, pero en verano es al revés. Como hay demasiada leche siempre tiene tendencia a bajar. Sin embargo, su valor aumentó y en lo que uno más hace hincapié es en que cinco o seis compañías han comprado un sinfín de empresas argentinas. Esos son los grupos económicos que están aumentando de una forma desmedida.
¿Los precios de las segundas marcas también se ven afectados?
En nuestros negocios siempre estuvieron lo que mal se llama “segundas marcas”, PyMEs que están produciendo mercadería de excelente calidad. Hoy un pan lactal de la marca Bimbo de 600 gramos, cuesta $200. Ahora lo bajaron a $190 como promoción, pero le sacaron 50 gramos y hay pequeñas panificadoras que están producido un pan lactal de primer nivel a un precio de $100, $110 los 600 gramos. Cuando el cliente viene a nuestros comercios y hace la cuenta empieza a probar estas segundas marcas. Ahí es donde se dan cuenta de que tenemos empresas argentinas que han avanzado una barbaridad en calidad entonces empieza de a poco el recambio de paladar.
¿Esto puede mejorar con la ley de góndolas?
Nosotros siempre le dimos la oportunidad a las PyMEs, si vienen con una factura podemos comprarles. Sobre la ley de góndolas lo que preocupa es que las pequeñas empresas necesitan cobrar rápido porque no tienen resto para aguantar y las empresas que le venden a los hipermercados cobran entre los 60 y 120 días. Una PyME no puede esperar tanto tiempo porque se funde. Desde FABA apoyamos totalmente esta ley, aplaudimos que las PyMEs puedan exhibir sus productos en un hipermercado porque es una vidriera muy importante. Pero la provincia de Buenos Aires es grande y a veces a las PyMEs les cuesta abastecer al tercer cordón porque la logística es extremadamente cara. Ahí es donde el Estado debería aplicar políticas públicas, que exista algún formato para que nos podamos vincular desde nuestros comercios con tantas PyMEs que hay dispersas en Argentina. Porque por ejemplo en Bariloche producen mermeladas artesanales de mejor calidad que las primeras marcas que todos conocemos. Es una picardía que no puedan estar en la góndola de los comercios de Buenos Aires que por una cuestión de densidad poblacional es donde está el gran consumidor. Además, así ayudaríamos a las económicas regionales.
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¿Programas como Precios Cuidados o Precios Máximos realmente funcionan?
El tema de Precios Cuidados y los 660 productos, el gobierno los negoció directamente con las cadenas de hipermercados. Tanto nosotros como los supermercados no hemos sido convocados. Nos regimos por el tema de los Precios Máximos, que involucra menos productos. Ahí hubo mucho debate porque hay determinadas mercaderías que no conseguimos o algunas que los mayoristas nos las cobran muy caras y no tenemos casi rentabilidad. Por ejemplo, el kilo de azúcar, que figura en Precios Máximos, está en $56 y el mayorista nos las vende a nosotros a $55.99. Todos tratamos en lo posible de cumplir, las inspecciones están y si alguna mercadería se está vendiendo más cara de lo que corresponde lo que hacemos es denunciar a quien nos vendió y la mejor forma es entregando la boleta de compra. El universo de la comercialización es muy pequeño, estamos hablando del productor, el mayorista y nosotros. Si se quisiera encontrar quien es el formador de precio, con que a mí me pidan la boleta van encontrar al pícaro de la cadena, es sencillo. Por eso desde el comienzo de este gobierno y en el anterior, nosotros planteamos desde la Confederación y a través de la intercámara de alimentos, que armen una mesa, que negociemos las rentabilidades el productor, el mayorista y nosotros. Si no logramos sentarnos con cada uno de los productores y los mayoristas, no nos vamos a poner de acuerdo y va a seguir ocurriendo este problema de faltantes.
Cuando ustedes preguntan por qué faltan productos. ¿Reciben alguna respuesta?
Los mayoristas nos plantean que los productores no quieren entregar mercadería porque no les dejan aumentar el precio que ellos necesitan. Estas cosas me sorprenden porque durante el tiempo de lo que fue la cuarentena dura, nuestros comercios y los hipermercados trabajamos el doble y las empresas monopólicas que producen alimentos también. Entonces… ¿Qué me vienen a decir que necesitan ganar más plata? Creo que fue un año donde tenemos que darnos por contentos si salimos empatados. Además, nos enfrentamos a otro año en el que tenemos que ponernos la camiseta celeste y blanca, no partidaria y pensar que todos vamos a tener que ganar un poquito menos. Eso lo podemos pensar las empresas nacionales pero los monopolios tienen otra camiseta.
¿Por qué crees que, cuando se legisla o se toman medidas, éstas nunca terminan de ser una solución?
Esa es una pregunta que creo que la debe responder la gente del gobierno. En principio creo que es más fácil sentarse con cinco responsables de los hipermercados que con los responsables de 26 mil comercios que tenemos en la provincia de Buenos Aires y más de 60 mil en el país. Pero el tema es que los hipermercados están en lugares estratégicos mientras que nuestros comercios están en los lugares más marginados, donde la gente es más humilde. Cuando hay que armar un programa para que se beneficie la gente hay que pensar en abastecer o darle posibilidad de que el comerciante más pequeño pueda seguir vendiendo a un precio accesible para que la gente que no puede tomar un colectivo y menos tiene un auto para poder llegar al hipermercado, seguir comprando esos productos.
Miremos lo que ha pasado en el tema de la carne. Aplaudo que consigan cortes más baratos, pero hablando con carniceros, me manifestaban que si hay que vender el asado barato sería bueno que todos lo puedan hacer, no solamente algunos. Más con el mamarracho que hicieron el otro día. La gente fue a comprar la carne y lo primero que hizo fue sacarles fotos a esos cortes que la verdad que eran todo grasa. Si el gobierno le dio la confianza a un determinado empresario que vende carne y hace eso, no sólo defraudó al pueblo que fue confiado a comprarle, sino también a un gobierno que confió en él y terminó jorobando al consumidor.