Un robot que “come basura” fue diseñado por el ingeniero argentino Pablo Romanos y armado con residuos electrónicos recuperados por los recicladores urbanos de la cooperativa El Correcamino con el objetivo de que les enseñe a las personas a reciclar: “Abrirá la boca solo cuando detecte, a partir de unos sensores, que el elemento tirado corresponde a la categoría que tiene que ‘comer’, por ejemplo hierro”.
Romanos, conoció a Ricardo ‘Coco’ Niz, coordinador de la cooperativa, cuando un día pasó por la vereda donde trabajan los recicladores y allí justo lo “mordió un perro”. “Nos teníamos que conocer”, recordaron en diálogo con Telám sobre los inicios del proyecto que emprendieron juntos hace casi dos años.
Por el momento se encuentran en la etapa de diseño de prototipos y ya armaron dos robots, uno de ellos llamado Nano -como modelo intermedio- que tiene el sensor de una consola Xbox que encontraron los recicladores en la calle, y que luego reutilizaron para que el robot cumpla la función de seguir órdenes de humanos “de la misma forma en que los chicos juegan con las señas y gestos con este juego”, explicó Romanos.
Asimismo, Nano tiene parlantes porque la idea es que los robots no solo abran la boca sino también emitan sonidos y a través de pantallas de computadoras recicladas les expliquen a las personas cómo se recicla lo que están tirando.
“A veces pasa que la gente ve los cestos de residuos de diferentes colores en la vía pública pero no sabe dónde tirar qué cosa en qué lugar, por eso la idea también es que el robot les enseñe”, resaltó el ingeniero, y añadió que la intención “es armar algo inteligente con la propia basura que se desecha y crear algo que ayude a la comunidad”.
La iniciativa está pensada para “empezar a instalar los robots en escuelas y que los chicos aprendan a reciclar de una forma divertida”, explicó, y agregó que “si llegan a producir a gran escala” necesitarán más recursos humanos, porque hasta el momento es un “proyecto independiente”.
“A partir de este proyecto, los recicladores de la cooperativa -compuesta por 43 familias- aprendieron cómo separar una capa superior de los recursos que encuentran en la calle, como por ejemplo este motor que ahora está ensamblado en el robot y era de un triciclo que estaba roto”, señaló Romanos.