Los principales jugadores del comercio internacional avanzan hacia el comercio sostenible, la adopción de medidas que contemplan el cuidado del medio ambiente y la práctica de acciones de remediación del planeta. En los próximos años estas exigencias deberán ser cumplimentadas con trazabilidad por la producción agropecuaria e industrial, para no perder mercados.
En este contexto Ser Industria Radio dialogó con Rodrigo Rodríguez Tornquist, quien se desempeñó como secretario de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación de la Nación y también estuvo a cargo de la subsecretaría del Conocimiento para el Desarrollo, de la secretaría de Asuntos Estratégicos del gobierno nacional.
El ex funcionario, destacó el peso de estas normas en el marco del acuerdo Unión Europea (UE)- MERCOSUR. Insistió en que las políticas y prácticas de sustentabilidad “llegaron para quedarse y están impulsando transformaciones profundas”. Asimismo, se refirió a la transformación energética y las posibilidades que tiene Argentina para convertirse en protagonista a nivel global.
¿Qué oportunidades brinda a la industria argentina el comercio sostenible?
Lo importante es entender que esta agenda desafía el abordaje tradicional y obliga a integrar algunas consideraciones referidas a los impactos de las actividades sobre el ambiente y los impactos del ambiente sobre las actividades. Todos sabemos que cuando hay olas de calor, olas de frío, inundaciones. sequías y fenómenos climáticos extremos, como estamos viendo en todo el planeta, se alteran las cadenas logísticas y los sistemas energéticos. Eso tiene implicancias para la industria. En primer lugar. eso nos obliga a pensar cómo prepararnos para estos cambios. Hay dos grandes aspectos que empiezan a presionar sobre la actividad productiva: el sector financiero, que incluye los seguros y los temas comerciales. La problemática ambiental incrementa relevancia a nivel internacional y nuestros principales socios comerciales, con la UE a la cabeza, empiezan a integrar algunos condicionamientos para el comercio internacional en materia ambiental. Eso obliga a que la industria tenga que prepararse no solamente para medir, sino también para reportar y asegurar trazabilidad de los procesos productivos para sortear esos condicionamientos ambientales. Lo bueno es que el mundo está demandando alimentos de calidad, energía y salud ambiental y Argentina es una potencia en los tres temas. Oportunidades hay muchas, desafíos también y creo que estamos a tiempo para impulsar los cambios necesarios para prepararnos
¿En este enfoque se encuadra el desarrollo de parques industriales, donde se establecen las empresas que incomodan en el espacio urbano?
Sí. Cada vez hay más parques industriales sostenibles que empiezan a tratar sus propias aguas residuales y demás, porque las compañías de seguro empiezan a medir también los potenciales impactos o conflictos de las Industrias y empieza a ser más barato ir a métodos productivos más limpios, que exponerse a conflictos con los vecinos. Eso va haciendo que se vayan ordenando el territorio y las prácticas productivas y por otro lado el financiamiento. El lunes 28 de agosto el Banco Central de la República Argentina anunció que iniciaba un análisis de riesgo climático del sistema financiero argentino donde plantea que van a analizar a las mil instituciones financieras de la Argentina, respecto a cuál es su exposición al riesgo climático en términos de riesgo físico. O sea, de lo que puede afectar el cambio climático a sus carteras de negocios como en riesgo de transición. Cómo estos nuevos condicionantes ambientales pueden impactar al sector financiero. El comercio sostenible está despertando muchas acciones al sector privado, la industria y sin duda presenta oportunidades para que se hagan las cosas bien. Va a presentar algunos desafíos para el que todavía está un poco más retrasado con respecto a la comprensión de la agenda.
¿El desarrollo del comercio sostenible es una oportunidad para la integración regional?
Absolutamente. Uno de los puntos más álgidos en la negociación entre el acuerdo UE- MERCOSUR es justamente el capítulo de comercio sostenible. El MERCOSUR tiene que asegurar el cumplimiento de todos los acuerdos ambientales multilaterales. Eso va a obligar a establecer ciertos estándares, ciertas prácticas y el cumplimiento de protocolos de parte de todos los sectores productivos de nuestros países. Obviamente, va a fortalecer lazos de cooperación porque ningún país podrá hacerlo solo. También hay una oportunidad para protegernos. Por otro lado, cuando hablamos del Amazonas, el gran chaco americano, de la Cuenca del Paraná, la Mesopotamia o el acuífero Guaraní, no nos referimos a la de tal o cual país, sino a todo el ecosistema, que no reconoce fronteras políticas. En tal caso, las distintas jurisdicciones tendrán que ponerse de acuerdo sobre cómo cuidarlo. Hay un enorme potencial y una gran necesidad de articulación con nuestros vecinos para trabajar estos temas y prepararnos para lo que está viniendo.
Vaca Muerta y del offshore en la costa de Buenos Aires, ¿contradicen la intención de avanzar con energías renovables y el comercio sostenible o son una necesidad para financiar su desarrollo?
Probablemente ni una ni la otra o un poco de las dos. Necesitamos una transición energética que se mide en términos de lustros o de décadas, donde está muy bien echar mano de los recursos hidrocarburíferos que uno tiene. Particularmente los gasíferos, bajo ciertas y determinadas condiciones. Sabemos que no hay una sola forma de explotar Vaca Muerta. Hay muchas, haciendo las cosas bien o mal. Podemos remediar suelos, ventear metano o capturar emisiones fugitivas y reducirlas. Podemos tener las mejores prácticas, reducir y remediar los impactos ambientales. Eso depende de prácticas corporativas y el tema es cómo establecer que se implementen las mejores condiciones y eso tiene costos adicionales. En términos de política, hoy tenemos una matriz energética que en más del 80% depende de los hidrocarburos. No nos gusta donde estamos y el mundo nos está demandando que vayamos a otro lado. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo incrementar renovables entre las distintas opciones tecnológicas? Para eso cómo vamos a administrar los recursos.
¿Y cómo se podrían administrar?
Básicamente, si tenemos offshore, podemos crear un fondo específico para las renovables o para desarrollar un clúster industrial que permita llevar adelante las renovables. No olvidemos que si decimos “vamos a desplegar tantos gigas de renovables en los próximos años”, eso incluye hidráulica, solar, eólica y demás. ¿De dónde vamos a sacar los miles de molinos eólicos, paneles solares y demás? ¿Vamos a importar todo o lo vamos a fabricar acá? Si lo vamos a fabricar acá ¿en qué fábricas lo vamos a hacer, de dónde vamos a sacar los recursos minerales, las capacidades técnicas, la maquinaria? ¿Cuánto tiempo necesitamos para desarrollar estos clústers industriales? La transición energética demanda políticas de estado que trasciendan la miopía electoral, la que define cómo gano las elecciones de octubre o noviembre o cómo ganó la legislativas en dos años. Requiere construir consensos a 5, 10 o 20 años, para que el sector Industrial puede decidir embarcarse en una inversión de estas características, empezar a producir cierto insumo para la industria de las renovables a “equis” cantidad de años, bolsillos generosos, una visión de largo plazo y estabilidad para orientar las inversiones. Es posible si tenemos las capacidades. Quizás nos falta un poco la visión o el entendimiento de la dirigencia política, que está un poco desorientada con respecto a las necesidades de la gente, lo estamos viendo en los resultados electorales y todo lo que se está manifestando.
¿Por qué la política no trabaja esta agenda?
Hay una falta importante de entendimiento con respecto a la agenda ambiental, el comercio sotenible, una creencia de que es una agenda “de lujo” o “de nicho”. No se termina de comprender que es un tema determinante, de primer orden, en la política internacional y en la política nacional de gran parte de los países desarrollados. Aparte, al no entender, hay un poco de miedo. Dicen “es un problema, me van a hacer preguntas difíciles…”. También tengamos en cuenta que el sector ambientalista habla difícil muchas veces y por ahí lo primero que viene a la cabeza cuando hablamos de este tema, son marchas, problemas, quejas… La política prefiere evitar situaciones de este tipo. Ante situaciones como la del Chubut con el tema de la minería o Mendoza, en vez de dar discusiones serias y diálogos, se prefiere impulsar la sanción de la ley el 31 de diciembre a las 12 de la noche cuando la gente está brindando.
¿Esas situaciones impiden avanzar seriamente?
La clase dirigente argentina no termina de entender que esas actitudes generan más reacción y más castigo de la gente. Además, así no se soluciona ningún problema porque después todo termina en la justicia. Sí sabemos que debemos aprovechar las enormes oportunidades que hay por delante para el país. Porque en materia energética, tenemos la energía de ayer, de hoy y de mañana. Podemos ser el polo global de hidrógeno, sin ninguna duda. Vamos a necesitar discusiones incómodas, acuerdos estratégicos pluripartidarios en función del interés nacional y eso demanda una nueva generación política, porque hasta ahora, sin hablar de ningún partido político ni nombre propio, vemos una carencia de esta visión. Estamos, como dicen en la náutica, al garete, sin rumbo, con la quilla quebrada y el palo mayor destruido, por donde nos lleva la corriente. Es un problema, porque en estos momentos tumultuosos, inciertos del mundo, es importante construir visión sobre hacia dónde vamos.
Vuelvo al tema de la UE y su avance con el Pacto Verde, que está al llegar. ¿Nos estamos preparando?
En algún punto llegó. Ya tenemos barreras de ajuste de frontera y por deforestación. Hoy no se puede vender a la UE carne, soja, ni madera, si uno no demuestra que hay ausencia de deforestación en su producción. El comercio sostenible se empieza a extender a otros sectores, como el acero, los productos industriales y demás, donde habrá que reportar la huella de carbono, el consumo de agua, las prácticas para el tratamiento de residuos… La UE quizás es el pionero en todo esto, pero Estados Unidos, Canadá, Brasil y China, empiezan a integrar criterios de estas características para sus propios sectores productivos que, obviamente, presionan sobre los gobiernos pidiéndoles que trasladen estas exigencias a sus socios comerciales, que les venden por una cuestión de competitividad. Esto, indefectiblemente, nos guste o no, lo entendamos o no, más temprano que tarde se nos vino encima. El tema es como nos preparamos. Algunas empresas lo están haciendo, tienen cabezas abiertas, de avanzada y se están preparando. A otras le cuesta, pero la realidad va ajustando y los van invitando a que se preparen.