El fascismo de las minorías

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5 octubre, 2020

Nuestra sociedad se ha ido transformando y con el tiempo se incorporó un nuevo fenómeno sociológico donde pequeños grupos minoritarios quieren imponer al resto una idea, una conducta, una postura, algo en lo que se cree tan fervientemente que se asume el derecho de imponérselo a la mayoría. Sería algo así como el gobierno de unos pocos.

Así es que una pequeña minoría de nuestra población quiere imponerle a una amplia mayoría la prohibición de comer carne, intentando torcer una tradición cultural argentina que viene de la época de la colonia. El postulado es tan fuerte que expone al que lo hace calificándolo como asesino. Algo así como prohibir el ceviche en Perú.  ¡Pienso que si alguien por principios, por religión o por gusto no quiere comer carne tiene todo el derecho de no hacerlo!  Y si quiere convencer, que use la Palabra para transmitir el mensaje, pero nunca la violencia.

Otra pequeña minoría prejuzga ideológicamente a una amplia mayoría que decide emprender, invertir y acumular riqueza producto del trabajo personal. Opino que cualquiera puede elegir la manera como quiere llevar adelante su vida, lo que no puede hacer es demonizar a quien haya decidido adquirir bienes y disfrutar a su estilo. Seguramente estos emprendedores han puesto en juego sus patrimonios, han enfrentado crisis económicas, han dado trabajo a otros y por sobre todo han aportado cuantiosas sumas al Estado en concepto de impuestos, los que en muchos casos terminan por subsidiar a estas” minorías de la envidia” ¿Acaso no tienen derecho a pretender una retribución lógica después de tanto esfuerzo?

Una pequeñísima minoría porteña se levantó una mañana y decidió imponer al país un lenguaje denominado” inclusivo” que consiste en reemplazar en las palabras terminadas en “o” por la “e”. La razón científica a esta modificación idiomática es porque la “o” es machista y patriarcal. No se ría, es así. 

El lenguaje está en permanente construcción. Por el uso habitual y popular nacen nuevas palabras y expresiones que finalmente terminan siendo incorporadas por la Real Academia. Por el contrario, el idioma inclusivo surge como una imposición, no por el uso popular. ¿Cómo pensar que quienes pasaron toda su vida hablando de una manera se pretenda que lo cambien de un día para otro, porque a este grupito se le ocurrió? Pero si a alguien se le ocurriera esbozar una mínima crítica pasa a ser denigrado y calificado de “machirulo y patriarcal” generando una presión social que lleva a una autocensura permitiéndoles avanzar sin pudores. Lo que sorprende es que, si se viaja al interior del país, se encontrará con decenas de tonadas provinciales pero muy difícilmente encontrará a alguien hablando en leguaje inclusivo.

Este fenómeno tiene un parentesco muy cercano con la defensa extrema del feminismo, donde minorías han decretado que los hombres son enemigos de la Humanidad por el solo hecho de haber nacido varones. Las defensoras más extremistas utilizan directamente la violencia, la agresión física, rompen, defecan frente a las Iglesias, grafitean los frentes de edificios públicos y escupen a las fuerzas de seguridad sin un motivo aparente que lo justifique.

En años anteriores también ocurrió que, en algunas escuelas porteñas, también se dio el fenómeno donde una pequeña minoría de “estudiantes” tomó escuelas no permitiéndole estudiar a una gran mayoría de jóvenes que pretenden educarse para tener más herramientas para su futuro. Sin embargo, estas minorías se arroban el derecho de no permitir las clases bajo algún reclamo más político que real. Y también utilizan la violencia, la agresión, la destrucción de aulas y declaran ante las cámaras que “el fin justifica los medios”

Por último y lo más sorprendente es que estas mismas minorías cuando intentan defender sus ideales acusan a otros de comportamientos retrógrados, machistas, y se embarran en explicaciones hiperbólicas que terminan responsabilizando a “los fachos de la Dictadura”. En verdad lo que no se dan cuenta estas pequeñas minorías que se están viendo al espejo porque son tan fascistas como aquellos militares trastornados, cuando por defender sus ideales intentan prohibir, imponer, violentar o decidir por los demás. 

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