Éste texto hubiera ido por igual a Mauricio Macri, Cristina Fernández, Alberto Fernández, Nicolás del Caño o Sergio Massa, pues el equipo decisor en materia de transporte siempre es el mismo.
Señor Presidente.
El ferrocarril integrado en alianza con el camión y el barco será un negocio de U$S 30.000 millones de inversión extranjera más otros 10.000 de inversión local, pero el “Obelisco” que está escrito hace 15 años para que el Estado licite para privatizar con open access y se endeude para que jueguen al tren unos pocos, requerirá de un fuerte endeudamiento de la sociedad decidido por el Estado.
Si usted aplica el modelo de América del Norte, en pocos meses verá los frutos y en un año, los compromisos para 20 o 25 RIGI de logística intermodal y uno o varios gigantes por todo el ferrocarril.
Con open access entrarán unos pocos para muy pocos y lo harán con inmediata exigencia de inversión pública sin retorno. Con intermodal en el ferrocarril integrado, el Estado solo pone las reglas y se multiplicarán las inversiones locales y extranjeras.
El ferrocarril no es barato. Hoy, en Argentina, debería sumar a la tarifa por kilómetro US$ 0,05 por cada tonelada y desde 1991 nos ha hecho perder US$ 21.000 millones de capital de infraestructura extinguida y otros US$ 23.000 millones por la degradación de la infraestructura que aún subsiste para cargas.
Esa extinción y degradación tiene correlato directo con un menor y peor servicio a privados de todo tamaño en todo el país e incluso privados de países vecinos (cerramos 6 de 7 cruces internacionales).
Esos números no incluyen ni el producto bruto no generado ni el impacto a la competitividad de la producción y el comercio de Argentina ni el stock de capital, riqueza y know how perdido.
Querido lector distraído: si usted se pone contento porque le parece que hablo mal del ferrocarril, pues lamento desilusionarlo, es todo lo contrario. Si usted es defensor acérrimo del modo por riel, seguro que se está enojando porque cree lo mismo. Nada más lejos de mí intención.
El ferrocarril integrado intermodal y comercial bajará los costos y aumentará riqueza en manos de privados. El open access de remate tan solo dará una ilusión de unos meses y diez mil juicios por mes.
Recaudar de la chatarra para mejorar trenes en el AMBA. Fuera del clásico insulto ferroviario en que se vende o ahorra del interior para poner el dinero en el AMBA, tal cual instruye desde 1961 el Plan de Largo Alcance para los Transportes de Argentina (Plan Adler Larkin), lo
importante es que, salvo las locomotoras nuevas y viejas, la casi totalidad de los vagones son ineficientes y las cualidades de las vías renovadas y viejas hacen inviable cualquier rentabilidad al sistema.
¿Los oferentes sumarían 23.000 millones en inversiones en vías a través del flete comprometido? ¿Los oferentes sumarían 5.000 millones en material rodante de máxima capacidad para hacer rentable el sistema? ¿Ya se diseñó el nuevo centro de clearing de tráfico -oficina de ajustes- para que el sistema recupere la fluidez de negocios de transporte de hace 70 años?
Si esos mínimos valores no están en juego, no cabe duda que en pocos meses estarán pidiendo la toalla para que el Estado compense sus ineficiencias y tal como he escuchado desde los años ‘90 por parte de quienes debieran controlarlos “no, es que si les exigimos los haríamos quebrar”.
Condenados al no éxito.
Si las cosas le salen bien en la licitación ferroviaria de 2025 y el Estado se endeuda en U$S 15.000 millones, perderemos otros US$ 6.500 millones en infraestructura “que no servirá”, y la mayor parte de la minería, buena parte del agro y la casi totalidad del comercio interior de consumo masivo, perderá la posibilidad de disponer de ese aumento de oferta logística.
Señor cliente: la culpa ferroviaria es solo suya.
La ventaja para buscar la mejora de la Hidrovía, fue el resultado de mil intereses cruzados que discutieron por la futura concesión, pero el ferrocarril no es interés de ningún cliente, pues los comerciantes y productores que estaban acostumbrados a utilizarlo, ya murieron y solo quedan sus nietos que jamás lo vieron funcionar.
Los cientos de miles de empresarios clientes y potenciales inversores locales no se quejarán porque no creen que el ferrocarril les sirva para nada. Los miles de extranjeros que podrían invertir ni siquiera están enterados de la licitación. Los intendentes y gobernadores ya tienen sus placitas y sus shoppings donde debe estar el principal negocio ferroviario.
Las estaciones como nodos de servicios.
Señor Presidente, el criterio comercial ferroviario del ferrocarril integrado, aliado con el intermodalismo a camiones, logística y puertos se puede aplicar ahora mismo, desde la propia conducción pública y privada, con la adecuada intervención de un equipo directivo y técnico (mínimo) que tenga larga experiencia en hacerlo bien.
Verá los resultados en pocos meses y la privatización podrá llevarnos al ferrocarril que jamás hemos tenido.