“El problema de fondo no son los precios, sino la pérdida de valor del peso”

Lo dijo David Miazzo, Economista Jefe de la FADA, al ser entrevistado por Ser Industria Radio. También afirmó que “Precios Justos”, no servirá para bajar la inflación.

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1 diciembre, 2022

La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), periódicamente hace el seguimiento de la cadena de costos de productos de la canasta alimentaria básica, fundamentalmente el pan, la carne vacuna y la leche. Los datos relevados adquieren importancia en un año donde la inflación se tornó incontrolable.

El Economista Jefe de la Fundación, David Miazzo, dialogó con Ser Industria Radio e informó que la incidencia tributaria sobre esos alimentos es del 26% en promedio e indicó que, en el caso del pan, alcanza al doble de lo que implica la harina.

Asimismo, sostuvo que los controles de precios no son útiles, porque van sobre las consecuencias. Destacó que el problema de fondo es la pérdida del valor del peso y que mientras no haya un plan económico y se genere confianza, ningún programa va dar resultados.

Analizaron la incidencia de los impuestos en los alimentos básicos. ¿A qué conclusiones llegaron?

Este es un estudio donde analizamos la composición del precio del pan, la carne y la leche, en el sentido de cuánto representan cada uno de sus eslabones en el precio final. El objetivo es tratar de mostrar qué hay detrás de los precios y contribuir a reducir la desinformación, sobre todo en una época inflacionaria, donde constantemente se buscan culpables ante la suba de las cosas que están caras. Uno de los puntos que resalta tiene que ver puntualmente con los impuestos, que representan el 25% en el precio final del pan, el 26% en leche y en el caso de la carne el 27%. En otros términos, significa que de cada $1000 de carne que compramos, estamos pagando $270 de impuestos. En el caso del precio final del pan, los impuestos representaron el 25%; el trigo representa el 13% y el molino, otro 6%. De manera que la harina representa el 19% y pagamos casi el doble de impuestos de lo que representa el trigo que tiene una incidencia relativamente baja en el precio final del pan, que sube principalmente por la inflación. Esto sirve para relativizar cuando se busca un culpable dentro de la cadena.  

Últimamente se culpa a las empresas de alimentos por el alza de precios…

Sí, tal cual. Lo dice principalmente el gobierno nacional, pero también la gente al ver que su ingreso se deteriora y cada vez puede comprar menos cosas, busca al culpable. Lo que uno ve es que hacia adentro de las cadenas nadie se esté llenando de plata. Este estudio lo hacemos desde hace seis años, cada seis meses y la composición de cuánto representa cada uno de los eslabones no ha variado de manera significativa. Si alguno de esos eslabones, estuviera aumentando el precio o ganara más rentabilidad, su participación debería crecer, pero ninguno de los tres productos tuvo un cambio significativo en los últimos seis años. Por otro lado, cuando sube el precio del pan, la carne, la leche, la ropa, el combustible, da el indicio de que no hay un problema de una cadena o de un sector empresarial, sino que es un problema macroeconómico que tiene que ver más con la pérdida de valor de la moneda que con los precios.

¿Por qué se da esa pérdida de valor?

Porque cada vez se imprimen más pesos que nadie quiere. Entonces pierden valor y eso se refleja en la cantidad de pesos que necesitamos, cada vez mayor, para comprar el mismo producto o el mismo dólar.  

Hace unos años veíamos con asombro la cantidad de billetes que se necesitaban en Venezuela para comprar un alimento. ¿Vamos por ese camino?

Exactamente. Eso sale en otro informe que nosotros publicamos todos los meses que es el “Changómetro”. En él vamos viendo cuántos billetes de mil se necesitan para comprar lo que se compraba con mil pesos en diciembre de 2017, en distintos rubros. En la última muestra, necesitabas 10 mil pesos para comprar lo mismo que comprabas con mil pesos, o sea, se multiplicó por diez, en términos de calzado y vestimenta para lo que fue el mes de octubre. Es decir, en menos de cinco años, se multiplicó por diez la cantidad de billetes de mil que necesitás para comprar exactamente lo mismo. En el caso de los alimentos eran cerca de nueve mil. Recordemos que el billete de 100 llegó a valer un dólar y hoy perdió el 97% del poder de compra. Es el mismo reflejo y en imágenes mentales como las que vos estás mencionando, es más fácil ver que el problema, en realidad, está en el billete y no en el producto.

De acuerdo al seguimiento que hacen periódicamente, ¿se puede decir que es constante el peso de los tributos o se ha incrementado?

Los impuestos nacionales representan cerca del de las 3/4 partes de los impuestos totales, después están los provinciales de los cuales el principal es ingresos brutos y las tasas municipales de comercio e industria. En realidad, se han mantenido relativamente estables a lo largo de estos años porque no ha habido grandes subas sobre estos productos. Esta participación de cerca de un cuarto del precio, en algunos momentos ha llegado hasta el 30%. 

El trabajo que realizan, ¿permite detectar donde se puede hacer una corrección para evitar que los precios sigan aumentando?

La primera cuestión es resolver la inflación. Con 100% anual pierde sentido hablar de otra cosa. Cualquier mejora de productividad, competitividad o de costos que se pueda lograr con un 6% mensual, es devorado por la inflación del mismo mes. Por otro lado, se ve una reducción forzada de costos y calidad en todas las cadenas, conforme va cayendo el poder adquisitivo de los consumidores. Cada vez tenemos el bolsillo más flaco y podemos pagar menos. Eso nos lleva a productos más baratos, a pasar de primeras a segundas marcas y presenta un desafío muy grande para las empresas y las cadenas para llegar con un producto barato.

A pesar de ello y de las políticas del gobierno, los sectores populares consumen menos y crecen las ventas en los shoppings. ¿Por qué? 

Si comparamos diciembre de 2017 contra septiembre de 2022, los salarios reales perdieron el 22% del poder adquisitivo. Si antes podías comprar cinco kilos de algo, hoy podés comprar cuatro, para redondearlo de alguna manera. Quienes ya tenían menos colchón en 2017 o llegaban medio justos, hoy si o si tienen que reducir el consumo porque no les alcanza para llegar a fin de mes. Después están aquellos que tienen alguna capacidad de ahorro y consumo. Una parte de ese segmento tiene una actitud aspiracional, piensa comprar una casa, un viaje a Europa, un auto…Pero como sus salarios son de 200.000 pesos, todo queda tan lejos que terminan gastando en ropa, salidas, turismo nacional… Eso explica que en medio de la crisis suban las ventas en los shoppings, la cantidad de gente que pasea por Palermo, las diez noches llenas de Coldplay, que en un fin de semana largo en los lugares turísticos no se consiga nada. Como los aspiracionales son inalcanzables, se gasta en otras cosas. 

Se espera una cosecha menor de trigo. ¿Pensás que va a disparar un aumento importante en el mercado?

Alguna presión de precios sobre el trigo se va a dar. Sobre todo, hacia la segunda parte de la mitad del año que viene. Porque hay poco trigo de la campaña pasada, va a haber poco de esta campaña y con la cosecha del verano, hay que tirar hasta el próximo verano. Entonces, indefectiblemente, va a haber tensiones en el precio por escasez de oferta. Lo que tratamos de demostrar en nuestros informes, es que la incidencia del trigo en el pan es limitada y ni hablar si vamos con productos de mayor valor agregado. Por ejemplo, ahora que llegan las fiestas, en el pan dulce, la incidencia del trigo, debe ser el 3%. Reitero que los precios finales suben por la inflación y el resto de la estructura de costos y no necesariamente por los cereales. 

¿Precios Justos es una reedición de otros programas que han fracasado o puede dar buen resultado? 

No va a tener ningún resultado, como no lo han tenido acá ni en ninguna parte del mundo los esquemas de acuerdo o control de precios, los observatorios de precios o la ley de góndolas. Controlar los precios es actuar sobre las consecuencias. El problema de fondo no son los precios, sino la pérdida de valor del peso. Lo único que se va a lograr es que el aumento que se iba a dar en diciembre, tal vez se dará en febrero, se retrasará el aumento, pero esto nunca ha funcionado para reducir la inflación. Mientras no haya una política fiscal, una política monetaria, un plan económico que dé confianza para estabilizar el valor de la moneda, difícilmente cualquier otro tipo de programa, sobre todo aquellos que atacan las consecuencias, va a tener algún impacto.

Parte del gabinete económico nacional, habla de aumentar las retenciones y devaluar. ¿Son medidas necesarias?

Las retenciones a la soja, que es el principal producto de exportación, no se pueden aumentar porque ya están en el máximo. Se necesitaría una ley del Congreso. Llevar del 12 al 15%, en el caso del trigo y del maíz, tendría un impacto fiscal muy limitado, no creo que lo hagan. El gobierno, ante la escasez de reservas internacionales. da manotazos de ahogado como el “dólar soja”. Por otra parte, el dólar oficial es una mentira que solamente se mantiene a costa de un cepo cambiario. La realidad es que el peso ya se devaluó, no es que va a haber una devaluación de nuevo. El tema es cuando el gobierno reconozca o sincere el tipo de cambio, por decirlo de otra manera. Eso está en el horizonte. No se sabe si va a ser el mes que viene, en tres meses o un año. Pareciera que están haciendo todo lo posible para que le caiga al próximo gobierno. Es el principal desafío del “plan aguantar” de Massa, tratar de que este esquema cambiario le explote al próximo gobierno. Si llega a haber algún tipo de devaluación va a ser en el verano. Difícilmente sea después de marzo.

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