Esta semana se realizó el lanzamiento de la campaña Gruesa 2023/2024, donde se dieron a conocer datos concretos sobre las superficies sembradas, rendimientos, volúmenes de producción y exportaciones.
En ese contexto, Ser Industria Radio dialogó con el economista Jefe de la Bolsa de Cereales, Ramiro Costa, quien brindó detalles y especialmente planteó un panorama positivo para el sector, que sufrió este año las consecuencias de una sequía histórica.
El especialista anticipó que se aproxima una importante recuperación en la campaña 2023/2024 que no solo beneficiará a la industria agropecuaria, sino a toda la actividad económica e incluso a la recaudación fiscal. Asimismo, explicó que el sector necesita políticas productivas de orden interno e internacional, que le permitan desarrollar todo su potencial. Agregó que estas decisiones son necesarias para poder competir con otros países y no perder mercados.
Después del impacto de la sequía, ¿cuál es la expectativa en torno a la campaña 2023/24?
En realidad, fueron tres años de sequía consecutivos y el último, que está terminando ahora, realmente fue dramático en términos de sus consecuencias, muy grave. Lo que estamos viendo para adelante, es que en maíz y de soja viene una importante recuperación. Esto va a afectar positivamente al sector agropecuario en la campaña 2023/2024, el industrial, pero que también, dada la magnitud, va a afectar positivamente a la economía del año que viene, en términos de exportaciones, de actividad económica y de recaudación fiscal. En particular, algunos números que me parecen relevantes para destacar de este lanzamiento, es que la producción se recuperaría en un 70%. Esto muestra que estaríamos volviendo, si el clima acompaña, a las producciones de los últimos años luego de haber sufrido esta sequía. Hablamos de 134 millones de toneladas, es un nivel productivo importante. Detrás de ello viene asociado todo un movimiento económico que implica mayor cantidad de venta de semillas, de venta de productos fitosanitarios, movimiento de camiones, almacenamiento, acondicionamiento. Toda una serie de actividades que se asocian a un volumen que finalmente se recupera luego de este mal año. Eso va a tener asociado a incrementos que hacen a la vida de todos, no solamente de lo que es el campo, sino de toda la economía.
¿De cuánto sería el aporte a la economía nacional de la campaña 2023/2024?
Cuando nos informamos, escuchamos la necesidad de dólares que tiene nuestra economía y los problemas que derivan de ello. La cifra que proyectamos estaría generando US$11.500 millones adicionales de exportaciones para alcanzar un total de US$ 34.500 millones. El salto es de un 50% respecto a la campaña pasada y se estarían volcando al mercado desde ahora, hasta que termine la nueva campaña con una fuerza particular en los meses de cosecha. Es decir, en 2024, vamos a tener más dólares provienen desde el agro.
Es una muy buena noticia, porque va a dar un poco más de aire a las políticas productivas…
Argentina no tiene precisamente una buena política agropecuaria. Países que compiten con nosotros, como Brasil, Paraguay, Uruguay, no tienen la política que tenemos nosotros que es claramente de desincentivos a la producción. Por eso, ellos y muchos otros como Estados Unidos o incluso Australia, China, más los países de la Unión Europea, están creciendo en tasas más altas que nosotros en términos de su producción. Argentina tiene en la campaña 2023/2024 un potencial productivo mucho más alto que el que está ejecutando. Eso hace que sus tasas de crecimiento proyectadas no sean lo buenas que podrían llegar a ser. Hoy, el productor enfrenta no solamente todos los impuestos, que pagan todos los sectores de la economía, sino que además paga derechos de exportación, que son las conocidas retenciones. Eso afecta negativamente su comportamiento en términos de posibilidades de inversión, de crecimiento, de desarrollo de nuevas actividades. Por eso estamos creciendo, pero a un ritmo más lento que el que crecen los competidores y en definitiva eso implica que perdamos mercados.
¿Cuáles son las políticas que necesita el sector?
Podríamos hablar mucho tiempo de esto, pero vamos a poner dos grandes categorías. Políticas más vinculadas a las cuestiones internas que podrían llegar a alentar el uso de tecnologías, incentivos a los productores a seguir invirtiendo. En ese caso tenemos un montón de cuestiones vinculadas con la producción, financiamiento, propiedad intelectual, conectividad, infraestructuras, mejoras de logística, que trabajarían sobre la competitividad sistémica de lo que es el agro. Trabajaríamos sobre lo que es la competitividad de largo plazo. Si eso se hiciera y se hiciera bien, hay toda una agenda, que es la segunda parte de la respuesta, vinculada con las cuestiones comerciales internacionales, la parte impositiva y el acceso a los mercados. Y ahí sí me refiero, por ejemplo, a las cuestiones arancelarias, que lo que paga el sector agropecuario para exportar, es claramente un peso muy grande que desalienta. Pero además hay cupos de exportación que tampoco ayudan, que deberían ser eliminados. Y una vez que se haya trabajado sobre esa agenda, hay toda una temática vinculada con la inserción argentina en los países compradores. Agenda de inserción internacional, negociaciones de protocolos sanitarios, fitosanitarios, accesos preferenciales arancelarios, etcétera. Es una agenda que Argentina hace muchísimos años no trabaja, porque está muy encerrada en sí misma dentro del Mercosur. Hace cuatro años atrás parecía que se cerraba el Acuerdo de Unión Europea- Mercosur. Eso era un buen inicio para encarar lo que estamos hablando ahora, pero finalmente no se concretó. Hace cuatro años eso está congelado. Entonces, tenemos lo productivo local y la inserción internacional. Me parece que, en esas columnas, se podría apalancar el desarrollo del agro de la industria argentina.
¿Medidas como el dólar soja, el dólar agro, son dañinas o positivas?
Son políticas que evidentemente buscan paliar alguna situación particular frente a necesidades que se van generando, casualmente por toda esta serie de inconvenientes que tenemos en la economía. Una macroeconomía que está desestabilizada, obliga evidentemente a generar este tipo de políticas de corto plazo. Claramente, no son las políticas deseables en el mediano y largo plazo. Un mercado que opera con reglas claras en el tiempo, sin tantas modificaciones, me parece que optimiza más la toma de decisiones por parte de todos los actores y genera mejores incentivos. Ese tipo de medidas que mencionaste, se entienden más en la coyuntura actual, dado que estamos fuera de un equilibrio. Pero, en realidad, deberíamos tener reglas un poco más estables en el tiempo, que nos permitan trabajar esta productividad de largo plazo.
En materia de precios y volúmenes, ¿cuál es la perspectiva?
Los precios internacionales son buenos a nivel histórico. Si los comparamos con los del año pasado, bajaron, porque teníamos el shock internacional de la invasión de Rusia a Ucrania. Eso había generado un salto de precios internacionales muy alto. Ese conflicto no se solucionó, pero pasó el momento disruptivo y el comercio, con distintos problemas y situaciones, ha empezado a fluir en esa región. Entonces los precios ya están un escalón por debajo. Estamos proyectando una campaña sojera de 50 millones de toneladas, de maíz de 55 millones de toneladas, de girasol superando los 4 millones. Esta campaña, dado los precios y costos, se vuelve un poco más hacia la soja respecto del maíz. Es volver a crecer la soja que durante muchos años estuvo estancada, cayendo y no teniendo participación en nuestro país. Es bueno en términos de utilización de capacidades instaladas, de generación de ingresos. También porque responde a las demandas internacionales. Cuando vemos qué está pasando con los precios, lo que estamos viendo en realidad es cuál es la situación de oferta y demanda mundial. Y eso es lo que está respondiendo, es ese esquema de señales que te genera el precio que te dice que el mundo, esta campaña, está un poco más deseoso de recibir más soja. Me parece que, en ese sentido, los productores argentinos estarían, sabiendo leer esas señales, al punto de que están manifestando un mayor incremento, no solamente del área. También un salto en producción, volviendo a una zona núcleo, con un crecimiento relevante. En total son 900.000 adicionales. Buena parte de lo que estoy diciendo ahora, es recuperación de la sequía anterior, que fue muy mala.