Guillermo Garaventta, investigador del Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA), cuenta cómo de sostenerse con una beca de $203 en los 90, logró aligerar y salvar el satélite SAC-C y ahora con un otro panorama adverso, continúa a buscar aplicaciones para el uso del litio en el país.
Guillermo Garaventta, ingeniero electrónico, puede contar desde la batalla de la Vuelta de Obligado hasta la actualidad geopolítica de los países que a través de la innovación, controlan el futuro del mundo, por eso pide por el control por parte del Estado argentino del litio. La importancia de este recurso se la puede apreciar comparando el precio máximo de una tonelada de soja fue de $us 600, mientras que el litio al no ser una commodity, el precio se negocia entre las partes interesadas, y el pico de una tonelada de este mineral puede llegar a los $us 20 mil.
Garaventta, estuvo involucrado con el éxito del satélite SAC-C que se lanzó en el año 2000, cuando fue parte de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), donde diseñó una secuencia para probar las baterías que iba a usar por el satélite que permitió aligerar el peso de la máquina.
Hoy enfocado en investigar aplicaciones del litio que espera que pronto se vuelvan de uso cotidiano, recibió a serindustria.com.ar es su lugar de trabajo, que más parece un laboratorio, hay osciloscopios, computadoras armadas por ellos, paneles solares y demás herramientas que les permiten testear baterías de litio. Garaventta, cuenta que le quedaron dos becarios, por falta de recursos y con ellos se las arregla para seguir investigando. El primer micro que funciona con baterías de litio y es de uso de la facultad de Exactas es de su autoría como también una moto que también funciona como este metal y que no pasa los 60 km/hr.
“Cuando hicimos el recorrido de prueba del triciclo en la ruta entre La Plata y Mar del Plata, la gente se acercaba y nos pedía sacarse fotos junto al triciclo. Nos sirvió para visibilizar nuestro trabajo y la potencialidad del litio”, recuerda Guillermo, del primer recorrido largo a modo de presentación pública del triciclo de litio en el 2012.
Pregunta: Siendo tu formación la de ingeniero electrónico ¿Cómo llegas a investigar el litio?
Respuesta: Por una casualidad. En la década del 90, muy parecida a la actual yo tenía una beca de la Comisión de Investigación Científica de la Provincia de Buenos Aires, una beca de 203,50 pesos, con eso pagaba la garrafa de gas y algún otro gasto de mi casa. Pero esa década se cerraron carreras y me quedé sin la beca y empecé a reparar heladeras, monitores, lavarropas, lo que sea. Luego, cuando trabajaba en el INIFTA (Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas) me llamó el director y me dijo que el doctor Conrado Varotto, presidente de la Agencia Espacial Nacional, iba a dar una charla sobre el tema de baterías, y me pidió a que vaya para ver que le podíamos ofrecer, y sentí que era algo importante.
En ese tiempo se estaba fabricando el satélite SAC (Satélite de Aplicación Científica)-C y tenían problemas con las baterías, entonces iba a proponer el estudio sobre esas baterías. Me contrató la CONAE por un año y desarrollé todo un sistema de simulación de frío a calor y de corriente y tensión para ver cómo respondía la pila en distintas condiciones. Porque las pilas que cada una tenía un costo de $us 22 mil, se las compraban a Estados Unidos y el tema era que si queríamos saber a qué temperatura operaban bien, si querías saber a qué tensión máxima tenían que ser cargadas o a qué corriente nominal tenía que funcionar, ¡cada dato te costaba $us 30 mil el documento! Y me contrataron para diseñar la secuencia de ensayo con un grupo de tres investigadores.
Cuando el satélite SAC-C es lanzado se terminó mi beca, entonces le propuse al jefe de vuelo, que es el que desde tierra recibe toda la información del satélite y toma todas las decisiones, le digo que sería bueno que pudiera ver lo que estaba pasando en vuelo para verificar si lo que dije en tierra coincide o no. Aceptó y después de cinco meses de que el satélite es lanzado y luego de insistir, recibo un archivo en excel con una telemetría, que me señalaba lo que había pasado con las pilas en cinco días y yo tenía que hacer una previsión.
Definí unos indicadores ICD, Indicadores de Criterio de Diagnóstico, que me permitieron resumir lo que había pasado en 65 mil puntos por 27 columnas en cada día de vuelo y pude hacer una hipótesis de lo que estaba pasando. Pude notar que una de las baterías no funcionaba bien, pero no sabía por qué. Me llevaron a Invap y me sentaron frente a los ingenieros que no estaban muy contentos conmigo por los problemas que señalé en esa batería. Cuando les expliqué recién entendieron, porque en los mails es difícil explicar algo, peor de esta índole, así firmé mi primer convenio por dos años, por $65 mil cada año y logré incorporar un becario que me daba una mano en el procesamiento de las telemetrías. A los cinco días de volver de Invap, me avisan que el satélite SAC-C pierde la batería que había señalado como dañada. A partir de ahí me hice ‘famoso’ porque pronostique algo que ocurrió.
De ahí empecé a hacer respetar lo que venía diciendo. Ayudé a controlar el satélite (SAC-C) que había perdido una batería, cuando esto sucede, se apagan todas las funciones que no son esenciales y quedó solo la computadora de vuelo encendida, y el satélite estaba al límite.
En el proyecto del satélite SAC-D, trabajé como ingeniero electrónico, junto a dos personas más, yo encargado de la electrónica en sí, otro de las plaquetas y uno del software.
P: ¿El litio debería ser parte de una política estratégica desde el Estado?
R: El litio es un material estratégico que tiene que ser explotado por el Estado. Porque la rentabilidad que perdemos, por solo vender la materia prima que es carbonato de litio es altísima. Hoy la venta de las pilas de litio mueven en el mundo $us 450 mil millones y no estamos participando. La ciencia evoluciona y dentro de cinco años el litio capaz ya no es lo que uno se imagina que debería ser. El mundo está desesperado por el litio de Argentina, Bolivia y Chile, porque quieren construir autos eléctricos y el litio más puro y el de mayor valor por la facilidad de extracción está en esta región.
Las pilas tiene que ser producidas por el Estado y la distribución a lo sumo, se puede hacer privada, porque la distribución de las pilas es un concepto que le va a dar de comer a muchas pymes que compren las pilas al Estado, para que puedan ser proveedores para el mercado interno. Hay 53 emprendimientos mineros de litio en Argentina, ninguno es nuestro, salvo un porcentaje menor al 10% de JEMSE (Jujuy Empresa Minera Sociedad del Estado), que ahora dicen que van a fabricar pilas, pero será una planta experimental con cooperación italiana, que no es un país referente en producción de pilas de litio. El 5% de la producción de carbonato de litio lo van a destinar a la producción de pilas en el país, y el 95% se va afuera. Imaginensé que la tirada promedio de una empresa de litio es de 100 mil pilas por día, y nosotros generaríamos unas 50 al día.
Piensen que de esos 450 mil millones de dólares, nosotros estamos sacando, entre mucho $us 200 millones, generando muy poco empleo, porque para extraer el carbonato de litio estaremos moviendo unas 300 en todo el país. Encima ahora, la minería se volvió un respaldo de la deuda, entonces sólo con un trámite pueden venir a extraer.
P: Actualmente ¿su grupo de investigación a qué está orientado?
R: El conocimiento que adquirí lo aplicamos a cohetes, a los colectivos de la facultad que están circulando en sus calles, en el auto que sacamos en el 2012, en la moto. Ahora surgió una propuesta con Toyota. Ellos están trabajando desde hace un tiempo en Japón en el reciclado de las baterías que los autos eléctricos descartan. Porque cuando esas baterías llegan a su vida útil final, todavía tienen un 80% de energía dentro, entonces Toyota plantea revisar esas baterías y si están en ese rango de 80% de energía sirvan para aplicaciones terrestres.
Esa energía se puede reutilizar en escuelas rurales, en casas de campo, en parques nacionales, en destacamentos policiales. Lo que hicimos fue toda una electrónica de soporte para recibir esas baterías, estudiarlas y clasificarlas. Son baterías que trabajan con altas tensiones, 200-300-400 voltios, entonces nosotros desarrollamos para esas tensiones que hagan falta, cargadores de paneles solares hacia esas baterías. Y lo que tenemos en prototipo, es sacar la energía de esos voltios y convertirla en una similar a la que proviene de un enchufe. Japón tiene ese sistema y lo vende en 150 mil dólares. El sistema que testea las baterías y las recarga desde paneles solares. Hicimos pruebas de 2 kilovatios que para una casa es un consumo importante.
También estamos trabajando en el prototipo de una batería espacial, de la cual tenemos un prototipo hecho en 3D. Estamos trabajando en un cohete que estamos desarrollando en papel, para no perder la gente que se está yendo, gente que está capacitada para calcular estructuras, motores, tanques, baterías, se van porque los proyectos desaparecen.
Vamos a empezar a construir el motor y los tanques de combustible, porque al ser combustibles criogénicos, son peligrosos y cruciales para el cohete. Si podemos desarrollar un motor de cuatro toneladas de empuje y que llegue a 300 km de altura tenemos el control para todo el resto. Tenemos una pequeña inversión para construir el motor, no necesitamos que una empresa venga a construirlo, tenemos ingenieros recibidos que se están capacitando para operar estas máquinas y estamos tratando de mantener a la gente con becas de muy bajo costo (los becarios del CTE reciben becas de $4200), porque nadie puede retener aquellos que se van, por más voluntad y patriotismo que tengan, por un dinero que no te alcanza ni para pagar el alquiler. Después de fabricar el cohete hay que conseguir un terreno donde probarlo, que es encenderlo y medir el empuje que tiene, si tenemos el control de aumentar o bajar la potencia, todo lo que hace falta para llevar un cohete a un punto determinado del espacio.