Emprender como modo de vida, la pasión para transformar la realidad

En el Día Mundial del Emprendimiento, conocemos la visión de quienes decidieron dar vida a sus proyectos.

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16 abril, 2025

En Argentina, emprender es, en muchos casos, una forma de resistencia: al desempleo, a los vaivenes macroeconómicos, a la frustración de no encontrar lugar en estructuras laborales tradicionales. Pero también, para muchos, es una elección apasionada y deliberada. Una apuesta por crear, resolver y construir.

En un país con inflación crónica, reglas de juego inestables y costos difíciles de anticipar, poner en marcha un emprendimiento no solo requiere intuición y creatividad. Exige, como dice Ryan Walter, fundador de Polielectric, “una gestión del tiempo fenomenal”, persistencia inquebrantable y una tolerancia al fracaso que en otros mercados se considera heroica. “Emprender no se trata de tener buenas ideas, sino de ejecutar lo más rápido posible para descubrir si realmente lo son”, afirma.

En ese sentido, remarca que la clave está en la ejecución, un terreno donde no basta con inspiración. “Se necesitan tres cosas fundamentales: muchas horas de trabajo, mucha persistencia y una planificación del tiempo”. Si bien reconoce que heredó el hábito del trabajo duro de su familia y que la persistencia fue una conquista tras varios intentos inconclusos, confiesa que aún trabaja en lo más difícil: administrar el tiempo.

“Es muy fácil caer en tareas repetitivas y sistemáticas sin preguntarse por qué las hacemos”, explica. “Internamente creemos que vamos por buen camino porque trabajamos mucho, pero hay que asegurarse de que ese esfuerzo esté enfocado en tareas que no solo mantengan el negocio funcionando, sino que también lo hagan crecer”, aseguró.

Para Gabriela Delgado, emprender fue mucho más que tener una buena idea. Supuso enfrentarse a un camino largo, lleno de obstáculos técnicos, legales y burocráticos, que requirió una gran dosis de paciencia y determinación.

“Uno de los mayores desafíos fue el desarrollo del producto y la falta de disponibilidad de información específica requerida para el registro”, recuerda y describe que “se requirieron muchísimas pruebas en laboratorio y a campo, mucho tiempo, muchos trámites y realizar consultas periódicas a distintas entidades y organismos”.

A partir de silo bolsas, Walter los convierte en aisladores eléctricos sostenibles.

Delgado es fundadora de Nobac, un emprendimiento centrado en tecnologías para el tratamiento del agua. Su experiencia expone una verdad poco dicha del universo emprendedor: muchas veces, los tiempos reales del desarrollo productivo están lejos de la lógica veloz y glamorosa de las startups. En su caso, cada paso implicó validaciones técnicas exigentes, costos inesperados y una curva de aprendizaje permanente.

A pesar de las dificultades, Lorena Comino, cofundadora de Facturante ve al país como una cantera de oportunidades. “Emprender en Argentina siempre tiene sus complejidades, pero también es un terreno fértil para la creatividad, la resiliencia y la adaptación”. Desde su perspectiva, los constantes cambios del entorno generan vacíos que pueden ser aprovechados por quienes estén atentos. “Muchas veces surgen oportunidades que en otros contextos más estables no existen: necesidades nuevas, espacios desatendidos…”.

Pero además, en el mundo emprendedor, surgen otros desafíos como el de decidir comenzar un proyecto como el de emprender desde el interior del país. Eso es algo que la CEO de Facturante tuvo que enfrentar desde Mar del Plata. A su vez, ser mujer en tecnología hace más de diez años supuso un reto extra. “No era común ver a mujeres liderando proyectos tecnológicos desde fuera de los grandes centros urbanos, y eso cambió gradualmente”, apunta.

Para ella, dos pilares resultaron esenciales para atravesar ese contexto: el equipo humano y la experiencia del usuario. “La búsqueda y detección de talentos, además del incremento en la seniority del equipo a medida que fuimos creciendo, fue clave para fortalecer nuestras capacidades y mantenernos competitivos”, detalla. Al mismo tiempo, la cercanía con los clientes les permitió construir un producto a la medida del mercado. “Nos comprometimos a estar cerca de nuestros clientes, escuchando sus necesidades, aprendiendo de sus experiencias y adaptando la solución para resolver problemas concretos”.

Gabriela Delgado creó un sistema económico para obtener agua apta para el consumo humano.

Emprender un proyecto que propone una nueva forma de abordar la salud no es fácil, y menos en un país atravesado por la inestabilidad económica. Sin embargo, para Antonela Savoca Bentivegna, el desafío valía la pena. “Queríamos integrar medicina tradicional con terapias alternativas en un entorno 100% digital”, cuenta. Así nació Briut Salud, una plataforma que busca transformar el acceso al bienestar, ofreciendo una experiencia fluida y cálida para pacientes y profesionales.

Desde el inicio, el proyecto enfrentó resistencias. “No fue fácil encontrar el lenguaje, los aliados ni la forma de explicar con claridad qué veníamos a proponer”, admite. Pero el foco siempre estuvo puesto en la experiencia del usuario: que el sistema permitiera reservar, reprogramar o cancelar turnos, realizar teleconsultas seguras y todo desde una interfaz simple e intuitiva.

Con eso no alcanzaba. “Sabíamos que no bastaba con tener una buena plataforma tecnológica: la experiencia del paciente debía estar en el centro”. Para lograrlo, desarrollaron un sistema de soporte que acompaña a las personas antes, durante y después de cada consulta, y construyeron una red de profesionales con altos estándares de calidad y calidez. “Fuimos muy rigurosos en la selección de especialistas. Queríamos marcar la diferencia en un sistema de salud que muchas veces se olvida de lo humano”.

Hace más de 10 años, Lorena Comino lanzó Facturante, un software de facturación electrónica que utilizan desde tiendas online hasta comercios físicos.

Cuando Diego Montesano comenzó con Uali, se enfrentó a un desafío tan sutil como estructural: cambiar la mentalidad de una industria como la energética, acostumbrada a operar de la misma manera durante décadas. “El mayor desafío fue cambiar el mindset de la industria”, recuerda. “El hacer las cosas de una misma forma durante décadas y décadas fue una gran barrera inicial que se fue quebrando por la necesidad de inserción tecnológica y de optimización de procesos”.

El camino para lograr que su proyecto fuera adoptado por las empresas no fue inmediato. Refiere que “la manera de superarlo sigue siendo aún hoy un arduo trabajo de sembrado de conocimiento tecnológico y de generación de pruebas de concepto para que el cliente aprecie la solución. Una vez que la prueba de concepto es validada, avanzamos con servicio de contratación full”.

La innovación, sin embargo, no solo demanda tecnología. También necesita paciencia y una estrategia de crecimiento orgánico. “El boca a boca en la industria y la recomendación positiva de cliente a cliente hace su trabajo para amplificar nuestra cuota de mercado”, cuenta.

En 2017, una pregunta dio inicio a un recorrido que hoy tiene impacto en más de 50 países: “¿Podemos calificar el riesgo de la conducción usando únicamente los sensores del celular?”. Así nació Woocar, una compañía de tecnología enfocada en la seguridad vial y la eficiencia operativa, que se propuso reemplazar hardware costoso por inteligencia basada en software.

“Esto, en 2017, era muy novedoso”, recuerda Federico Bengolea, fundador del proyecto. “Una vez que probamos que podíamos hacerlo con buena repetibilidad y precisión, salimos al mercado a buscar clientes”. Sin embargo, el camino no fue fácil. “Existía mucho escepticismo, estaban acostumbrados a usar cajas negras o dongles instalados en los vehículos. Hubo mucho de evangelizar a los clientes, ganarnos su confianza”.

Ese proceso, dice, se repite con cada nuevo desarrollo: “Aprendimos que innovar no es solo crear tecnología nueva, sino lograr que alguien confíe en ella y la integre a su día a día”.

Los drones de Uali se consolidan en Vaca Muerta.

El cuándo y el cómo: emprender en medio de la incertidumbre

En un país con vaivenes económicos permanentes, la pregunta sobre cuándo es un buen momento para emprender aparece con frecuencia. Cecilia Russo fundadora de Cecilia Russo Equipo + Humano, considera que “nunca es el mejor momento, menos en contextos inestables como los que estamos habituados a enfrentar en Argentina. Hay que animarse siempre”. Su consejo no es solo una invitación al coraje, también a la introspección. “Es fundamental saber por qué estoy haciendo lo que hago. Ese propósito me sostendrá en momentos de crisis o fracasos”.

La gestión del tiempo, es otro eje clave, al que al igual que Walter, remarca que “es el recurso más escaso que tenés como emprendedor. Hay que discernir dónde estar y qué delegar”. Y aunque reconoce que hay personas con un “ADN emprendedor” evidente, asegura que no hace falta encajar con ese molde para lanzarse. “En mi caso no me sentía muy representada por esas características, sin embargo había una tracción fuerte en mí para crear una historia propia. Si eso es lo que te pasa, escuchalo y animate”.

Con la experiencia que da el hacer, Comino ofrece un consejo claro para quienes están por lanzarse a emprender. “Empezá por entender profundamente un problema real, concreto, que afecte a un grupo específico de personas o negocios. Tener foco es clave. No hace falta esperar a tener la solución perfecta para salir al mercado; lo importante es validar rápido, aprender de la experiencia y estar dispuesto a ajustar el rumbo”, propone.

También recomienda pensar en soluciones que puedan escalar regionalmente desde el inicio, como forma de ampliar el mercado objetivo y distribuir riesgos. Y sobre todo, armar un equipo comprometido. “Rodearse de un buen equipo, personas que compartan la visión pero que también te desafíen a crecer. Con empatía, constancia y flexibilidad, es posible construir algo valioso incluso en los escenarios más desafiantes”.

Para Antonela, emprender en la Argentina actual requiere valentía, pero también estrategia. “Mi consejo es que se animen a empezar, incluso sin tener todo resuelto. Largarse con un MVP permite validar rápidamente, iterar y aprender en el camino”, sugiere. Aunque advierte que esa primera versión debe nacer de una comprensión profunda del problema que se busca resolver.

Además, destaca la importancia de la adaptabilidad y del trabajo en equipo. “Es clave mantener la flexibilidad para ajustar la propuesta según el feedback del mercado. Y lo que más sostiene un proyecto en los momentos difíciles es el equipo. Rodearse de personas que compartan valores, que se complementen entre sí y que sean buenas en lo que hacen hace toda la diferencia”, asegura.

Por eso, para Delgado, quienes quieren dar vida a sus sueños parte de una advertencia concreta: planificar con realismo y buscar apoyo especializado. “El tiempo para sacar a la venta un producto puede ser mucho más extenso del esperado. Dependiendo del tipo de producto o industria, puede implicar complejos requerimientos legales además de altos costos económicos. Se recomienda recurrir al asesoramiento de empresas de gestoría específicas para contar con la mayor información posible antes de invertir en el desarrollo formal”.

En ese proceso, lo que hizo la diferencia fue su capacidad de adaptación. “Haber aprendido a resolver los múltiples obstáculos que surgieron a lo largo del camino y entender que equivocarse es también parte importante de ese camino por más frustrante que sea”, define al hablar de lo que para ella representa el éxito.

Russo dejó el mundo corporativo para lanzar su consultora especilizada en transformación organizacional, desarrollo de equipos y personas.

Montesano también tiene un consejo concreto para quienes estén por lanzarse a emprender: entender a fondo el mercado al que quieren ingresar. “El mejor consejo que le puedo dar a alguien es entender muy bien si el mercado al cual quiere apuntar tiene tracción no solo comercial sino de fondeo”, advierte. En ese sentido, señala “uno puede tener una gran idea pero el timing define todo”.

Para quienes estén por comenzar un emprendimiento, Bengolea recomienda un enfoque gradual y práctico. “Si tiene trabajo a la hora de comenzar a desarrollar su idea, que conserve el trabajo”, aconseja. “Eso le va a dar no solo la tranquilidad de poder pagar las cuentas a fin de mes, sino un tiempo y una posibilidad de ir iterando su idea y luego producto”.

También propone invertir las prioridades. “Que no comience el proyecto buscando inversión, sino buscando clientes con un producto o servicio ya probado y funcionando bien. El objetivo no es levantar inversión, sino resolver un problema tan bien que la gente quiera pagar por eso”.

Más allá de métricas financieras, el responsable de Woocar encuentra su mayor satisfacción en el propósito del producto que creó. “Me da mucha satisfacción saber que, más allá de los números de facturación, estamos trabajando todos los días con gente en más de 50 países que usan nuestras herramientas para bajar la siniestralidad vial. Para salvar vidas, evitar lesiones físicas, daños y costos materiales”.

Woocar permite mejoras sustanciales a la hora de conducir un vehículo.

En un país con un económicamente inestable, Walter da su consejo para quienes están por emprender es directo: pensar en grande, desde el principio. “Siempre insisto en emprender globalmente y en este contexto más aún. Sin duda, hay que pensar en proyectos capaces de competir con productos extranjeros”, indica, anticipando un escenario donde la apertura de mercados obligará a pensar estrategias de eficiencia desde el día uno.

Para él, ese nuevo modelo exige un cambio profundo: “Emprender es construir estructuras sólidas, livianas y adaptables. Y si desde el principio pensás tu negocio con ambición global, vas a tener muchas más chances de que funcione”.

Más allá de los números: lo que mueve a quienes emprenden

Pensar en un emprendimieno exitoso no tiene que ver solo con el dinero. Hay algo más profundo, más silencioso, que no aparece en las métricas ni en los balances: la capacidad de sostener una idea en el tiempo, de adaptarse cuando todo cambia, mantener la pasión incluso cuando los números no acompañan. Porque emprender, en el fondo, es también una forma de preguntarse en qué mundo queremos vivir… y tratar de construirlo.

Para Lorena, el éxito no se mide únicamente en cifras. “Tiene que ver con generar impacto real en las personas. Que un cliente nos diga que gracias a Facturante hoy tiene más tiempo, más orden o más control de su negocio, es nuestra mayor recompensa”.

Por su parte, Antonela define el éxito como construir un modelo de negocio que, además de ser sostenible, genere un cambio positivo en la vida de las personas. “Facilitar el acceso a una salud más humana, integral y cercana es lo que nos impulsa”, dice. En un contexto donde los modelos tradicionales de atención médica se ven desbordados, su apuesta es clara: combinar tecnología con empatía para ofrecer soluciones que pongan a las personas en el centro.

Para Delgado, ser exitosa es “haber aprendido a resolver los múltiples obstáculos que surgieron a lo largo del camino y entender que equivocarse es también parte importante de ese camino por más frustrante que sea”. En el corto plazo tiene como objetivo llevar su tecnología a quienes más la necesitan.

Por eso el éxito no está solamente en cifras o expansión. Russo considera que “el primer éxito es el primer cliente y la primera vez que cobrás dinero como producto de tu idea. Eso es muy gratificante: es la muestra concreta de que se puede”. Pero también lo es el impacto humano. “Si alguna idea, reflexión o historia cambió la perspectiva de alguien, entonces fuimos exitosos”.

Con Briut Salud, Savoca Bentivegna apuesta por integrar medicina tradicional con terapias alternativas en un entorno 100% digital.

Sobre qué significa el éxito para un emprendedor, Montesano lo resume en una frase: “El éxito es sentirse feliz y a gusto con lo que uno hace día a día”. Para él, más que un objetivo fijo, las metas son móviles. “A medida que uno avanza profesionalmente, en conocimiento y valor, eleva la vara y espero que eso nunca deje de suceder. Porque implica que la rueda sigue girando y girando”.

La satisfacción para Bengolea también va más allá de los números de facturación. En eso destaca trabajar con personas en más de 50 países que “usan nuestras herramientas para bajar la siniestralidad vial. Para salvar vidas, para evitar lesiones físicas, daños y costos materiales. También trabajamos para automatizar tareas repetitivas, agregándoles inteligencia artificial que permite liberar tiempo para que las personas puedan enfocarse en lo que nos hace únicos: la creatividad y la curiosidad”.

También para Walter el éxito no pasa solo por los números, sino que también lo encuentra en algo más intangible, pero clave para cualquier creador. “El éxito en mi camino emprendedor lo defino como la capacidad de realizar ideas. Cuanto más difíciles son de traer a la realidad, más exitoso me siento”.Su norte no es menor: libertad creativa total. “Algo que siempre disfruté mucho fue la libertad de crear, y algo que anhelo desde muy chico es conseguir suficiente de esa libertad como para accionar las ideas más locas que se me cruzan por la cabeza”.

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