La conferencia de Fernando Marull en la celebración del 66º Aniversario de la Cámara de Industria, Comercio, Producción y Turismo de Puerto Madryn (CAMAD), provocó una serie de reflexiones profundas de cómo algunos observan e interpretan el estado actual de la economía y la política en Argentina. Es evidente que su presentación dejó una impresión significativa y ha suscitado en mí un análisis profundamente crítico sobre el discurso económico en la disertación.
Marull abordó temas candentes como la deuda, el dólar y el financiamiento, pero lo hizo a través de un lente que considero sesgado o limitado. Su narrativa sobre la economía de mercado libre, la competencia y su visión de que el capitalismo y el libre comercio son la clave para el desarrollo, parece haber resonado principalmente con los asistentes, sin mucha resistencia o cuestionamiento.
En este tipo de disertaciones, a menudo se utilizan términos y conceptos que, aunque bien elaborados, pueden ocultar realidades más complejas o controversiales. La retórica de “el Estado es el problema” y la idea de que “para crear empleo hay que bajar los salarios” son ejemplos de afirmaciones que pueden ser debatidas y cuestionadas. Especialmente en contextos de crisis económica y poscrisis sanitarias, donde la intervención estatal fue crucial.
La ausencia de cuestionamientos durante la exposición puede reflejar una aceptación generalizada de la visión presentada o quizás, una falta de preparación para desafiar las ideas propuestas. Como asistente al evento, siempre he sentido que interrumpir la calma con preguntas o comentarios críticos podría ser percibido como agresivo.
Sin embargo, esta resistencia o la falta de oportunidad para un diálogo más profundo, que al parecer Fernando Marull estaba dispuesto a realizar, dejó una deuda y esto opaca el debate, luego de conferencias de esta magnitud. Los organizadores deberán reflexionar sobre este aspecto.
Considero importante, en estos casos, mantener un espíritu crítico y cuestionar las narrativas dominantes que pretenden imponernos. Especialmente cuando se trata de temas que afectan profundamente la vida económica y social de las personas y la Nación.
La economía, al igual que la política, se beneficia de un debate abierto y riguroso, donde se puedan explorar diferentes perspectivas y buscar soluciones que realmente aborden las necesidades y desafíos de la sociedad.