Cuando hay carrera de Fórmula 1, me tomo el tiempo para verla y disfrutarla. Vuelvo de alguna manera a unos cuantos años atrás, cuando veía a mis pilotos favoritos dar vueltas y vueltas alrededor de las pistas, a través de la pantalla de televisión que había en la casa de mis padres o en la mía, cuando empecé a vivir solo y viajar. También era recorrer los países sede de los Grandes Premios.
Más allá de los pilotos y las TVs, en estos años los autos también cambiaron bastante. En forma, en aerodinámica y sobre todo en un tema que fue polémico en diferentes momentos: el peso. Por razones de seguridad, los autos son cada vez más pesados. Se prohibió el repostaje, se modificó el tamaño y el peso de los neumáticos, se agregaron paneles y medidores, se indicó un mínimo de 80 kg para el piloto, entre otras modificaciones que hicieron que los vehículos fueran más resistentes.
Y ustedes estarán leyendo esto y preguntándose: ¿Por qué, Martín, me hablás de Fórmula 1, si yo de autos no sé nada? Paciencia, ya llego a eso. Todo tiene un por qué. Y no, no tiene que ver con que los principales pilotos de Fórmula 1 desde hace tiempo hayan venido fijando su residencia fiscal en Mónaco o Suiza o que se trate de uno de los deportes donde más aceptado y generalizado se encuentra el uso de sociedades offshore. No, tampoco es la idea volver a insistir en los efectos positivos que tiene la competencia en los deportes como una manera de explicar y por supuesto defender la tan vapuleada competencia fiscal. Ténganme paciencia y permítanme retomar el hilo de este relato…
La cuestión es que, ante la necesidad de cambios que evitaran tragedias, la mayoría de los autos superaba por mucho el peso mínimo establecido por la reglamentación. Entonces, se hizo un pedido para reajustar esa cifra y que las pocas escuderías que lo lograban no tuvieran tanta ventaja deportiva (menor peso, mayor velocidad, mejores posibilidades de ganar). Y se cambió: esta temporada, el peso mínimo subió a 795 kilos. Y todos los equipos hacen lo posible por estar más cerca de es número, de tener el peso más bajo, de adaptarse a las reglamentaciones de seguridad sin resignar posibilidades de éxito. ¿Saben por qué? Porque la palabra peso tiene un antónimo demasiado claro: alivio.
Lo que pesa no alivia.
En eso pensaba estos días, después del último Gran Premio de Hungría. Hay un mínimo que a todos les parece justo (porque para mantener la seguridad es imposible tener un auto de 640 kilos, como ocurría una década atrás) pero nadie quiere excederse demasiado y tener el auto más pesado. Nadie quiere porque ese sobrepeso es perjudicial: una carga que ni el mejor piloto puede sobrellevar.
“Todo el mundo tiene sobrepeso en sus autos y todos estamos tratando de averiguar cuántos kilos extras tiene cada equipo. Creo que con este ajuste se dio un pequeño paso, pero la solución para nosotros es reducir el peso, eso es parte de la competencia. En 2022 lo que hizo diferente la situación es el límite de presupuesto, pero nuestro objetivo debe concentrarse en quitarle peso al auto con el menor gasto”, explicó Toto Wolff, el jefe de Mercedes, hace unos meses, cuando se oficializó la suba del mínimo.
También el director de Ferrari, Mattia Binotto, habló del tema. “Aumentar el peso nunca es bueno para el deporte y la velocidad. Creo que el compromiso es ese, no aumentar más, porque finalmente, como dijo Toto [Wolff], es un área de competencia. En el futuro deberíamos reducir el peso”.
Piensen en el Mercedes de Hamilton con unos 900 kilos. Por mejor piloto que sea, ¿puede tener chances de competir contra Verstappen o Sainz, si sus autos están cerca del peso mínimo?
¿Puede un auto de 1000 kilos competir contra otro de 800?
¿Puede un hombre cargando un piano competir contra otro que solo carga un paquete de pastillas de menta?
¿Puede un país que ejerce una alta presión impositiva sobre sus ciudadanos competir contra otro que permite que el ciudadano se desarrolle y alcance sus metas?
De eso se trata este envío: de pensar si queremos un país Fórmula 1, con un mínimo lógico establecido para la seguridad de la mayoría o uno con autitos chocadores y motores corroídos. Si queremos vivir con peso o aliviados.
Nadie dice que haya que eliminar todos los impuestos. Hay que tener los mínimos necesarios para que el Estado pueda administrar (también) lo mínimo que necesite. El resto es competencia: todos harán lo posible para llegar a la meta. Y es más probable llegar cuando se tiene mayor libertad para decidir qué poner encima del auto.
Y más allá del juego, tampoco pedimos países Fórmula 1: alcanza con carreras más humildes, con que la competencia entre escuderías –entre países– sea justa, sin imposiciones de organizaciones internacionales que buscan llenarse los bolsillos a costa del trabajo ajeno.
Un auto/país seguro, pero liviano. Lo más liviano que se pueda.
¿Quién quiere ir hacia allá?