La delicada situación económica y social argentina presenta un escenario poco alentador para el año próximo, que además como dato no menor, es electoral. La falta de dólares para importar insumos para la producción, pone en riesgo el abastecimiento de productos y esto puede agravarse en el 2023.
Al respecto, Diego Príncipi, presidente de Madexa e integrante de la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires (CEPBA) y de la Cámara La Plata Oeste (Calpo), realizó un balance sobre el año en curso y manifestó la necesidad imperiosa de contar con previsibilidad política para poder trabajar desde el sector privado.
En diálogo con Ser Industria Radio, remarcó el potencial de Puerto La Plata, del cual integra su Consorcio de Gestión por segunda vez, ya que lo había hecho en nombre de la Unión Industrial bonaerense en 2013-2016 y actualmente lo hace como representante de la municipalidad de La Plata. Asimismo, señaló la necesidad de la adopción de medidas para que la carga contenerizada del Puerto Buenos Aires se distribuya en otras terminales y adelantó otros proyectos que están bajo análisis.
¿Cómo vivió la industria el año que estamos cerrando?
Lamentablemente, como siempre, hay sectores que en general, por cuestiones de nicho u otras, tienen un nivel de actividad sostenido y sin mayores dificultades, pero no es la realidad que está alcanzando a la mayoría de las PyMEs. Cada vez más se han estado agudizando las dificultades para lograr un sostenimiento adecuado de la cadena de aprovisionamientos, de insumos y materias primas que de a poco van a comenzar a plasmar sus efectos en la vida cotidiana de los ciudadanos y consumidores que, a la hora de buscar algún producto, no estará disponible. La raíz del problema radica en el escaso acceso a las divisas y todas las medidas de control que el Estado, no voy a calificar si con acierto o no, fue imponiendo para mantener un equilibrio y aminorar las tensiones en ese aspecto. Todo esto se ha ido traduciendo en dificultades en todas las cadenas de valor y está generando un impacto que no es de los más halagüeño.
¿Desde el sector industrial esto se venía advirtiendo esta situación?
Ya a mediados del año pasado habían comenzado a existir otro tipo de dificultades que quizás era la onda expansiva de la pandemia y todo el aislamiento que venía en franca retirada. El restablecimiento de los niveles normales de actividad, en la industria en el orden mundial y en el tráfico de mercancías, fue generando grandes dificultades que en la mayoría de los casos se terminó traduciendo en aumentos de precios en dólares en muchos commodities, insumos y materias primas de la industria en general. Cuando eso parecía que comenzaba a entrar en un proceso de normalización o a los niveles prepandemia, tuvimos el lamentable hecho bélico entre Rusia y Ucrania que generó nuevos impactos, sobre todo en la matriz energética de Europa que tiene un nivel de industrialización muchísimo más elevado que el nuestro y que son productores y proveedores a todo el mundo de un montón de cosas sobre todo de carácter industrial. Nuevamente se comenzó a sufrir aumentos en los costos de todos los insumos que nuestra industria demanda. A eso hay que sumarle los problemas de stocks, que ha costado mucho reponer. En nuestro caso en particular, hemos tenido que tomar medidas extraordinarias respecto al abastecimiento. No sólo engrosamos el stock, sino que lo hemos llevado a niveles de reposición que hasta si lo pensamos financieramente puede tener un impacto a futuro, pero era la herramienta que estaba a nuestro alcance y así lo ha hecho diría en todo el mundo porque se trató de preservar no solo valor sino también una especie de garantía de continuidad al tener una reserva adicional de insumos y materias primas.
¿Hay un horizonte de normalidad?
Está claro que el panorama que se divisa, no tiende a normalizarse. Hace unas semanas participé de una charla con el economista Daniel Artana y citó un ejemplo que es cierto. Refiriéndose al ministro de Economía, dijo que “se ha quedado sin conejos en la galera” porque ya no hay más nuevos trucos con los cuales ir sorteando estas dificultades. Hay factores que son tangibles, que tienen que ver con nuestra principal fábrica de dólares que es la agricultura. Sabemos que el contexto del clima no ha sido de lo más favorable y las consecuencias se van a medir en miles de millones de dólares que no vamos a tener y ni hablemos de lo que es ganado. Autoridades de CARBAP han dicho que hay muchísimas extensiones de campo que están siendo utilizadas como forraje, porque lo que se sembró no se pudo cosechar ya que no valía la pena. Está siendo utilizado como forraje para el ganado que va a terminar en faena y prediciendo que luego de esta seudo abundancia de carne que pueda llegar a haber, vamos a tener un gran faltante porque el ciclo de reposición del ganado en pie no es rápido. El panorama no es bueno.
¿Estamos en un piso que se puede perforar?
Estaban por arribar algunos fondos que se han estado consiguiendo en organismos multilaterales. El piso, recordemos, se perforó entre mayo y julio cuando estuvimos con reservas negativas. Insisto, la cosecha fina que correspondía a los meses venideros, va a ser muy magra dado que el clima no favoreció. Entiendo que no se ha podido sembrar en tiempo y forma, eso se va a traducir en un impacto de la cosecha gruesa de acá a seis meses. Tendremos un verano complicado. Más allá de las cuestiones macro, hay un componente político y de confianza que también termina de alguna manera amplificando las dificultades. Esa es un poco la visión compartida dentro del sector empresario. Los actores principales de la economía, desde el ámbito privado, requerimos de ciertas señales de confianza y sobre todo un panorama mínimamente de medio plazo, no podemos estar con proyecciones a semanas.
¿El gobierno cuenta con un plan de industrialización?
En concreto pareciera que no. De todas maneras, desde lo expresivo se habla mucho sobre la industrialización. También tengo que ser sincero, por lo menos lo referido al acceso al crédito, financiamiento, está disponible. Lógicamente con las dificultades que siempre hubo en cuanto a las exigencias que el Banco Central impone al sistema bancario. Tiene regulaciones y medidas que dejan fuera a muchas PyMEs por cuestiones de cumplimento. Por ejemplo, tenés un 931 vencido y se te puede caer un acuerdo en una cuenta corriente o cosas por el estilo. Es muy apremiante para la pequeña empresa que, si no ha estado debidamente equilibrada y con un respaldo sostenido se cae del sistema. Eso pasa, no digo que sea la gran mayoría. Pero por más que tengamos crédito, el consumo está tendiendo a la baja y es una mezcla de inflación, falta de oferta, especulación, llámale como quieras, pero el asalariado está perdiendo un poder de compra en el orden del 7% mensual, porque la inflación es básicamente un impuesto al salario que va perjudicando el poder adquisitivo de las personas.
Se ve claramente en la caída de los consumos de los supermercados…
Sin duda. La actividad industrial también y todo el comercio en general, salvo temporadas particulares. El sector comercial está prendiendo una vela a cada santo para que tengamos una temporada navideña un poco más abultada. Se están barajando bonos, refuerzos, pero son apelativos, no digo que esté mal todo lo contrario, pero el tema de fondo no termina de resolverse.
Mucho se habla de la necesidad de exportar. ¿Crees que es necesario definir sectores y potenciarlos o hay que darle el mismo trató a toda la industria?
Sin duda que la exportación es el camino de salida de nuestro país. Por excelencia los dólares que ingresan al país son gracias a nuestras actividades primarias, ya sea granos, minería o energía. El sector industrial que agrega mucho valor también tiene la responsabilidad de salir a buscar mercados. El tema es que no todos están preparados y con el nivel suficiente de calidad o escala que el mundo exige. Lógicamente, si desde el Estado buscamos y coincidimos en esta búsqueda de nuevos mercados para las PyMEs argentinas habrá que desarrollar determinadas cadenas de valor que no involucren a una única gran empresa sino a toda a su cadena de proveedores y eficientizar estas cadenas para lograr que determinada producción de ciertos artículos, sean competitivos. Esto demanda mucho trabajo. No digo que sea imposible de hacer, pero entiendo que debería propiciarse en el marco de un consenso general entre el Estado, nosotros como representantes de la gremial empresaria y las universidades que tienen un alto impacto en el desarrollo de los lugares donde están instaladas como es el caso de La Plata. Ese trabajo colaborativo y en conjunto creo que en un plazo razonable de tiempo puede generar un impacto positivo. Es sumamente importante que el Estado tome medidas concretas ya sea de incentivos fiscales o líneas de financiamiento mucho más accesibles para inversiones en bienes de capital, proyectos de inversión, adquisición de tecnología. De esas líneas ha habido siempre, no sé si en el volumen que necesita nuestro tejido industrial, pero también hay un tema de oferta y demanda. Si las PyMEs se encuentran cada vez más excluidas o hay un número creciente que quedan fuera del acceso de este tipo de ayudas, estamos complicados.
Cómo integrante del Consorcio, ¿cómo ves el futuro del Puerto La Plata?
Nuestro Puerto es la puerta de salida para toda la potencialidad del Gran La Plata e incluso me animo a sumar a los partidos aledaños, con las modernas instalaciones. Se han esgrimido falsos argumentos respecto a los accesos, que son mejorables no tengo ninguna duda. Se sigue trabajando en eso, aunque no son la condición sine qua non para decir que el puerto no esté en su máximo esplendor.
¿Cuáles serían las razones?
Las cuestiones que lo impiden son muy particulares. Cuando se planificó la nueva terminal, el perfil del comercio exterior en Argentina era creciente, se estaba aproximando a los 2 millones de teus anuales y las terminales preexistentes a TecPlata estaban casi al borde del colapso. De tal forma que era menester iniciar una inversión de esa naturaleza para recibir el derrame de este crecimiento que se avizoraba en el comex argentino. Lamentablemente, eso no sucedió por cuestiones de contexto, macroeconomía, política. Hoy no sé si llegamos al 1.300.000 de teus anuales, en vez de superar el volumen que se esperaba ni siquiera lo mantuvimos. El volumen a nivel nacional no es suficiente para mantener activas a todas las terminales. Desde luego, las que tienen consolidados sus negocios, defienden con uñas y dientes la poca carga que poseen. Después hay intereses de toda naturaleza, sobre todo de grandes corporaciones económicas que tienen el dominio de las aguas, las terminales, los buques. Sin entrar en mayores detalles, quizás hace falta que desde la política se tomen medidas que fuercen la toma de ciertas decisiones de los privados que se traduzcan en un beneficio para la región. De hecho, las permanentes prórrogas de los permisos de operaciones de ciertas terminales de Buenos Aires están perjudicando eso. También los empresarios de la región tenemos que ponernos al hombro la responsabilidad de desarrollar mercados hacia afuera. Tenemos la herramienta a mano, que en este caso es el puerto. Entonces debemos reorientar nuestras estrategias. Más allá de la potencialidad, casos concretos son relativamente pocos. Uno de los principales clientes de la terminal es el Frigorífico Gorina que exporta a través de TecPlata. Ojalá tengamos cientos de clientes como Gorina. Eso le daría un gran movimiento a nuestra terminal. No nos olvidemos que TecPlata es una empresa privada que tiene una concesión sobre la margen de Berisso, pero Puerto La Plata tiene muchos otros muelles. También tenemos una terminal de combustibles que está muy activa y hay proyectos para aumentar el volumen de su comercio. Hay muchísimos otros proyectos que se están evaluando, todos en etapas muy tempranas aún, pero se están dando pasos en pro de que todo esto que describo. Soñamos que esta potencialidad se transforme en actividad y estoy seguro que tarde o temprano se va a dar.