El gobierno argentino, a partir del viaje a Norteamérica del ministro de Economía Sergio Massa, dice que el intercambio de información entre Argentina y Estados Unidos está “al caer”. Que es “inminente”. Que se dará “en breve” o quizás “en algunos meses”. Que, en palabras del propio Massa, “está listo para empezar a implementarse, en el momento que haya firma del acuerdo”. Que sería como decir, estoy listo para comer en el momento que esté lista la comida. Pero ¿está lista la comida?
Esta pregunta tiene respuesta, pero vamos a ir de a poco. Como en casi toda su historia, pero en especial en los últimos quince años, Argentina necesita dólares. No los emite, desde ya, porque no es su moneda. Los quiere, pero no los tiene. Podemos discutir si se trata únicamente de incapacidad de los gobiernos (el de Alberto Fernández, el de Mauricio Macri, los de Cristina Fernández) o si también hay que agregarle cuestiones coyunturales (la crisis global producto de la pandemia y de la invasión rusa a Ucrania), y otras particulares (la obsesión de los argentinos por el dólar y por sacarlo de un sistema financiero que brinda poca seguridad). Pero hay algo que no admite grietas: Argentina no tiene los dólares que necesita y, mientras se sigan ofreciendo a un precio que no es el correcto, jamás los tendrá.
Como tampoco los tuvo durante el gobierno de Macri, motivo por el cual definió un blanqueo con el único objetivo de abrirles las puertas a los depósitos en el extranjero. Y la referencia a ese “sinceramiento fiscal”, no es casual. En ese momento, una de las decisiones que se tomaron fue apelar al miedo para conseguir esos depósitos. Con la excusa de trabajar en conjunto con Estados Unidos para evitar el lavado de activos, se firmó un acuerdo de intercambio de información que fue presentado como implacable para los pagadores de impuestos, y que nosotros definíamos por aquellos días como un “tratado vintage” que no cambiaba nada. Algunos de ustedes recordarán esa columna. Cito al entonces ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay: “La AFIP contará a partir de ahora con una herramienta valiosísima para detectar, en el territorio de los Estados Unidos, activos no declarados por los contribuyentes argentinos que decidieran no aprovechar este régimen de sinceramiento fiscal”. Es decir: Si no aprovechás el blanqueo, te vamos a ir a buscar.
La realidad es que ese tratado, que efectivamente existió y está aún vigente, no trajo a la mesa todos los ingredientes prometidos y amenazantes. El acuerdo estableció un régimen formal para el intercambio de información fiscal “a demanda”. Es decir: solo a petición, no automático, y con condiciones estrictas que deben cumplirse para llevarse adelante. Una de esas condiciones es explicar por qué es importante contar con esa información. Y si la otra parte no está de acuerdo con la relevancia, puede negarse a aportar los datos.
Pero esto ocurrió hace más de cinco años y ahora estamos en 2022, con otro gobierno, en el mismo país que necesita divisas y trata de manotear de donde sea para financiar sus gastos. ¿A qué apela? Al miedo, otra vez. Al intercambio de información. En este caso, promete que será automática, sin necesidad de demanda. ¿Es esto posible?
En el mundo actual es posible todo. Sin embargo, si hay algo que Estados Unidos todavía protege y defiende es la privacidad. Por eso no fomenta el intercambio automático entre países ni “fishing expeditions”, es decir, pedidos al voleo ni de ese país ni de ningún otro. Evita poner en riesgo la seguridad de los datos de los ciudadanos. Como mencionamos antes, esta práctica no está permitida bajo el tratado que existe hoy en día entre Argentina y Estados Unidos.
Si bien el IRS (Internal Revenue Service, que es la agencia fiscal estadounidense) se sumó a la lucha contra el lavado de activos, contra el financiamiento del terrorismo y otros delitos graves, tiene como política no gastar dinero de sus contribuyentes en combatir la evasión fiscal en terceros países (sí, obviamente, en evitar la evasión fiscal en Estados Unidos, y a eso –no a otra cosa– apunta FATCA). ¿Entonces lo de Massa es más humo? Que lo hay, lo hay. El tema es llegar a ver qué hay detrás de ese humo. ¿Un acuerdo? ¿Otra amenaza?
Qué implicaría un acuerdo FATCA
En líneas generales, la firma de un acuerdo para convertir FATCA en un tratado más o menos reciproco obligaría a las entidades bancarias de ambos países a intercambiar información de manera automática. Pero aun así entidades financieras en Estados Unidos y en Argentina no intercambiarían la misma información.
¿A que nos referimos? A que basados en los acuerdos que dicho país firmó con otros, Estados Unidos solo aportaría a Argentina información de los titulares de las cuentas bancarias, y no de los beneficiarios finales. ¿Qué significa esto? Que una buena estructuración patrimonial, hecha de manera correcta, sigue brindando la protección necesaria para dormir tranquilos. Que es, en definitiva, lo que todos queremos.
Para que quede más claro, aun en el supuesto que Estados Unidos acepte entregar información a Argentina, solo entregaría información de cuentas bancarias que se tengan en ese país a título personal.
Entonces vuelve la pregunta inicial: ¿Está lista la comida? No. Puede que esté puesta la mesa, pero en la cocina todavía siguen juntando los ingredientes para ver si la receta sale más o menos como dicen que va a salir.
Como dije, pase lo que pase hoy o a futuro entre los diferentes gobiernos de los diferentes países, la única solución sigue estando en la estructuración de los activos. ¿Te asustó leer en la prensa acerca de este eventual intercambio de información? Entonces, planificá…
Hasta acá, fue mi opinión profesional. ¿Quieren también saber que me dice mi intuición? Que dado el poco cuidado con el que Argentina trata la información confidencial correspondiente a sus pagadores de impuestos, se le va a complicar a Massa obtener un IGA que permita a Argentina recibir información bajo FATCA. No me sorprendería que, dada la necesidad de generar miedo y conseguir dólares, se firme otro acuerdo “intermedio” entre ambos países.