Es penoso hablar de un ránking de problemas de las PyMEs, pero en la dinámica argentina, es imprescindible para elaborar un diagnóstico, consultar periódicamente a los protagonistas de cada sector de la economía.
Hace poco más de un mes, los pequeños y medianos empresarios, respondieron sobre cuáles son los principales problemas que enfrentan al desarrollar la actividad. Y entre las conclusiones, los juicios laborales ocuparon el cuarto lugar, detrás de la presión impositiva, la inestabilidad económica y los costos laborales. Aunque sorprenda, la inflación quedó en el quinto puesto. Luego el financiamiento y en el último grupo, entre otras, las dificultades para exportar.
Si de algo no hay dudas, es que los juicios laborales son una pesadilla para cualquier PyME argentina, es decir para el 98% de las empresas del país, que tienen menos de 200 empleados. A pesar de estar en el cuarto escalón, es un tema que le quita el sueño a los empresarios, genera internamente tensión en relación a sus planteles y profundas dudas a la hora de incorporar trabajadores. Lo sienten como “un collar pesado”, imposible de sostener, que muchas veces frena o posterga los proyectos de crecimiento.
Los números son elocuentes. En 2021, consigna la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, se iniciaron 80 mil juicios laborales. Es una cifra altísima en relación a la cantidad de PyMEs registradas en el país y más aún si consideramos que, en los últimos seis meses, aumentaron un 121%.
En Argentina, el pequeño y mediano empresario no dedica su tiempo a pensar si cambia su auto, comprar un yate o viajar a Miami. Su esfuerzo está pendiente de cómo pagar los salarios a sus empleados, cómo cubrir los cheques dados a los proveedores y a cumplir con las obligaciones fiscales. En definitiva, está concentrado en buscar la manera de sostener la empresa.
Entonces, cuando se enfrentan este tipo de situaciones, los empresarios no pueden dormir, porque, cuando corresponden, los afronta debidamente. Sin embargo, hay muchos planteos legales que no se compadecen con la realidad. Éstos son los que los llevan al límite, los sitúan ante la triste encrucijada de cerrar la empresa o pedir préstamos para pagar el juicio.
Es un panorama muy doloroso, no sólo en la dimensión personal de quien ve que su actividad corre riesgo de muerte, sino también porque las PyMEs son el corazón productivo del país.
A pesar de éstos críticos abismos, el argentino sigue adelante. Emprender está en nuestro ADN. Es cierto que muchos dejan el país, pero son más los que persisten y apuestan fronteras adentro. Sin embargo, quienes tienen la posibilidad de legislar, no deben confundirse, sino comprender que es imperioso que se cambien las normas de modo que permitan que las empresas funcionen. Sin quieren bajar el gasto social ni pagar costos políticos, el único camino posible es adecuar las leyes para que las PyMEs absorban trabajadores en un marco de razonable seguridad jurídica.
Una investigación de la Fundación Observatorio PyME, concluyó que uno de cada 10 empleados presenta una demanda laboral. En materia de costos, cada 100 pesos que recibe un trabajador, el empleador paga 157. Duplicamos el promedio del costo que rige en Latinoamérica y el Caribe. Además, en la actualidad, es muy difícil conseguir trabajadores calificados, en todos los rubros.
Convengamos que no se puede cambiar el clima afuera de la empresa, pero si puertas adentro y para ello se pueden considerar 5 consejos. El primero de ellos, es que el empresario PyME tiene que ser prolijo, hacer bien las cuentas, repasar diariamente los números, prestarles máxima atención. Porque los problemas que mejor rankean, empujan a la desprolijidad. Es aconsejable parar la pelota, no el partido y analizar qué incidencia tiene cada persona desde el punto de vista del costo en la estructura.
En segundo lugar, proyectar pequeñas mejoras, para optimizar la situación de los empleados y disminuir la probabilidad de juicios. Encarar de golpe grandes mejoras, puede agravar los problemas. Es preferible caminar y no correr, para ir de menos a más.
También trabajar con un fondo de reserva. Estamos acostumbrados a ahorrar cuando nos sobra mucho. Pero a mis clientes les enseño a ahorrar incluso con deudas, porque es posible. Ese fondo de reserva permite responder, por lo menos en parte, ante un imprevisto que se presente en la justicia.
En cuarto lugar, se debe trabajar en los detalles de los procesos y de las personas. Atender, los procesos comerciales, administrativos, productivos. Observar y optimizar todo lo posible. En materia de higiene, seguridad industrial o aquello que ofrezca confort, disminuya los riesgos de accidentes u otros servicios que hagan más amigable el ámbito laboral.
Por último, concentrarse en trabajar el clima puertas adentro. Hay que entender que no se puede cambiar al otro, si primero no cambiamos nosotros y dejar de postergar decisiones pensando quien tiene que cambiar primero.