El Banco de la Nación Argentina (BNA), creado el 18 de octubre de 1891 por el visionario Presidente Carlos Pellegrini, surge como un pilar fundamental para la estabilidad financiera, el desarrollo económico inclusivo y la soberanía nacional.
En un contexto histórico marcado por crisis económicas y la necesidad de un ente regulador que priorizara el interés público, el BNA se consolidó como un instrumento esencial para garantizar acceso al crédito, promover políticas productivas y proteger a los sectores más vulnerables.
Ante propuestas recientes que pretenden privatizar esta institución centenaria, manifestamos nuestro rechazo categórico a cualquier intento de transferir a manos privadas un patrimonio estratégico del pueblo argentino.
La privatización del BNA no solo traicionaría su legado histórico, sino que profundizaría desigualdades, concentraría el poder financiero y debilitaría la capacidad del Estado para responder a las necesidades colectivas.
Nuestros Argumentos
Legado Histórico y Soberanía Económica. Carlos Pellegrini fundó el BNA bajo la premisa de que el Estado debe tener un rol activo en la economía para evitar la dependencia de capitales extranjeros y garantizar créditos accesibles a productores locales. Privatizarlo sería desconocer su visión de un país con autonomía financiera.
El BNA fue clave en momentos críticos, como la crisis de 1890, la industrialización del siglo XX y la reactivación pospandemia (COVID-19). Su carácter público le permite actuar como amortiguador de crisis, algo imposible si responde a intereses privados.
Acceso Financiero Universal. Con más de 600 sucursales, el BNA es la única entidad presente en zonas rurales y regiones marginadas, donde la banca privada no opera por falta de rentabilidad. Su privatización dejaría a millones de argentinos sin servicios básicos (cuentas de ahorro, préstamos a PyMEs, subsidios sociales). Ejemplo: durante la crisis de 2001, el BNA evitó el colapso del sistema financiero al sostener depósitos de pequeños ahorristas.
Función Social y Desarrollo Nacional. El BNA financia proyectos de infraestructura, agricultura familiar y cooperativas, alineados con políticas públicas. Una entidad privada priorizaría la rentabilidad sobre el bienestar social, excluyendo a sectores de bajos ingresos. En 2023, otorgó $1.2 billones en créditos a tasa subsidiada para PyMEs, sostén del empleo argentino.
Riesgos de la Privatización. Concentración de riqueza: Entregar el BNA a conglomerados financieros fortalecería oligopolios, aumentando tasas de interés y comisiones. Fuga de capitales: utilidades que hoy se reinvierten en el país pasarían a repatriarse a matrices extranjeras. Vulnerabilidad sistémica: sin un banco público, el Estado perdería herramientas para regular la economía en recesiones o especulaciones.
Marco Legal y Constitución Nacional. El artículo 75 inc. 19 de la Constitución Argentina obliga al Estado a proveer servicios esenciales que aseguren el desarrollo humano. La banca pública es un servicio estratégico en esta categoría. La Ley 24.144 de Entidades Financieras refuerza el rol del BNA como brazo ejecutor de políticas monetarias sociales.
El Banco de la Nación no es una empresa: es un símbolo de la capacidad del Estado para garantizar justicia económica. Honrar el legado de Pellegrini exige defender su carácter público y modernizarlo para ampliar su impacto, no desmantelarlo.
Exhortamos a fortalecer su rol en la inclusión digital y financiera; auditar su gestión para maximizar transparencia y eficiencia y legislar su intangibilidad como bien público estratégico.