Las investigaciones realizadas íntegramente en el país tienen mayor lugar en las revistas científicas de prestigio internacional, debido al “incremento de presupuesto y de infraestructura para el área”, afirmó elministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao.
De acuerdo con un estudio realizado en el Instituto Leloir sobre registros de la base de datos Scopus, durante la década del 90 se publicaron 38 artículos con participación de científicos de instituciones argentinas en Science y Nature, los dos journals internacionales de mayor tradición y relevancia.
Entre 2000 y 2009 la cifra aumentó más del doble y llegó a 86 y en lo que va de esta década ya son 70 los trabajos publicados, lo que sugiere que la cifra seguirá creciendo.
Además, “muchas de las investigaciones que llegan a las tapas de revistas o merecen comentarios elogiosos se hicieron integramente en el país; a diferencia de los de años anteriores, ya que los argentinos que realizaban sus trabajos en el exterior”, indicó Barañao.
El ministro adjudicó esa mayor presencia “al “éxito en las políticas de fortalecimiento” en materia de ciencia y tecnología, que permitieron “repatriar científicos”, ya que ahora “las condiciones para trabajar en Argentina son tan buenas como en el exterior”.
Barañao destacó que ahora “las líneas de investigación también son propias a diferencia de lo que sucedía antes, que los científicos traían al país líneas de pares extranjeros y las instalaban como si fuese una franquicia”.
Otro dato diferencial es que “los investigadores más jóvenes tienen más antecedentes que otros, así como una mayor producción realizada integramente en el país”, apuntó.
Barañao sostuvo que “hay cosas que ocurren espontáneamente cuando se aumenta el presupuesto: cuando al investigador se le da más fondos y equipamiento, se publica más”.
“Lo que sí depende del Ministerio es fomentar ese conocimiento, ya que cuando un científico descubre algo -dijo-, lo que se pretende es aplicarlo para la solución de problemas concretos”.
Ese punto fue ejemplificado por el ministro con la construcción de un laboratorio en la Universidad Católica de Córdoba, orientado a producir vacunas por vía oral que “no necesitarán cadenas de frío ni jerinas”, a partir de las patentes desarrolladas por Hugo Luján, científico del Conicet.
Alberto Kornblihtt, investigador superior del Conicet en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias, señaló a la agencia CyTA-Instituto Leloir que “publicar en una revista de alto impacto no es la única manera de hacer ciencia que importa, pero constituye un gran honor”.
El apoyo oficial “ha potenciado el alto nivel intelectual y de formación científica que ya existía en el país”, afirmó José Manuel Estévez, director de un laboratorio de biología molecular y celular de plantas en el Instituto, que depende de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet.
“El hecho de que desde nuestro país se publiquen artículos en revistas de alto nivel nos coloca en una mejor posición en el mapa de la ciencia y la tecnología dentro del ámbito internacional”, afirmó Alejandro Schinder, jefe del Laboratorio de Plasticidad Neuronal del Instituto Leloir, quien firmó un trabajo en Science en 2012.
Para el bioquímico cordobés Gabriel Rabinovich, la publicación de un trabajo en revistas de tamaña envergadura representa “un triunfo de toda la comunidad científica que genera el entorno físico, material y de discusión adecuado para que ésto, a veces tan complicado, suceda”.
Rabinovich llegó a la tapa de la revista “Cell” en febrero pasado gracias al descubrimiento de un mecanismo que bloquea los vasos sanguíneos que nutren al tumor y aumenta la respuesta inmune del paciente con cáncer.