El pasado 26 de marzo de 2024, las voces de la información económica del Mundo preguntaban, entendían, sugerían que el bloqueo del puerto de Baltimore, Estados Unidos, podría afectar a la economía global por la desincronización de la logística.
El acceso al Puerto de Baltimore había quedado bloqueado por la caída de un puente carretero tras la colisión con ése de un gran buque que lo hizo colapsar. Los resortes económicos globales ya habían aprendido cómo afecta la logística a los mercados a partir del corte de los flujos, como lo fue con un bloqueo en el Canal de Suez; la menor cantidad de lluvias que degradó la capacidad del Canal de Panamá o el conflicto con piratas sobre las zonas que, desde el Océano Índico, llevan hacia ese mismo Canal de Suez.
Estas breves líneas pretenden explicar que el objeto de la logística es conducir los flujos de la economía y si los mismos son afectados hasta anularse, definitivamente provocarán daños al funcionamiento de los mercados.
Así como el bloqueo de esos canales afecta a los indicadores funcionales del Globo Económico, por una simple e indiscutible cuestión de escalabilidad, si entre dos espacios territoriales no se construyen los puentes, no habrá flujo económico entre ambos. No tendrán relación sus mercados o directamente, quizá ninguno de los dos tendrá mercados.
Tal lo indicaron tantos filósofos y pensadores, la política y la economía son cuestiones morales. Sea lo que sea que cada quien considere qué es algo moral.
¿Qué rareza moral contiene el que una misma persona se preocupe por el bloqueo a un corredor logístico global al tiempo que se esfuerza en demostrar que no hay que preocuparse por la falta de un puente sobre un río entre dos comarcas productivas en su propio país?
Si tan solo es cuestión de preocupación el bloqueo de un canal a miles de kilómetros de un país, suena al menos incoherente el no comprender que es también preocupante ese puente pequeño entre dos comunidades porque, en definitiva, esa economía global se completa porque en las dos puntas hay quien provee y quien consume siendo, apenas, un productor y/o un consumidor de ese mismo pequeño par de comunidades económicas.
Lejos está, este sintético texto, de juzgar sobre la moralidad de quienes no consideran a la multiplicación de la pobreza como una cuestión de preocupación personal o grupal, sino que solo es un llamamiento al interés por el simple e importante dinero, pues cuantos más habitantes produzcan y consuman, tanto más se contribuirá a la moral de los grandes números.
Quizá, el distraído lector habrá pensado que estas líneas se referirían a la Moral que poco a poco nos trajo desde las cavernas hasta nuestros días, en los que definitivamente, sabemos que nuestro derecho básico es la Vida y que la Libertad es el medio, por lo que todo lo que restrinja nuestra Libertad será inmoral.
Es decir, lo que restrinja la conectividad territorial, como la de ese pequeño puente faltante, afecta a la economía global. Quien considere lo contrario, por favor, que lo demuestre con datos. Los decimales cuentan.
Opinión
La Economía Territorial y la Moralidad de los Puentes
Todo lo que restrinja la conectividad territorial afecta a la economía global.