Hoy en día es normal ver publicidades de wallets (billeteras digitales) en la televisión o en youtube debido a la expansión mundial de las inversiones en criptomonedas y la facilidad de las nuevas generaciones para comprender las aplicaciones que aparecieron en torno a este mercado, pero ¿qué tanto entienden esta tecnología?
Pablo Miceli asegura que hace más de media hora que no revisa su wallet, con un dejo de orgullo. El treintañero platense se levantó abajo 50 dólares en ETH (Ethereum) pero asegura que al mediodía ya había recuperado 40.
Una generación de inversores amateurs están vertiendo sus ahorros en acciones volátiles atraídos por la aparente simpleza que ofrecen las aplicaciones de comercio en línea, donde las criptomonedas aparecen como una alternativa rápida de hacer una diferencia económica ante un panorama de inflación monetaria, añadido la situación de pandemia que se llevó miles de puestos de trabajo.
Bitcoin, la criptomoneda más famosa, ha subido un 230% desde octubre de 2020, y al cierre de esta nota un bitcoin vale más de cinco millones de pesos argentinos. Con más de 8500 criptomonedas creadas, el relativo aprecio del valor de las criptomonedas más famosas fue la puerta de entrada, para muchos jóvenes como Pablo, que nunca había hecho una inversión. Es la primera vez que hay tanto dinero de inversores aficionados dando vueltas en los mercados de valores, así como también un repentino interés por la jerga financiera arcana y para eso un ejército de dudosos youtubers, foros y redes sociales, emergieron.
“Me genera sospecha que una persona me quiera dar un curso de como ganar muchos dólares y no tenga para comprarse un micrófono decente”, expresa Sancho, colombiano residente de La Plata, desde hace cuatro años. En el 2020 compró lo equivalente a 10k pesos argentinos en la stablecoin Dai, y aunque participa de grupos cerrados de Telegram, todavía no se anima a arriesgar en alguna criptomoneda más volátil. Sancho no es su verdadero nombre.
Hay una preocupación internacional que la colisión entre los “cripto influencers” y el fácil uso que la gente puede hacer de las aplicaciones de trading, esté provocando que los inversores novatos tomen decisiones especulativas a corto plazo, en vez de vincular sus inversiones a un plan de largo plazo, así lo aseguraron desde la plataforma de inversión minorista Hargreaves Lansdown.
“Cuando comencé a consultar en grupos de Telegram y queria saber que hace tal moneda con respecto a otras, me contestaban que no sabían, solo que le estaba yendo bien”, recuerda Sancho, pero si aprendió algo del lenguaje de la movida cripto de las plataformas sociales Hacia la luna, seguido de un emoji del cohete espacial, significa que un valor se apreciará; un emoji de unas manos y otro de un diamante quien decir que mantegas tu acción a pesar de la volatilidad del mercado.
Otra de las particularidades que pueden llegar a sufrir los usuarios digitales y se está convirtiendo en un tipo de trastorno psicológico es el “Miedo a perderse algo”, MAPA o FOMO por su sigla en inglés. MAPA está integrado en la estructura misma de las aplicaciones de inversión.
En eToro, las acciones parpadean en verde y rojo, de acuerdo a su rendimiento, como lo harían en una bolsa de valores física. La experiencia del usuario en estas apps, te hace pensar: Bueno, todos están comprando esta acción, así que debería comprarla. Esto alimenta decisiones de inversión más arriesgadas y motivadas básicamente por las emociones.
Algunas plataformas de inversión más establecidas como Streeter, no ofrecen comunidades de chat, ya que estimulan la especulación y el comportamiento comercial a corto plazo, dijo un portavoz de Streeter.
Pablo decidió contar a sus familiares y amigos de su inversión en criptomonedas después de un tiempo, cuando estaba seguro que quería continuar haciéndolo.
“Sabía que Bitcoin, estaba siendo utilizada para transacciones ilegales, pero me atrajo su gran volatilidad y el hecho que era rápido el comprar y vender ya que no necesitaba de una cuenta bancaria o trámites burocráticos. De lo poco que entendía su algoritmo, entendí que podía ser disruptivo en el futuro”, relata Pablo de su primera incursión a las criptomonedas.
Se informa que cada día se crean alrededor de 100 nuevas criptomonedas a medida que estafadores creativos o emprendedores intrépidos de Internet intentan sacar provecho de la fiebre del oro de la moneda digital. Por citar un ejemplo de este abigarrado movimiento, en 2013, un par de ingenieros de programación crearon una moneda digital inspirada en el meme del perro shiba inu, llamado Doge, la moneda se llamó, por supuesto, Dogecoin.
El proyecto se creó como una versión paródica de la delirante especulación que ya se notaba con las criptomonedas. Pero años más tarde, partidarios de la moneda, Elon Musk entre ellos, empezaron a comprar Dogecoin en masa ocasionando que subiera más de 14.000%. Se acuñaron millonarios de Dogecoin.
Pablo apunta a la masividad de las criptomonedas en un futuro, “este tipo de economías digitales tienen puntos cuestionables, hay una evolución, muchas monedas están corrigiendo las deficiencias de otras y eso se ve prometedor, porque podría lograrse una moneda sustentable, popular y de transacciones gratuitas”, señala y tiene grandes esperanzas en la criptomoneda Iota, que en realidad es solo un activo de un proyecto gigantesco, que incluye su propia blockchain, porque es un protocolo DLT (Tecnología de Libro Distribuido), “creo que es el proyecto más serio para el Internet de las cosas”, espera Pablo y puede llegar a tener razón, así como el imperio romano duró lo que tenía que durar, en un futuro cercano otras monedas dominen las transacciones de todos nosotros.