Los datos del Relevamiento de Expectativa de Mercado nos muestran que la inflación se proyecta en el 229,8% anual para el año 2024, mientras que la tasa de devaluación en el 122,4% anual, lo que implicaría que el dólar mayorista estaría a fin de año en $1.798,1. Esto da como resultado una inflación en dólares del 48,3% anual.
Si Argentina tiene una inflación en dólares de esta magnitud, ningún bono en dólares sería rentable, ya que el bono con más tasa interna de retorno es el AL30, cuya TIR es del 36% anual.
En cambio, los instrumentos que ajustan por inflación, serían mucho más recomendables, ya que copiarían la evolución anual de la inflación. En especial los bonos más largos como es el caso del DICP que es un bono que vence en el año 2033, paga amortización y renta semestral desde junio de 2024 al final del período en 20 cuotas semestrales y consecutivas. La tasa interna de retorno del bono es del 2,0% anual sobre la inflación.
El cambio de plan económico está descolocando a muchos inversores. El gobierno de Javier Milei está llevando adelante una política monetaria contractiva. Esto implica que la circulación monetaria sigue en un nivel similar al que teníamos cuando asumió, en torno de los 7,5 billones de pesos, cuando a dos meses de mandato la inflación corrida rondaría el 45%.
El aumento de las tarifas de energía eléctrica y gas, sumado al aumento de combustible y liberación de muchos precios que estaban encepados, nos llevó a un nivel de inflación mucho mayor.
La inflación y la rigidez en la política monetaria, nos está llevando a una recesión de dimensiones desconocidas, en especial porque en la Argentina hace muchos años que no nos sometemos a una estricta regla monetaria de no emisión.
Esto nos ha dejado como resultado que los agentes económicos hayan tenido que vender dólares para financiar sus gastos corrientes, realizar ofertas de mercadería que tenían en el stock o no han renovado las colocaciones a plazo fijo.
Cuando Javier Milei asumió el dólar MEP estaba en $986. El viernes cerró en $1.174 lo que implica una suba del 19,1%, mucho menos que la inflación corrida. Esto se debe a las fuertes ventas que se realizaron en el mercado, porque los individuos y empresas no logran financiar sus gastos, e incurren en desahorros.
En lo que respecta al stock, antes de las elecciones la recaudación del IVA consumo superaba a la inflación. Esto implicaba que las empresas compraban mercadería para incrementar sus stocks. Con la recaudación de enero, observamos que la recaudación del IVA consumo fue del 200,6% anual cuando en el último año la inflación se ubicaría en torno del 260%. Esto implicaría que estamos observando una liquidación de stock en el mercado.
En los últimos meses notamos que los plazos fijos se ubican en torno de los $14 billones, cifra que se repite desde el mes de julio. Esto nos hace pensar que en términos reales hay una baja muy importante, ya que ni siquiera aumenta por la remuneración de la tasa de interés.
Parecería que el deporte nacional es cambiar dólares, liquidar stock y no renovar los plazos fijos. Esto nos genera una destrucción de capital muy importante, porque los actores económicos están desahorrando para lograr financiar sus gastos. El problema son las empresas que están perdiendo ventas y no tienen ahorros genuinos o stock para liquidar. Esos problemas se comenzaran a visualizar en el mes de marzo y no deberíamos descartar una avalancha de concursos preventivos.
Los préstamos al sector privado también son una muestra de la desaceleración económica. Los préstamos al sector privado en pesos crecieron a una tasa del 134% anual en el mes de enero, contra una inflación que podría ubicarse en el 260% anual. Las tasas en pesos son muy elevadas y la contracción de financiamiento se siente en el mercado.
Conclusión
El cambio de política monetaria y cambiaria obliga a manejar los ahorros y el financiamiento en forma diametralmente opuesta a la época del plan platita. Hay que ahorrar en pesos y endeudarse en dólares.
El dólar semifijo con una tasa de devaluación inferior al 3,0% mensual,y escasa emisión monetaria (casi nula), genera una contracción económica, que pone al dólar billete en el bando de las inversiones con poco recorrido alcista.
El reacomodamiento de precios relativos, por el anclaje de los precios locales a los internacionales, dejan como resultado una inflación superior a la tasa de devaluación y esto nos deja como punto de partida la inversión en pesos y no en dólares.
Los bonos en pesos ajustados por inflación pasan a ser muy rentables en este contexto, ya que una inflación en dólares superior al 40% anual es imposible de batir con los instrumentos nominados en dólares en la plaza local.
Para pequeños ahorrista el plazo fijo UVA a 180 días es una excelente inversión. Esperamos que para los próximos 6 meses la inflación se ubique en torno del 124%, mientras que la tasa de devaluación no superaría el 60%.