Como si se tratara de una película que se repite una y otra vez, en nuestro país parece que las problemáticas se imponen sobre nuestras ganas de superar obstáculos para poder despegar y lograr un desarrollo sustentable de nuestra economía.
Lamentablemente estamos condenados a los temas recurrentes y a pensar en nuestra principal problemática que hoy en día sigue siendo una inflación que está descontrolada pero que, bajo ningún aspecto, podemos tomar como normal.
Ocurre que no podemos naturalizar como parte del paisaje cotidiano a una inflación de más del 100% anual, con preocupante porcentaje en marzo, 6,6%, que es cuando, por estacionalidad, se espera que haya una leve caída o meseta.
Además, todos sabemos que la inflación es un promedio en esta suba generalizada de precios y que, por ejemplo, la canasta básica de alimentos en el Gran Buenos Aires se encuentra en niveles aún superiores.
Lo cierto es que nuestra moneda vale cada vez menos y pierde poder adquisitivo, como vemos, frente al dólar o al euro, pero también frente a monedas de países hermanos de Sudamérica, como el peso chileno o el uruguayo.
También hay un efecto no deseado con respecto a la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores formales e informales e incluyo en este sujeto colectivo a los PyMEs, que somos también trabajadores que, a la vez estamos generando empleo para los argentinos y argentinas.
Es también una obviedad que además de perder capacidad de compra, las PyMEs muchas veces caen bajo la tentación de ver el crecimiento de ingresos a valor nominal y no real y no nos damos cuenta que eso es puro coro de las sirenas de Ulises, porque cuando queremos darnos cuenta lo único que hay es un incremento en la circulación.
En consecuencia, nos mentimos y nos convencemos de que nos está yendo bien, pero cuando hacemos la sintonía fina de nuestros números y vemos los stocks nos damos cuenta tarde que la rentabilidad se ha reducido.
Entonces ahí nos despabilamos y en muchos casos comprobamos que estamos trabajando a pérdida y cada vez tenemos menos ingresos reales por nuestros negocios, en nuestras fábricas, en nuestras industrias, en nuestros comercios de proximidad y que esto es consecuencia de que las variables están totalmente desarticuladas
Hay que resaltar, además, que tenemos que una estructura de precios relativa que está totalmente desarreglada, que hay que normalizar y además sufrimos una carga impositiva muy alta
Tenemos una ineficiencia en la administración de los recursos por parte del Estado y no hablo sólo del gobierno, también hay que hablar por parte de las PyMEs que muchas veces no aplicamos política de gestión. Eso hace que administremos mal nuestros recursos, sea por exceso de ambición o por rentabilidad de sectores dominantes como pueden ser los bancos o como también pueden ser las cabezas de las cadenas de valor.
Todo este combo nos remite a las causas de la terrible inflación que tiene nuestro país y que estemos sumamente preocupados y que, lamentablemente, sigamos hablando de lo mismo una y otra vez desde hace varios meses.
Si bien valoramos el esfuerzo del ministro de Economía, Sergio Massa, oportuno es señalar que, pese a su compromiso de atacar a las causas de la inflación, esto no se estaría viendo en la economía cotidiana.
De otra manera no se hubieran observado los deficientes resultados de marzo donde esperábamos alguna señal auspiciosa, porque estadísticamente es justo el mes en que se observa una tendencia a la baja
Desde luego que estaremos acompañando todos los esfuerzos que se hagan para ganar la madre de todas las batallas que significa domar a la inflación para, de esa manera, recuperar la esperanza y la confianza en el futuro que, por el momento, hemos perdido.
Por Guillermo Siro, presidente de la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires (CEPBA).